viernes, 27 de febrero de 2015

Toledo fallera

La Tribuna de Toledo, 27 febrero 2015



Lo he entendido. O ya he colmado el vaso de la normalidad, de lo que se denomina realidad. Todo es una farsa, una comedia en un corral entre medianeras, una película de esas que echaban los húngaros desde sus decauves en los setenta en los solares de esta Talavera eterna de barrios a medio hacer. Fallas en Toledo, faltaría más, con su caloret y todo y la alcaldesa de valencia tirando petardos y animando el cotarro, como Dios y Page mandan… Me gusta la idea… Eso es el policulturalismo castellano, nada de purezas y rancionismos anacrónicos nacionalistas… En Talavera de la Reina –sí, ese pueblo que queda yendo para Navalmoral de la Mata en las Extremaduras…–, hace tiempo que tenemos una feria de Abril, bueno dos, una en mayo y otra en septiembre… Y una cabalgata de Mondas que parece… lo que parezca. Ahí también llevamos ventaja a Toledo, bueno ahí y en paro, destrucción de puestos de trabajo y quejíos por metro cuadrado…

Al fin ha llegado el minelarismo, la cosmogonía daliniana se expande en un big bang que es como el Bimbó de Georgie Dann pero más fino y menos setentero. Dios existe porque sale en el BOE, o viceversa. Dios ha creado al hombre para que le adore, el hombre vive en rebaño armónico adorando a Dios, menos Rouco que vive en su ático. Dios que no es el divino Dalí, sino el Dios del BOE. Pero en éstas llegó la crisis, y Rajoy y su cosmogonía del BOE amante de reales decretos y porque síes; y la política post transición se nos desbarajusta, como una falla toledadana que arde y arde mientras el fuego se refleja en las espumas e irisaciones de grasa del Tajo de mentira, porque el original anda por Levante, igual que las fallas de verdad.

La realidad va a ser el surrealismo que nos lleva. Alguien nos está grabando, y dentro de treinta años nos sacará en un programa de televisión, como esos que salen ahora y nos vemos en los ochenta con Ford Fiesta, pantalones sobaqueros y camisas imposibles. Y diremos, como decimos ahora, que qué flojos y que inocentes éramos. Pues eso. El candidato a alcalde del PP para Toledo y el aún alcalde de Talavera vienen a vender un proyecto de recuperación del Tajo. Pero ese proyecto ya está hecho y pagado. ¿Duplicamos? ¿700.000 euros para amigos? ¿Nos han tomado definitivamente por tontos? ¿Bailamos el Bimbó? Si lo único que hace falta es agua, y eso se han encargado ellos en esta legislatura de dejarlo atado y bien atado para Murcia… Espejismo, cartón piedra, en esta España en la que todos hablan a la vez, como en las películas de Berlanga, que cuánta falta nos hace. En Talaverilla el beaterío arrasa plaza y árboles. Es la España moderna del XXI. Fallas en Toledo. La realidad no se puede aguantar. Estamos en un tiempo nuevo, o no…, trasunto o surrealismo. Elija usted.

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viernes, 20 de febrero de 2015

Agua robada

La Tribuna de Toledo, 20 febrero 2015

El trasvase Tajo-Segura es el mayor ejemplo de expolio de recursos en la Península ibérica. Robar al pobre para regalar al rico, a costa del cadáver de un río, el Tajo ni más ni menos, y de una cuenca hidrográfica supeditada a los sobrantes del propio trasvase a los negocios de Murcia. Una imposición del franquismo, bendecida hoy día por la Administración –Madrid y Toledo–, y que retrata de muchas maneras lo que ahora, febrero de 2015, es Castilla-La Mancha y lo poco que pinta en el entramado territorial de las taifas ibéricas.

