viernes, 9 de diciembre de 2016

Necesito tus besos

La Tribuna de Toledo, 9 diciembre 2016


“Necesito tus besos”, escrito en azulmorado, de hace tiempo, letras firmes, seguras, cayendo un poco hacia la derecha, y con un corazón punteando y levantando el vuelo de la i. Debajo los perfiles garabateados de dos ojos tristes, una boca vencida y una lágrima que escapa hacia el oeste como el atardecer de esta tarde fría de diciembre. Las hojas llenan el suelo del vacío del otoño, despedidas que el viento arracima en los muros de ladrillo. El Tajo parece que se mueve con el viento del este, pero es un espejismo. Las fochas y los patos patrullan como grupos de destructores en su Pacífico encalmado, a la conquista de sus novísimas islas de cieno y sueños de ovas, donde atracar y pasar la noche eterna de diciembre. Baja el garcerío, y el negro ceniza de grajilas y estorninos. El sol surfea sus últimos sobre nubes altas y estelas de aviones como cicatrices. Entonces me ajusto la bufanda y cierro un poco más la chaqueta.

Camino por la orilla, el paseo bajo, sucumben henchidas de amarillos las últimas hojas de la higuera salvaje. Aguanta el sauce. Se transparentan tarajes y sauces, amarillos y verdes resistentes, casi perennes como un invierno de febrero. Las parejas de enamorados se hacen fotos de atardecer y tras las gafas de colores el cielo se vuelve cálido, gafas de espejismos que encalan la realidad. La tarde suena a Tom Waits en los auriculares, cantando a otra tardenoche en un pub, cervezas y la miradas encontradas y devueltas con aquella chica al otro lado de la barra: “I hope that I don't fall in love with you”.

Espero a que el sol desaparezca, apoyado sobre la barandilla de fundición, ya fría, destemplada, presintiendo la noche y la niebla que se están creando en algún lugar inalcanzable. Debajo otra pintada, azul remarcado, trazo rápido al principio, lento y espeso al final: “Mi sonrisa siempre llevará escondido su nombre”. Es tarde. Aún no alumbran las farolas. Vuelvo hacia el coche. De lejos veo que me he vuelto a dejar las luces encendidas. Da igual. Espero un poco a que la luna creciente trepe sobre las islas y las cuerdas de acero del puente. Waits sigue cantando, la chica se cansó de esperar pero él ya se había enamorado: “And I think that I just fell in love with you”. Tarde, imbécil, pide otra cerveza, aunque sea hora de cerrar. Al lado, justo detrás, el azulmorado de las letras brilla como un neón. Letras que hablan. No les hacen falta energía, electricidad. El tiempo poco a poco las irá gastando, sin sentir y sin querer, día a día, invierno a invierno. Pero aún no: “Necesito tus besos”.

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