Tiétar en Arenas de San Pedro
Jerte en GalisteoGarganta Cuartos en Losar de La Vera
Tajo en Cebolla
palabras e imágenes
Tiétar en Arenas de San Pedro
Jerte en Galisteo
Fui antes que lloviera. La lluvia del otoño siempre limpia y hace posibles los días transparentes, deja el paisaje como pulido y listo para revista. No había llovido aún y los colores eran de verano, aunque las nubes ya se agarraban a Gredos con fuerza. El paisaje es el mismo, con la cicatriz del fuego trepando desde Arenas hacia lo alto. Los pinos permanecen en pie, un bosque de lanzas grises y oscuras, tan oscuras que en algunos valles es imposible definir los detalles y todo se queda amalgamado en un negro espeso, como un agujero negro que atrapara todo y no dejara salir nada.
El alto Guadiana ya no existe. Tampoco existen el curso bajo del Gigüela, ni los Ojos de Villarrubia, ni las Tablas de Daimiel. Nada. Siguen ahí, en los mapas y los papeles, en las señales de las carreteras. Existe aún un parque nacional que lleva el nombre de las Tablas de Daimiel. Pero ya todo es Historia.
El arroyo Castañarejo baja desde casi lo más alto de Gredos, e incluso este verano lleva agua. Las cascadas resbalan por el musgo y entre las sombras de los robles. Río de alisos y sacuces, de agua limpia y rápida. Junto al puente de la pista del refugio de la Albarea una máquina ha desviado el cauce, y mete el agua por una arqueta. Allí unos tubos se la llevan bajo el camino. El río se queda seco y los alisos en silencio. Quizá éste sea el futuro de Candeleda: sin agua. Lo que se quiere hacer con este municipio, además de una vergüenza, es un despropósito de tales dimensiones que la Junta de Castilla y León, la Confederación Hidrográfica del Tajo, e incluso el ministerio de Medio Ambiente, tendrán que dar muchas explicaciones. Lo que está claro es que Candeleda no quiere quedarse sin futuro. El viernes lo va a demostrar. El problema del abastecimiento de la Campana de Oropesa y Cuatro Villas no es que se haya secado el Tiétar. El problema reside en la absoluta dejadez de la Confederación Hidrográfica del Tajo, y la falta de soluciones por parte del Gobierno de Castilla-La Mancha. Dejadez por parte de la CHT, porque es insultante que 15.000 ciudadanos que viven en el tramo medio del Tajo, junto al afluente más importante del propio Tajo, el Tiétar, con recursos más que sobrados, en pleno siglo XXI se hayan quedado sin agua potable en sus casas. Estamos hablando de 15.000 ciudadanos que viven junto a un Tajo “excedentario” por la ley franquista de 1971, del que hoy mismo se está trasvasando en un día lo mismo que consume la Mancomunidad en tres años. ¿Qué está pasando aquí? Si se hubieran quedado sin agua potable en Murcia, o Alicante se hubiera puesto el grito en el cielo: pero como aquí somos ciudadanos de segunda o tercera, nos tenemos que joder y aguantarnos, y seguir hasta dentro de un año, si no llueve antes, con agua no potable saliendo por los grifos, y con cuatro garrafas. Y encima dando las gracias.
La CHT pierde el culo para llevarse el agua por el Trasvase, o a Ciudad Real. Pero se lava las manos con la nefasta gestión del Tiétar y del Guadyerbas, por no decir del Tajo, que lleva dos meses parado entre Talavera y El Puente del Arzobispo. La CHT puso en vigor en 2006 el Plan Especial de la Sequía, que venía a poner soluciones a, precisamente, la sequía. ¿Qué hizo para el Tajo en nuestro territorio? Pues, al contrario que en el resto del país, nos quitó las situaciones de Prealerta y Alerta, pasando directamente de las situaciones de Normalidad a Emergencia, es decir, de tener agua a no tenerla, como ha sucedido ahora. Repito: el único lugar del país. ¿Por qué? Porque si tuviéramos las situaciones de Prealerta y Alerta, inmediatamente tendría que dejarse de trasvasar agua al Levante, y debería venir a paliar las carencias del propio Tajo. Y, evidentemente, se prefirió dejarnos con el culo al aire a nosotros, ciudadano de tercera, que permitir que el Trasvase se cerrara.
