viernes, 29 de julio de 2011

Aromas lampedusianos

La Tribuna de Talavera, 29 julio 2011 


Fue en 2003, poco después de que Aznar casara a su hija en El Escorial. Tiempos recios donde se cocía a fuego lento el naufragio que vendría después. Entonces se trazó el Eje 16, la línea de transportes por ferrocarril que conectaría el Atlántico portugués y Algeciras, con la Europa de más allá de los Pirineos. Ya entonces se decidió que el camino más corto entre Lisboa y Madrid no era el que trazaron los romanos por el valle del Tajo, sino por el Guadiana empalmando Badajoz con Ciudad Real-Alcázar de San Juan-Madrid. Nadie dijo nada, ni entonces ni en los ocho años siguientes. Ahora, con el miedo a que el chantaje nacionalista vasco haga que el agonizante Zapatero se decante por la línea de Lisboa-Valladolid-Irún, hace que los novísimos gobiernos regionales del PP pongan orden y exijan la línea del centro, es decir, la que tampoco pasa por Talavera de la Reina. No tengo nada contra la Mancha, contra Alcázar de San Juan; pero sí tengo algo personal con los que no quieren nada para Talavera de la Reina.


 

El Gobierno de Castilla-La Mancha comienza a cometer el mismo error que los anteriores, es decir, tomar a Talavera de la Reina por el pito del sereno y heredar y dar por suyos los errores del régimen Bono/Barreda, y seguimos siendo esa patria de los lugares comunes, lugar donde hay mucho paro, está muy lejos, hay determinada gente que incomoda... Sí, señores, eso ya lo sabíamos. Los aromas lampedusianos comienzan a extenderse por este confín castellano (que no manchego), mientras el trasvase Tajo-Segura va que se sale, como jamás se le ha visto, y el Tajo seco en Talavera de la Reina, y sin que nadie del Gobierno de Castilla-La Mancha tenga la decencia de decir nada, aparte de la simplonería del plan hidrológico nacional, que ni uno de ellos sabe lo que es, ni que se está ejecutando ahora mismo. Y pasa el tiempo, y mientras esperamos que llegue septiembre, o que llegue octubre, o las elecciones, en noviembre o primavera, y vemos dónde nos colocamos en Madrid. Mientras, el tiempo vuela, los vencejos se van, y vendrán las grullas con otro invierno terrorífico. Los lodos de 30 años de abandono a Talavera ahora se espesan. Ni habrá tren de alta velocidad o como se quiera llamar, ni el eje de de mercancías pasará por aquí. Castilla-La Mancha se seguirá gobernando desde el AVE de cercanías con Madrid. El Tajo seguirá siendo la metáfora de esta Castilla-La Mancha, de tanta belleza y posibilidades, como desconocida e inabarcable por los que la gobiernan, eternamente segundo plano, trampolín para mayores querencias. El Tajo como ejemplo, demagogia para el PSOE, desprecio para el PP. Hay que entrar al detalle, al paisaje de cercanías. No se está haciendo, y no sé que será peor: que no se quiera hacer o que no se sepa hacer. Velahí. Share/Bookmark Leer más...

miércoles, 20 de julio de 2011

Perfil de etapa


No, no es el perfil de la etapa de hoy del Tour, subiendo y bajando puertos en los Alpes. Es el gráfico de caudales circulantes por la estación de aforo del río Tajo que la Confederación Hidrográfica del Tajo tiene ubicada en la localidad toledana de Cebolla, aproximadamente unos 30 kilómetros aguas arriba de Talavera de la Reina. Como en Talavera de la Reina no hay datos de aforos (la cifra que se proporciona está en cota sobre el nivel del mar (?), para descifrar el caudal que pasa por Talavera de la Reina hay que apañarse con éste, restarle los consumos que se producen por tomas y regadíos en el tramo, no sumar nada por el Alberche que llega seco al Tajo (pese a tener los embalses de San Juan y El Burguillo al 80%), ver cómo funcionan las dos minicentrales que estrangulan al Tajo, y más o menos sacar unas cuentas. Hay quien dirá que es echarle mucha imaginación. Y lo es, lo reconozco. He calculado un consumo sólo para regadío de unos 6-8 m3/s medios en los meses de verano sólo en el tramo Cebolla-Talavera, de tomas directas, pues los regadíos de Castrejón se quedan más arriba. Con todo ello, el caudal medio que circula por Talavera de la Reina es un 40-50% menos que el que circula por Cebolla (ayer una media muy generosa según el SAIH de unos 20 m3/s); es decir, por talavera circuló ayer una media de 10 m3/s "oficiales", que cualquiera que estuviera por el río no encontraría en ninguna parte. Eso sí, si tomamos la media de lo que entra/sale en Azután, me sale que por Talavera circulan unos 2-4 m3/s.