Hubo otro robo, más lejano, cuando el túnel del Talave perforó las sierras de Hellín para alcanzar el Mundo, y se llevó por delante el agua de los acuíferos de la zona. Al túnel no entraba una gota, pero salía hecho un río rumbo al Mundo. Recuperar el agua drenada y que secó arroyos, pozos y manantiales, utilizada en Murcia y Alicante, y luego en la Mancha Oriental en el Júcar, ha sido siempre una justa reivindicación de los regantes y ciudadanos de la zona. Y eso es lo que pensaban, que al final se hacía justicia, cuando el pasado jueves 12 de febrero el Consejo de gobierno de Castilla-La Mancha declaraba de Interés Regional la transformación en regadío de 862 hectáreas en Hellín (Albacete) con casi 2,45 hectómetros cúbicos al año de dotación.

Cuando leí la noticia me pareció raro, pero una buena noticia. Raro porque el asunto viene de muy largo, y además transformar casi 900 hectáreas en estos tiempos, y en la cuenca del Segura, tiene su miga. No ya sólo porque su plan de cuenca da un –ficticio déficit anual de cerca de 500 hectómetros cúbicos, sino porque la transformación tiene lugar en Castilla-La Mancha, y aquí ya se sabe, que el Júcar y el Segura ni tocar, que el agua “es” respectivamente de Valencia y Murcia, asunto santificado en planes de cuenca bendecidos hace cuatro días por el gobierno –un decir también en asuntos de agua y ríos– de aquí. Pero todo tiene su explicación. A los pocos días UPA denunciaba que el agua no iría a los regadíos sociales, los 353 regantes que llevaban años demandando esa agua, sino a una nueva transformación de tierras de secano, parte de ella propiedad de familiares y dirigentes del propio Partido Popular, según denunciaban en rueda de prensa. Todo quedaba claro.

Este cambiazo hídrico define una manera de hacer política. Una manera de gestionar para el interés privado. Donde lo general, los ciudadanos, somos contingente, pero los señoritos tienen sus derechos garantizados. El agua robada de la sierra de Hellín simboliza el tocomocho, el cambiazo, el usar la Administración para el interés más personal. Al final, el agua del túnel del Talave acaba en los aguatenientes. Da lo mismo que en Murcia o Albacete. Porque quien manda aquí, desde siempre, son los mismos. Y, antes, lo llamaban dictadura. Ahora, los votamos. El agua robada del Talave, toda una metáfora de esta Castilla-La Mancha y de esta época.
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lunes, 16 de febrero de 2015

Todo vale

La Tribuna de Toledo, 13 febrero 2015

Todo se tuerce cuando todo vale. Cuando la policía, furgonetas, cascos y parafernalia al uso, está para desahuciar a una familia, a dos, a tres, a diez mil. Cuando la justicia es una máquina lenta y sumisa al poder, al económico, que es el único que existe, porque los demás son sus marionetas, sus sombras, sus ejecutores. Cuando los ciudadanos –la `gente´ en jerga barriobajera política– rebusca en los contendores a las puertas de los supermercados. Cuando se privatiza la luz, el viento, el agua, y se da orden para que una familia, dos, mil se queden sin agua, luz, calefacción. Cuando los oligopolios son el propio Estado, las puertas giratorias y los sillones en los consejos de administración y tal. Cuando la corrupción no sólo es eso de llevarse la pasta a Suiza, o a cualquier paraíso fiscal, sino gastarse el poco dinero de los ciudadanos arrancado con impuestos insoportables, en levantar calles, desarreglar plazas, izar puentes inmensos o gastar por gastar en eso que se llama eufemística y carcajeantemente, obra pública, y más a puerta gayola de las elecciones. Cuando el presidente de un gobierno con un porcentaje de población no en el umbral, sino en el pozo de la pobreza –algo que es a estas alturas de la novela inaceptable para un país europeo y del primer mundo–, dice que no ve “ese país”, que no sabe de su existencia. O el aún jefe de la oposición dice que ya “hemos salido”, así en plural de la crisis. Cuando quien manda es la maravilla de la alucinación, del coche oficial, del sueldo público casi de por vida, el cargo, la prebenda… es que todo empieza a valer 

