La Tribuna de Toledo, 9 octubre 2015
Como dicen los comentaristas argentinos de fútbol, se vienen unos lustros de socialismo
castellano-manchego a esta región. O un par de décadas. Page conoce el terreno, sabe el
banquillo con el que cuenta, y cómo contentar tanto al público bocadillero de sol, como al
selecto –permítanme la licencia– del tendido siete. Cospedal quemó sus naves trayendo a un
ramillete de estirados de Madrid, que pensaban que esto era el cortijo, ellos los señoritos, y los
paletos de aquí unas fotocopias en blanco y negro de Paco el Bajo y la Régula en los chozos
manchegos de la raya de la linde. La soberbia en política no se contrarresta con toros
enlatados y una campaña de comunicación donde al paisano se le deja por imbécil en cada
telediario. Page ha cogido el poder y no lo va a soltar. Sabe jugar en cada rincón de la región, y
ha elegido bien a esas segundas y terceras filas imprescindibles para mantener en paz y libre
de pieles rojas un territorio enorme, como los de Oregón o el Yukón en las películas coloreadas
de los años treinta. Podemos es una anécdota ya fagocitada y diluida como un chorrillo de
aguardiente en una cantimplora de café aguado. Ni son los que deberían haber estado, ni
están haciendo lo que en teoría debería ser la labor de un partido que viene a satisfacer a la
gente, la necesitada, la que se moviliza y quiere cambios de verdad. Vamos, como si pides un
orujo blanco y te sirven un licor de manzana sin alcohol.
Ante este panorama las generales se presentan pastueñas y sosegadas. Los mismos de siempre
en los sillones de siempre. PP y PSOE colocan las mismas figuras en los carteles, ora en el
Senado, ora en Cortes, que qué más da. Ciudadanos a ver qué trinca, y Podemos de perfil,
reclutando a mercenarios sin mochila, si acaso algún manual de arribismo; y los que no
traguen, a juntarse en los Comunes o como se quiera llamar, en la izquierda que de momento
no es de figurar ni de papel, sino real, y que están en los ayuntamientos, dando la cara y
trabajando. Es una sensación extraña de haber estado ya aquí, de haberlo vivido. Una divertida
maniobra lampedusiana, para conducir al redil al rebaño que por un momento pensó por sí
mismo, que vislumbró que quizá las cosas podían ser diferentes.
Un escenario muy conservador el que se presenta, con la mayoría de los equipos jugando en
un trozo muy reducido del césped, porque el poder se gana en el centro, en el centro-derecha,
y la izquierda viene muy bien para los mítines pero complica la vida a la hora de gobernar. ¿Y
Castilla-La Mancha? ¿Y la provincia de Toledo? Pues a lo mismo de siempre. A no pintar nada,
al vagón de cola, al ladrillo cuando toque otra vez, o a ver qué nos inventamos. ¿Y la gente?
Pues eso.
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