Pues eso. Sin datos oficiales, sin saber nada, me quedo con el "perfil de la etapa" del Tajo ayer en Cebolla: picos de 30 m3/s, ratos de 0 m3/s, vamos un régimen natural y homogéneo donde los haya. Y luego se quejan en el Ebro de que los bajan unas horas de 30 m3/s en Zaragoza. Aquí, en la mayor ciudad de España y Portugal a orillas del Tajo -el Tajo de Lisboa es otra cosa- tenemos un caudal de entre 0, 4 y 10 m3/s siendo muy generosos y creyedo al SAIH de la CHT. Eso sí, mientras, a piñón fijo, 27 m3/s de "excedentes" por el Trasvase al Segura. Es lo que se llama una planificación hidrológica con sentido. 
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lunes, 18 de julio de 2011

Incendio forestal en Fresnedoso de Ibor





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viernes, 15 de julio de 2011

Desde la raña


Desde la raña el paisaje es real y tozudo. A un lado los quintos que caen al Pusa, más allá las rozas y los encinares y los jarales reverberando a las cuatro de la tarde. Más lejos Gredos, el Almanzor, la línea azul y transparente de la distancia infinita. Si no estuviera Gredos la mirada caería hasta el Océano y más allá, hasta las nieblas del norte, y se iría a navegar distancias, lejos, muy lejos. Días limpios, lúcidos como hoy, nacen muy pocos. Al sur la labranza vieja del Mancho, hecha ya barro, observándome desde el paisaje. Me arrimo a la sombra de una encina. Sale una pareja de torcaces. No hace calor en este verano frío y sin sangre, como paralizado por un rayo. Las alpacas puntean el paisaje, ya está todo cosechado, las pajas se clavan en las botas, y los rollos encementados con la arcilla roja tapizan la distancia como una era gigante, de hombres antiguos, ya derrotados como todo lo que vale. Me siento a la sombra de la encina y pongo las manos sobre los rollos, toco la tierra, las cuarcitas rodadas de la raña, gastadas por siglos de sol, lluvia, hielos y arados. Esto es la verdad, saben, hablan, sienten. He cerrado el ordenador, las noticias del desastre, la burla y escarnio a mi región, a mi tierra, que es esta que ahora toco y veo, que huelo, escucho y siento. Y me he subido a la Jara, paradigma de esta Castilla-La Mancha en la picota. Tierra pobre, saqueada una y otra vez, esta Castilla de conversos que ahora glosan las gracias a la nueva Corte de Toledo, y que callaban hace cuatro ó cinco años con los desmanes. Tierra de simples, tierra de ajustar cuentas, de conmigo o contra de mi, de amos y mejores siervos, donde la libertad es romper lanzas una y otra vez contra los molinos de la realidad, tierra de armaduras abolladas, de amarguras y contraluces zarcos, tierra sin mar, de espejismos evanescentes como humos vencidos y caídos.
 

Desde la raña el paisaje es infinito. Pasa un pastor, ovejas, alguna cabra, el carea me mira. Las pezuñas levantan el polvo que se lleva el viento sobre esta tierra, sobre esta Castilla-La Mancha real, que toco, que siento, que hoy desguazan los gigantes; que es, que vive, que respira, que vuela. Que existe. Tierra sin mar a donde huir, donde la mirada sólo puede clavarse, lejos, en el filo azul de Gredos desde donde esta Castilla del sur hoy es parda, limpia, despejada, vacía, abierta, de realidades transparentes y frías como este verano sin aliento.
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martes, 12 de julio de 2011

