
Ya no se trata del Duero, sino del Tajo. Hace ya tiempo que se tienen noticias de ejemplares divagantes al sur de Gredos, en el valle del Tiétar y el Alberche, y no sólo en las cuerdas de la divisoria del Sistema Central. El lobo en al valle del Alberche busca su dispersión natural hacia el valle del Tajo, y de ahí a los Montes de Toledo-La Jara-Villuercas. En el Alberche el último lobo se mató a principios de los años 80, muy cerca del propio Tajo. 30 años después vuelve.
Es obligación de la Comunidad de Castilla y León preservar las poblaciones de lobo al sur del Duero; y su responsabilidad permitir su estabilización y consolidación al norte del Tajo. Las comunidades limítrofes, Castilla-La Mancha y Madrid, además de Extremadura, deben tomar cartas en el asunto. El lobo en la próxima década debe consolidarse en todo el valle del Alberche, incluso hasta su confluencia con el Tajo, ocupando las sierras de San Vicente y La Higuera. Debe bajar por Gredos, y volver al valle del Tiétar, desde las nacientes hasta el Parque Nacional de Monfragüe. Y debe saltar el Tajo y ocupar La Jara, Valdepusa, las sierras de Guadalupe-Villuercas y unirse a las poblaciones de Sierra Morena.
Por tanto la colonización del Tajo es asunto de interés nacional, no algo exclusivo de una comunidad autónoma. Pero, con una cortedad de miras superlativa, la Junta de Castilla y León atenta nuevamente contra los valores ambientales, no sólo de la provincia de Ávila, sino nacionales, frenando la dispersión del lobo, permitiendo que se maten ejemplares en la cuenca del Tajo. Algo que habrá que denunciar y controlar.
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