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viernes, 25 de abril de 2014

La perdicera y la cetrería

La Tribuna de Toledo, 25 abril 2014

Dentro de la casposidad rampante y rancia que caracteriza al gobierno de Castilla-La Mancha, ha destacado en los últimos meses la inclusión por parte de la consejería de Agricultura, del águila perdicera como especie «utilizable» en cetrería. Para ello, el gobierno de esta bendita tierra se ha pasado por el arco de triunfo todos los informes negativos, así como la opinión de técnicos y colectivos conservacionistas, que han alertado del grave descenso de poblaciones de esta rapaz, una de las cuatro grandes águilas ibéricas, de la que por cierto esta –repito– esta bendita región no se ha molestado ni siquiera en elaborar un Plan de Recuperación, al que está obligada por ley. Desconozco cuál es el motivo profundo último que ha llevado a incluir a la perdicera en el catálogo de rapaces, pero tengo claro que aquí priman intereses muy particulares frente al sentido común y la propia ley.

No concibo que la libertad se ate, se troquele, se sujete a un brazo. El águila perdicera es simplemente la libertad del paisaje. Y allí tiene que estar. Libre. Hace unos días veía llegar a su nido a una pareja. Venían altas, elegantes, decididas. Debajo volaba una cigüeña negra, y los buitres leonados alimentaban a los pollos. El Tajo, abajo, reflejaba fresnos y encinas, acebuches y el amarillo liquen del granito. Las águilas bajaban por el cañón, dueñas de su territorio, de su paisaje, de su altura y su destino. Eso es un águila perdicera: la belleza y la rotundidad en el cielo. Salvaje.

Vivimos tiempos de involución. Y la conservación de la Naturaleza no escapa de esta moda. Y más aquí, en esta Castilla-La mancha donde se sigue sin reconocer que nuestro mayor patrimonio, lo que nos diferencia del resto de regiones europeas, es la inmensa riqueza ambiental y paisajística. Pero mientras sigamos con una política de luces tan cortas como oportunistas, nos seguiremos convirtiendo en un inmenso desierto demográfico, el mayor de Europa Occidental.

Espero que se descatalogue pronto a la perdicera como ave de cetrería. Tener una perdicera en el brazo, encapuchada, simboliza mejor que nada estos tiempos grises que cruzamos, donde hay quien piensa que todo tiene que estar controlado, sujeto… que la libertad se regula a golpe de decreto. Se equivocan. La libertad es una perdicera vigilando su cañón, mirándote, libre en su cielo y en su viento.  
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