Por aquí antes pasaba un río: el Alberche




Por aquí, en este páramo lunar, con esqueletos de sauces y álamos, antes bajaba un río. Yo me he bañado en el Alberche, hace 20-25 años, entre sauces y encinas que bajaban hasta la orilla. Entonces, en verano, el río daba para llenar 4 ó 5 ojos del puente. Hoy ni para uno. No hay caudal, y las carpas intentan en vano subir desde el Tajo, donde desemboca medio kilómetro más abajo. No sale ni una gota de la presa de Cazalegas, aquí eso del caudal ecológico no se conoce. Desde donde antes estaban los quioscos, hasta el reguero de agua que baja, ahora hay doscientos o trescientos metros de paisaje lunar. No hay caudal, el río está muerto, las zapatas del puente al aire, la basura se acumula, y el polvo que levantan los camiones de las graveras llena el paisaje. Antes, por aquí, en los veranos pasaba un río, el Alberche, río de aguas limpias que bajaba desde el Gredos nortizo. Ahora el agua del Alberche llega con cuentagotas a los regadíos de talavera, y la mayoría se queda en San Juan y El Burguillo para bombearla cuando sea menester al embalse de Valmayor, en la cuenca del Guadarrama, para el Canal de Isabel II, en el que es el segundo mayor trasvase de España, tras el Tajo-Segura, con 219,8 hectómetros cúbicos al año. El Tajo se queda en Bolarque, el Alberche en Picadas. Hoy San Juan y el Burguillo están al 80%, ¿no hay unos míseros metros cúbicos por segundo para que el río Alberche muera con dignidad en el Tajo? Partimos los ríos por la mitad, pero los ríos no se pueden trocear, como la vida, son íntegros, de una pieza. Por aquí, en los inviernos de crecida, el Alberche llegaba hasta la línea de la carretera. Hemos llevado a los ríos a su límite, el Alberche lo está, no hay agua para mantener un mínimo de caudal ecológico, pese a que estamos en la única cuenca hidrográfica de España calificada como “excedente”, tanto que ahora mismo se marchan por el canal del trasvase Tajo-Segura 26,5 metros cúbicos por segundo. Otra vergüenza más: por aquí, antes, pasaba un río, el Alberche.  
 
  
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sábado, 9 de julio de 2011

Tajo-Segura: 26,5 m3/s


La gestión del Tajo vive instalada en una mentira, de la que es cómpice/autor el Gobierno de España, con la inestimable ayuda de las Comunidades autónomas. Es un saqueo en toda regla. El caudal que refleja el SAIH y que se marcha ahora mismo para no volver, podría abastecer a la vez a las áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona. Es una cantidad enorme de agua, que nos hace falta en el Tajo, no dentro de unos años en el próximo ciclo seco, sino ahora mismo, con unos caudales "reales" circulantes en Aranjuez de 2-3 m3/s; en Toledo de unos 12 m3/s; en La Puebla de Montalbán de 4-5 m3/s y en Talavera de la Reina de 0-2 m3/s. Es decir, el río muerto, mientras el canal del Trasvase es el río más caudaloso del centro de la Península. Esto es una obscenidad, y retrata el grado de perversión de la política en España, donde se realza el valor de unas Comunidades, en este caso del Mediteráneo, frente a las del interior. Los ríos son vida, pero el agua es ante todo riqueza, y se está yendo a espuertas. Casi 27 m3/s es una cantidad enorme, el máximo que da el canal del trasvase, 2,33 hm3/día, 16,3 hm3/semana, 72 hm3/mes. Estamos viviendo un capítulo más de la vergüenza en que se ha convertido, en que han convertido la historia del Tajo. Un río en manos de proxenetas. Es lo que hay.
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viernes, 8 de julio de 2011

Ella

La Tribuna de Talavera, 8 julio 2011

Ella está tumbada sobre una piedra de granito, con un biquini verde, leyendo un libro. A su lado unas gafas de sol. Al fondo un puente de piedra de medio punto levantado en granito. Abajo agua espesa, fría. Ella lee entre el grano de la fotografía, los piornos más arriba en la ladera, el calor de la tarde, la sombra que baja sobre la garganta y resalta las líneas de las edades geológicas, las fallas de la cuarcita. Ella lee desde su tiempo, cuando las cosas eran más transparentes y el tiempo era más largo y estaba ahí delante para gastarlo. Era el tiempo de huir de los valles donde se acumulan los cienos de la vida, de escapar a la sierra en cualquier coche, de cualquier manera. Salir. Ir. No quedarse. El tiempo, luego, juega sus trampas sin que te enteres. Un día estás es una esquina de la vida, al día siguiente en una gran avenida donde las farolas se apagan de repente y sólo cruzan las luces de los coches lentos de la madrugada, como en las novelas de Sabato. A veces la vida se hace extraña y real y puedes esquiar sobre el Sena, como en aquella película rara francesa. A veces la vida es del color de los vencejos azules, otras viaja en bandos, como las grajillas que ya no vienen por los atardeceres de este verano; otras te silba ligera y te llama, como el canto del roquero solitario. Entonces, ahora, los caminos lejanos olían al polvo brillante de Gredos y a resina de pinos, y al verdor de los helechos y a las fuentes de agua limpia que manaban sin interrupción, como los días. Entonces, ahora, ella, se lanza al agua fría, mineral y transparente, y bucea entre los resplandores del sol velado por los robles, entre los granitos inmensos punteados por los caparazones de insectos prehistóricos. Ella brilla entre el esmeralda de las profundidades, entre la nieve del invierno, entre el oro de peces, atmósfera de lucidez donde el mundo se detiene y se queda observando. El tiempo sólo suyo.

