La Tribuna de Toledo, 5 diciembre 2014
Acuarela de Edgar
T.A. Wigram. Northern Spain, 1906.
El pasado martes dos de diciembre, el Comité de Peticiones del Parlamento Europeo dio audiencia a los representantes del delta del Ebro, e incluso invitó a los del alto Guadiana. Pero los del Tajo fuimos vetados. El motivo: el Partido Popular no quiere que se hable del Tajo, ni en Toledo ni en Talavera de la Reina, ni en Castilla-La Mancha, ni en España y ni mucho menos en Bruselas. Por tanto, pese a que la petición al parlamento realizada conjuntamente por la Plataforma en defensa de los ríos Tajo y Alberche de Talavera de la Reina, e Izquierda Unida de Castilla-La Mancha, tiene un número de entrada y tramitación muy anterior a las del Guadiana y Ebro, nos quedamos fuera, pese a los reiterados intentos de que se nos incluyera en el orden del día por parte de las eurodiputadas de Izquierda Unida. Nada.
Si usted analiza lo que los políticos y medios oficialistas cuentan del Tajo, comprobará que quitando la engañifa de playa de cartón piedra que nos perpetran en Talavera, nada más se habla del Tajo. Nada se dice, por ejemplo, de que mientras que la media nacional de llenado de los embalses se encuentra cerca del 70%, la cabecera sólo al 22%; o que ahora mismo se está trasvasando en una semana lo que consumen Toledo o Talavera en un año y medio. O que el año hidrológico pasado fue el que más se trasvasó desde el año 2000, cerca de 500 hectómetros cúbicos (el equivalente al consumo de casi toda la Comunidad de Madrid), el 65% de lo que entró en cabecera, lo que permitió aumentar la superficie cultivada en Murcia hasta un 120% de la media, propiciando lo que ya denominan “burbuja del regadío”; o que el Tajo se encuentra en nivel de Alerta, que casi sólo queda cieno en Entrepeñas y Buendía.
La información oficialista se amolda a lo que quieren el gobierno de Cospedal y los intereses del trasvase, muy bien defendidos por la consejera de Fomento, Cañete y Valcárcel, estos dos cómodamente ubicados en Bruselas y vigilando los negocios de los amigos, tanto en agua como en otros asuntos donde son y serán muy útiles. Mientras, las fotos aéreas de Entrepeñas y Buendía muestran dos charcos; y el Tajo pasa por esta provincia convertido en una cloaca, y sin tener garantizada en cabecera recursos para los caudales legales –no ecológicos, que no existen– el próximo verano.
En estas, la orden taxativa es enterrar el Tajo. Que no se hable de él, y que la chapuza consecutiva de remiendos (plan de cuenca, memorándum de la ley de impacto ambiental, y decreto del Tajo-Segura), no se aireen ni se hagan públicos en Bruselas, porque nos pasamos por el forro directivas para aburrir. Y en estas, sacamos a toda prisa un nuevo plan del Tajo en la primavera de 2015 que deje atado y bien atado la gestión del río subordinada al Tajo-Segura, y el que venga después de las elecciones tendrá que apechugar con ello hasta 2021.
Esos son los planes y los motivos de la censura y la ley del silencio sobre el Tajo dictada aquí y en Bruselas. Ahora que nos vendan playas con ducha y sin agua en el río. Es para lo que sirven.
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