Todo empieza a valer en un país donde el partido que gobierna dice que ha faltado piel, carcasa, envoltorio, para vender a los ciudadanos sus reformas de ajuste, disfraz chusco de carnaval o celofán rosa de san Valentín, que aquí sólo han ajustado el cinturón a los mismos, los de siempre, los que se las llevan en los dos carrillos cada crisis. Todo empieza a valer cuando confundimos igualdad con justicia, derechos con oportunidades, cuando ves que si te descuidas te quedas en la cuneta para lo que te resta de vida. Todo vale cuando los bancos ganan miles de millones y la `gente´ se muere porque el Estado (que ya no somos todos) no puede pagar unas pastillas, pero sí tiene y de sobra para gastarse miles de millones en armamento, o para autonomías que no sirven para nada, diputaciones que son colocaderos y gastaderos, o mantenemos no sé cuantas televisiones públicas del partido del gobierno de turno, con redacciones paralelas porque como `gente´ imbécil que somos, nos tenemos que tragar y pagar la propaganda de los diecisiete regímenes taifarios, más la nacional.

Todo empieza a valer cuando creemos que la crisis ha quedado atrás, con los cadáveres en la cuneta, olvidados, asunto al que es muy dado este país. Pero este desorden aún no ha terminado. La España de hoy son esos niños arrancados de su casa por los antidisturbios. Eso es la España que tenemos, la que se empieza a distorsionar, la del todo vale ya. Y no sé si es la que queremos.
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Punto y aparte

La Tribuna de Toledo, 6 febrero 2015



Ocho y cuarto de la tarde. Jueves. Me quedan tres cuartos de hora para enviar esta columna. Quizá la envíe. O no. Si usted la lee es que salió. Si no, se quedó en la carpeta de borradores, una carpeta llena de escritos, como bizcochos que salen del horno sin crecer, otros terminados pero que se han quedado ahí, porque he decidido que no saliesen, no porque sean de los raros, sino porque no todo lo que se escribe debe publicarse, como no todo lo que se ve puede y debe fotografiarse. En YouTube suena el Crazy Love del Moondance de Van Morrison y tras la ventana rilan las luces de los pueblos hasta más allá de Cebolla, y brilla la plata de la nieve agarrada a Gredos.

Hay muchas cosas sobre las que escribir. Tengo la cabeza llena con las cortinas de nieve que ayer caían sobre el valle del Jerte, el sol. Las nubes derrumbándose sobre las gargantas de Gredos y el sol jugando con el paisaje, la luz de invierno. El vuelo de los milanos reales patrullando la nacional cinco, la raya de la sierra de las Corchuelas de amanecida con el monte protector cubriendo el encuentro del Tajo y el Tiétar. También tengo en la cabeza la fragmentación de la izquierda, y daría para una columna la voladura interior de una oportunidad de gobierno para y por los ciudadanos, no para los mercados, bancos e intereses varios, donde es el ciudadano el que sufre, el más débil, el más fácil de culpabilizar. Por la cabeza rondan las águilas del Alberche, las imperiales que ya estarán pegándose y marcando el territorio. Tengo que ir a verlas. Ya. Lo apunto y me comprometo a ir esta semana. Todo llegará. Todo se escribirá. A su tiempo.

Muchas cosas de las que escribir. La pobreza que atenaza a mi ciudad, que se cuela y se instala como el frío en los huesos. El tran tran cansino que se ha instalado, la falta de luz y brillo. Pero también la esperanza. El orden, lo que queda por hacer. La fuerza que sale y crece y empuja. Todo está ahí delante. Un mundo nuevo, el tiempo de los intentos de Silvio, la perdicera en su risco guardando su rincón solitario y libre de Tajo, su tesoro. Todo se mueve. Y si no se mueve, se empuja hasta que ruede, hasta quedar agotado y conseguirlo. Un punto y aparte.

Nueve menos tres minutos. Pongo en Twitter datos de las crecidas del Tajo, fotos antiguas de un río libre. Termino de escribir. Sale la luna llena de entre las nubes persiguiendo a Júpiter. Suena en los altavoces el Listen to the Lion de Morrison. Hora de cerrar. Tiempo de empezar.
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