Ella está ahí, tumbada sobre una piedra de granito, en su tiempo, que es el tiempo real, de verdad. A su lado unas gafas de sol. Al fondo un puente de piedra, el trazo contundente del granito. Junto a ella el tiempo detenido sobre el brillo azul de Gredos.
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La ciudad de las distancias azules

La Tribuna de Talavera, 1 julio 2011

En el cielo de la autovía vuelan buitres negros y aguiluchos cenizos. Más allá, en Santa Olalla, el águila calzada, fase clara. Veo cielos de milanos que no dudan en lanzarse a por la carroña de los lebratos aplastados en el asfalto, manchas pardas que una vez, fugaz, fueron vida. Las cogujadas ven pasar la vida a la sombra de las señales de tráfico. Los operarios van y vienen, no saben si poner el 120, dejarlo en blanco, esperar unos días más con el 110. Qué más da. La Sierra de San Vicente arde de nuevo, el valle del Guadmora, el humo trepando hacia el cerro de San Vicente, cielo gris que debe oler a lumbre de enebro e impotencia. Otra vez, no será la última. Qué más da. Luego, de madrugada, los rescoldos del Monte de Venus me recordarán a imposibles castros vettones relampagueando en la memoria. Será más tarde, de noche bien entrada, con las sirenas recorriendo la ciudad y las estrellas tristes entre la bruma de la madrugada de junio.

Sobre el basurero vuelan las cigüeñas, a lo suyo, que no entienden de sentencias. Al fondo el puente erecto, roto de tanto mirarlo, como metáfora de ciudad a la que nada le sale bien, donde las cosas no llegan, se pierden, se quedan para otro momento, para otro lugar. No son. Canciones tristes en la radio, no parece verano. El puente del Alberche, puente ya sin río, lecho lunar de peces transparentes, azules de cielo reflejados, ovas que no son, sólo en la mirada fugaz. Un anciano en bicicleta intenta cruzarlo. Nadie se lo permite. Ni los coches, ni las señales. Puede que no lo consiga. La vida no deja a los débiles..

Sobre la ciudad vuelan los vencejos, el pájaro más elegante y verdadero. Bailan y bailan, dan relieve al cielo, pasan sobre la ciudad como ramas de álamo en la tormenta. Sobre el Tajo pescan los martinetes, y la garza imperial. El avetorillo observa entre la espadaña. Y el día, uno más pasa sobre la ciudad de las distancias azules, sobre las carreteras que van y a veces ya no vuelven. Pasan los días sobre el tiempo detenido, sobre el cielo que nunca se mueve, sobre la ciudad varada en su río sin agua, en su tiempo sin hoy, donde los puentes que unen se rompen y no dejan ir/venir. Y los días se van, con el cielo sólo para los vencejos, en esta ciudad, en esta tierra cada día más al oeste, más esquinada, definitivamente ensimismada en su tiempo y su destino.

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jueves, 7 de julio de 2011

El pudridero del Tajo



Cuatro de la tarde. Viento seco de julio. Sólo se mueven los camiones de las graveras que van y vienen llevándose las tripas del río. El río una vez fue el Tajo. Me gusta bajar al Tajo, al puente medieval de La Puebla de Montalbán, cruzando el canal de Castrejón, y sentarme un rato a la sombra de un álamo o de un taray. Hoy el Tajo lleva agua, un hilo, pero lleva agua. Anchura de poco más de cuatro metros, caudal ínfimo, verde espeso. Lo que antes fue cauce ahora es selva de atarfas, sauces, tarays, álamos. Charcos grandes donde boquean carpas, brillantes de sol y aceite. El puente se hunde porque cada vez hay menos agua. Los tajamares cortan el aire. Ya no hay agua. Contadero real de Castilla. Millones de ovejas de la Mesta cruzaron el Tajo sobre estos sillares. Ya no hay río, ya no hay ovejas, no hay historia, sólo las naves industriales que han levantado sin ningún rubor junto al puente; y la ruina que amenaza, como acosa a todo lo que despunta con un mínimo de belleza. Sólo un país tan inculto como éste puede tener en tal estado su patrimonio, ya sea el Tajo, ya sea el puente, ya sea el paisaje, el bosque de ribera. Los camiones pasan cargando arena y grava que chorrea. Es la sangre del Tajo, reguero de olvido. En el agua estancada suben burbujas de gas y cieno que rompen en espumas. El río hierve. A su alrededor las carpas buscando algo de oxígeno. Lo que queda de Tajo es un pudridero. De repente cruza un martín pescador. Un fogonazo metálico, el espíritu del Tajo hecho alas que vuela y vuela. Cuatro de la tarde. Viento seco de julio.
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