Y el Gobierno de Castilla-La Mancha, aparte de importarle más llevarse el agua del Tajo a la Mancha que los ciudadanos del oeste de Toledo tengan agua adecuada en sus grifos, ha tardado demasiado tiempo en tomarse en serio el abastecimiento a la Mancomunidad. No se ha preocupado de hacer una planta potabilizadora en condiciones, no en la presa del Guadyerbas, sino en el Rosarito. Permite que la CHT siga considerando al embalse de Navalcán como un barreño que vaciar a antojo cuando Rosarito se queda sin agua a finales de agosto; y no le importa un rábano la gestión que se hace del Tiétar en su tramo alto, y que ha conducido a la situación actual.
Que nadie se engañe, o engañe: si no hay agua potable es porque no se han hecho las cosas como se deberían haber hecho. Ahora, a sufrir las consecuencias.

Cruza un zorro hasta el monte, las encinas de la linde mueren por la seca y el calor. Aguantan los melojos, y el quejigo verdea con fuerza. Me acerco hasta él. En una charca junto al Guadyerbas se refugia lo poco que queda de río. Allí descansan cigüeñas, garcetas, garzas reales y bajan a beber las torcaces. El granito muestra las marcas de la corriente, las líneas del agua. Caminar sobre el lecho del río es extraño, es profanar un territorio sagrado y vedado a los seres de la superficie. Camino despacio sobre el granito pulido. Me observan los galápagos leprosos, de todos los tamaños, arracimados en su charca. De repente todos se lanzan al agua. El aire es espeso, un olor mineral y profundo se extiende por la raya de los jarales de la Solana.
Ayer el Alberche pasaba con ganas bajo Escalona. El agua brillaba en las chorreras, y se iba a esconder, rápida, entre las saucedas y las alisedas. Probablemente el Alberche sea actualmente el río de la cuenca del Tajo con mayor caudal, exceptuando al Jarama -colector de aguas residuales de Madrid-. El Alberche lleva agua porque tiene que llegar a los regantes del Canal Bajo del Alberche, si no estas imágenes no existirían y el río reduciría su cauce a poco más de un metro de anchura. Esto es lo que pasó en los años en los que la Confederación Hidrográfica del Tajo no permitió regar con agua del Alberche, y dejó que toda al agua se fuera. bombeada desde Picadas al Guadarrama, para "regar" el césped de los adosados de la periferia madrileña.
El Alberche necesita este caudal, porque es un reguero de verde y de vida, de bosques y de sombra. Sin regadíos en la vega de Talavera -Alberche, Talaverilla, Pepino, Calera-, no existiría el Alberche, el propio río, aguas abajo de Picadas, ya que todo esta agua se iría bombeada hasta los depósitos del Canal de Isabel II en Madrid. No creo que existan regadíos más "ecológicos" que los del Canal Bajo del Alberche. Ayer, 10 de julio, hacían posible este paisaje en la vega de Escalona.

Fotografía tomada el 20-J, desde el atril donde más tarde se leería el manifiesto, y mucho antes que la manifestacíón arrancase. La Tribuna de Talavera desde la tribuna.
El fuego siempre está ahí, aunque no se le vea, como el aire. Se barruntaba antes que prendiera en las barrancas, quizá antes que el propio fuego lo supiera. Saliendo de Madrid, al fondo se divisaba la columna trepando vertical. Intentaba ubicarla, quizá en la Jara, en el Pusa o en el Jébalo. Pero al final fue en las barrancas, junto al Tajo y llevándose por delante el monte de chaparros y coscojas adherido con paciencia infinita, como una costra, a la arena petrificada.