La Tribuna de Talavera, 19 noviembre 2010Luces en la oscuridad más allá del cristal de la ventana. Relámpagos de estrellas brillan lejos en la autopista, cerrando al norte los suburbios de la ciudad que se apaga poco a poco, sin sentir. Las luces se encienden lentas, entre la neblina sucia de hogueras donde arden ruedas gastadas y la basura de toda una vida. Hubo un tiempo en el que pude haberme ido, lejos, sobre esa autopista plateada que brilla con el sol sucio de la tarde, con coches relucientes que van y vienen como sueños de ida y vuelta. Y no lo hice. Antes, ¿sabes?, pensaba que es mejor darse la vida para recordar lo que pudo haber sido, que vivir lo que tenía que ser. Qué estupidez, ya lo sé, no me mires así. Desde la ventana el mundo gira bajo las nubes de piedra que avanzan y avanzan, impasibles a todo. En la radio suena una canción triste de Roy Orbison. Pájaros negros pasan a ras de los tejados, ondas de alas transparentes, ropa movida por un viento lento, colgando desde siempre de las fachadas de ladrillo. ¿Ves?, todo sigue, todo se mueve arrastrando un cansancio infinito: las luces rojas de los coches, los brillos de neón de los escaparates, las mismas lámparas amarillas en las ventanas noche tras noche, el humo lento de las chimeneas… Todo igual, como una máquina. No hay sentido.
viernes, 19 de noviembre de 2010
Lejos
Luces rojas que huyen por la carretera. Allá abajo la ciudad duerme. ¿Sabes?, pudimos haber sido otros si hubiéramos dejado todo y nos hubiéramos ido con la autopista, lejos de esta ciudad de calles grises y gente marrón que va y viene, sin pararse siquiera a deslumbrase con el brillo del sol de invierno. ¿Qué hubiera sido de nosotros lejos de aquí? Mira los grafitis, el único fogonazo de color en este paisaje de silencio, donde ya no queda nada, sólo un decorado para zombis andantes. Allí, lejos, ¿ves?, en la oscuridad la autopista aún nos espera brillante.
Recoge tus cosas, aquellos discos gastados, los libros amarillos, agarra la última mirada a esta ciudad que duerme bajo el humo espeso de las hogueras de abandonos y ruedas gastadas como vidas sin sentido. Vamos, no llores más, la vida es eso que late en las venas de la autopista esta noche envuelta en la oscuridad. Un latido espeso, ¿no lo oyes?, que nos llama y nos llevará lejos, muy lejos, para siempre. No mires atrás, no queda nada en esta tierra terminada. Ven, iremos lejos, muy lejos, te llevaré donde algo tenga sentido, donde la luz brille, muy lejos de aquí, donde nos conduzca la autopista que esta noche brilla para nosotros como un relámpago de estrellas.
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