sábado, 25 de abril de 2009

EN MEDIO DE NINGUNA PARTE

La Tribuna de Talavera 13 marzo 2009

La estrategia más común empleada para erradicar el futuro de un pueblo es arrancar las raíces que lo unen con su identidad. En los tiempos que corren quizá decir esto parezca una imbecilidad, cuando todo es global y la realidad es eso que entra por las parabólicas o internet. Pero no hay nada más cierto. Echen un vistazo a nuestra ciudad. ¿Qué somos? ¿A dónde va Talavera de la Reina?

En los últimos años hemos asistido a la desaparición de la identidad ganadera y rural, primero con el destierro del Mercado de Ganados a Torrehierro, y su cierre forzoso, que para legales nosotros. Luego, las Ferias, en vez de representar un homenaje a los pueblos y la comarca, han erradicado igualmente cualquier símbolo de engarce con la tradición, y ya sólo queda el ruido y la basura acumulándose en la Alameda. Y los regadíos del Alberche cada vez están más en entredicho, tanto porque ya el Alberche desemboca en el Guadarrama; como porque nos empeñamos en poner no sé qué polígonos logísticos o parques solares en tierras que jamás deberían perder su dedicación al regadío. ¿Para cuando licenciaturas en la Universidad de Talavera, ligadas al campo, a la tierra?

El ERE de Artesanía Talaverana viene a poner la guinda al olvido de su seña de identidad por parte de una ciudad que inaugura un parque con fuente de gresite, en vez de con su azulejería. El Villareal juega los cuartos de final de la Copa de Europa; y el Talavera no sé por dónde andará en tercera. La diferencia entre ciudades que han sabido hacer de lo suyo un motor de progreso, como dicen los políticos de lenguaje corto; y las que no han sido capaces de ser nada. Talavera de la Reina vegeta y ve cómo poco a poco ya no va quedando nada de esa identidad, que poco a poco, año a año, vamos siendo cada vez más isla a la deriva en ninguna parte. Aquí se ha esperado mucho, se ha mirado cómo la Junta se llevaba los cuartos a la Mancha, y poco a poco nos íbamos convirtiendo en ciudad de segunda, sin voz, y ya casi sin lugar.

Y queda contemplar cómo la ciudad se muere, cómo cada vez hay menos trabajo, y cómo vienen a decirnos, los de Toledo, que nos quejamos de vicio, que no lloremos tanto. ¡Hay que joderse!

Nos están dejando en nada. Y lo peor es que nos dejamos, como los borregos que van al matadero.


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