domingo, 22 de febrero de 2009

LA MANCHA, CAPITAL MÁLAGA

La Tribuna de Talavera 20 de febrero 2009

Dos perros sestean al sol de febrero en medio de la carretera. Entre Anchuras y Piedraescrita el polvo del camino se posa sobre el verde perenne de los desiertos jareños. Paro. Al fondo la raya perfecta de los Montes, el Guadiana espeso y las selvas que se extienden más allá de la raña de Valdeazores. Silencio: los regatos bajando, un pinzón, la perdiz lejana, el zumbido del ganado junto a la posada de colmenas. Los perros me miran. Meto el coche por la cuneta y los dejo tranquilos.

La Mancha, capital Málaga. En eso vamos acabando. Pasamos de castellanos a manchegos, y al final andan a ver si nos colocan la Caja, a ver si la quiere alguien como la han dejado. Y en eso entra el lenguaje de la confusión/mentira, tan propio de la Junta y de afines, a dejarlo todo zarco y espeso, que los ciudadanos somos tontos y sólo entendemos de corridas de toros de pueblo y películas del oeste de serie B. Es una vergüenza que la Región pierda su Caja, pero es el precio que hay que pagar por dejar hacer y deshacer a los mismos que llevan convirtiendo durante aun cuarto de siglo a esta tierra en un océano de jaras y silencio. Por dejar hacer a los mismos que pierden el culo por conseguir la parada del AVE en el Aeropuerto de Ciudad Real, y no mueven ni un dedo para que llegue a esta santa ciudad antes de 2020, que tiene mala sangre la cosa. El precio por dejar hacer, lustro tras lustro, a los mismos que nos tratan tan de tontos e imbéciles, que también quieren vendernos esta vergüenza como un triunfo.

Ayer, viendo bostezar a los perros en Piedraescrita, pensaba en cuáles serían esta vez los cromos, es decir, qué nos tocará pagar a los ciudadanos por los “denodados” “esfuerzos” del “partido” y del “Estado” en limpiar los desastres de la Junta. Y miedo da sólo pensarlo. La nieve parchea aún la espalda umbría del Linchero. La factura va a ser muy alta, y muy profundos los silencios. Las pozas de verde esmeralda brillan entre las cuarcitas de la Jara. Rozas lejanas y estelas de aviones garabateando imposibles en la tarde. Los perros no se mueven. Ahí se quedan.

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