viernes, 13 de diciembre de 2013

Napoleón en Moscú

La Tribuna de Toledo, 13 diciembre 2013

Agencia Efe

Rajoy, recién aterrizado de la fiesta de Sudáfrica, se reúne con su peluquero de cabecera, le da volumen a los cuatro pelos y toma mando en plaza en La Moncloa. Allí recibe, como registrador mayor de la propiedad del reino, a los presidentes autonómicos que se han troceado el Tajo y se lo han repartido, como si fuera un bloque de pisos, cada uno con su porcentaje de copropiedad, zonas comunes y esas cosas de la división horizontal. En la troupe popular sólo falta Monago, ese presidente raro de las Extremaduras que gobierna a pachas con Izquierda Unida, y que ha mandado a un consejero como quien manda al primer ujier que pasa por la puerta y le toca el marrón. La foto de La Moncloa es para enmarcar. Foto de luto, demasiados muertos vivientes, la típica tropa que no se aguanta, y a la que ya se la trae floja disimular. Da, la foto, para unas cuantas clases de eso que dicen lenguaje corporal.

Rajoy, entre otras, es un cobarde. No ha dudado, como Zapatero cuando liquidó al principio de su primera legislatura el trasvase del Ebro –que no el Plan Hidrológico Nacional, que, por cierto, se sigue ejecutando–, en apretarle las tuercas al Tajo. Rajoy como Zapatero son presidentes cobardes, al menos en materia de agua y gestión territorial del Estado, que al final viene a ser lo mismo. No hay ni hubo cojones para meter mano al Ebro, río que pasa por Zaragoza donde la presidenta Rudi –del Partido Popular, qué raro– ha dicho que de trasvase ni hablar; y desemboca –eso es lo jodido– en Cataluña. Eso, que el Tajo es río castellano –que no manchego como sostiene insistentemente la cazurrería al uso– y el Ebro aragonés y, sobre todo, catalán. Ésa es la diferencia. Ya lo sabían los tecnócratas de Franco allá a finales de los sesenta y no quisieron remover el avispero, y trazaron el trasvase desde la cabecera del Tajo, a sabiendas que mataban el Tajo y que el propio trasvase sería un fracaso.

Rajoy y sus adláteres autonómicos siguen esa senda. Lo malo es que el enemigo campa a sus anchas por faraónicos palacios autonómicos, tomados por mercenarios de esta Castilla desguazada de comienzos del XXI, que sólo cuenta para venderla a trozos, para alcanzar mayor gloria lejos de aquí. Quizá piense eso María Dolores de Cospedal. El poder bien vale un Tajo.

Napoleón ha entrado en Moscú y saquea a placer. El Tajo es ahora, por fin, del Tajo-Segura. Cospedal, perfectamente afrancesada, contempla el incendio de Moscú. No hay prisa. El invierno llegará y ahora como entonces, el cometa marcará el destino. El Tajo dictará sentencia.  
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14.921

La Tribuna de Toledo, 6 diciembre 2013


Ésa es la cifra de parados en Talavera de la Reina, esa ciudad que queda más allá de la raya de la Lusitania y que los mapas colocan en la esquina noroccidental de la provincia de Toledo y de Castilla-La Mancha. Si echamos manos a los datos de la comarca de Talavera, el número también ha subido hasta los 24.017. Aquí, por estos perdederos, no se nota ni un soplo de reactivación. Y en la comarca menos. Asistimos en Talavera a un vacío absoluto de proyectos y una nula visión de ciudad. Siempre he dicho que Talavera de la Reina no pinta nada en Castilla-La Mancha, porque para Castilla-La Mancha Talavera de la Reina no pinta nada. No se trata de victimismo, de visión aldeana o esas cosas que te echan a la cara cuando hablas del desguace que sufre Talavera, del olvido, del vacío que recorre cada vez con mayor hambre sus calles. No. Es la realidad.

Bien es verdad que aquí hemos regalado los votos con mucha alegría, y los partidos han puestos alcaldes para mayor gloria de bonos, barredas y cospedales al uso. En una región profundamente invertebrada como la nuestra, región falsa y fallida, Talavera ha sido el granero de votos perfectamente recompensado con la infalible patada en el culo. Pasan los años y nada se remedia, ni aquí ni en Toledo, y el abismo se agranda, tanto en la ciudad como en su comarca, despoblada, verdadero desierto donde muchos pueblos tienen los años contados.

Resulta, por otro lado, definitorio que la única acción seria acometida por el gobierno de Castilla-La Mancha en esta legislatura haya sido tremendamente negativa para Talavera. Me refiero a la firma del memorándum del Tajo-Segura, que deja muy mal parados a los regantes no sólo del Canal Bajo del Alberche, sino de toda la vega del Tajo desde Toledo hasta Talavera. No interesa al gobierno de Castilla-La Mancha defender los intereses de Talavera. Pero es que no sé muy bien qué gobierna, qué defiende, si no conoce algo de la geografía regional este gobierno.

Los 14.921 parados de Talavera de la Reina, los 24.017 gritan que algo tiene que cambiar. Que ya está bien. Se necesita un modelo de ciudad, real y vertebrado en algún sitio, visión. Pero con los mimbres actuales, aquí y allí, me temo que es pedir mucho.
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