La Tribuna de Toledo, 20 septiembre 2013
Javi García @Javikatura
Los lectores de Talavera ya me conocen, pero los de Toledo quizá se anden preguntando si este columnista sabe escribir de algo más que no se agua, ríos, y, en especial del Tajo, ese cadáver insepulto que hiede a las puertas de nuestras ciudades. Sí, prometo que la semana que viene hablaré de otra cosa, no sé si del gobierno o del desgobierno que nos lleva, o quizá de algo que merezca la pena. Pero hoy escribo a poco de registrar cerca de un centenar de folios con las alegaciones de la Plataforma en defensa de los ríos Tajo y Alberche de Talavera de la Reina. Cien páginas no de bulto, sino donde se alinean apretados y con sustancia todos los despropósitos que el Plan de cuenca del Tajo nos traerá.
Verán: aquí el asunto técnico es lo de menos. Se sabe que no hay agua en el Tajo casi ni siquiera para el Tajo, como para darse el lujo de mantener un trasvase. El asunto –el negocio– es político, y hasta me creo que los negociadores del gobierno de Castilla-La Mancha se llegaran a creer que la Secretaría de Estado, la Dirección General del Agua, el CEDEX y toda la maquinaria ingenieril que sabe poco de ríos pero mucho de hormigón, que ensalza el trasvase como enorme y gran obra patria, quizá fuesen de frente, al menos al principio. La historia de este plan de cuenca es negra, oscura, y –lo mejor de todo– es que aún está en la parte decisiva por escribir. El borrador –lo dejamos claro en las alegaciones– es una basura. El buen trabajo de la Oficina de Planificación Hidrológica de la CHT llevado a cabo hasta el borrador fulminante de 2011 –publicado sólo 48 horas y retirado por orden del gobierno de Zapatero–, ha sido frankesteneizado ahora, deglutido por la Dirección General y la Secretaría de Estado, pasado por la trituradora de los regantes del Tajo-Segura y, para terminar, apuntalado por un sinfín de informes técnicos ad hoc, pagados por las plusvalías del Tajo-Segura, y firmados por los estómagos agradecidos que han mamado durante décadas del negocio.
Es lo que hay. Las plataformas ciudadanas llegaremos hasta el fin. Pido lo mismo al gobierno de Castilla-La Mancha. Si persisten en su buenismo, acabarán cosidos a navajazos desde Murcia y Valencia, vendidos por Cañete, y con mucho humo entre las manos. Espero que la presidenta Cospedal bloquee el plan del Tajo y desactive el memorándum, aunque lo veo difícil, porque éste se extenderá silencioso como un cáncer en decretos, leyes, aquí y allá.
El Tajo se nos ha ido –otra vez– de las manos, como a finales de los noventa. Aún hay tiempo para rectificar. Veremos lo que pintan Castilla-La Mancha y su presidenta. Comienza el juego.
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