La Tribuna de Toledo, 24 julio 2015
Hablar del ferrocarril en Talavera de la Reina es hablar de la historia de un desguace anunciado. Hablar del ferrocarril, como hacerlo del Tajo y del Alberche, del fenecido Mercado de Ganado, o de tantas otras cosas que antes fueron y ahora ya no son –o están en vías de extinción– es recurrir a las metáforas que acompañan al triste apagamiento, el decaer social y económico de la aún por poco tiempo ciudad más poblada de la provincia de Toledo.
El ferrocarril acabará por desaparecer de Talavera. Sin electrificación, sin doble vía, con tramos donde por el mal estado hay que ir a treinta kilómetros por hora… dibujan un escenario previsible, porque ni a Dios le ha importado en los sucesivos gobiernos nacionales o regionales la suerte de esta línea, si acaso en la periferia sagreña de Madrid.
Porque la línea Madrid-Lisboa, la que une las dos únicas –por el momento– capitales de la Península, ya se ha decidido que no pase por aquí, sino que se desvíe al norte por Salamanca. Ahí está como ejemplo el desaparecido por estos lares Lusitania Express, o los nuevos trenes que enlazarán las dos capitales. Las mercancías, igual: o por Salamanca o por Alcázar de San Juan. En medio, el vacío.
Entre un AVE-Alta prestaciones, o como lo quieran llamar, que nunca acaba de llegar, y un convencional –del siglo XIX– que se cae a cachos, el apeadero de Talavera luce flamante su abandono: sin taquillero, sin una sombra para los viajeros, sin una parada de autobús urbano… la perfecta estrategia de dejar caer en la ruina lo que sea (llámese Tajo, Mercado de Ganado…) para luego decir que ya no hay solución… que la oportunidad pasó.
Talavera de la Reina hace tiempo que se quedó fuera del mapa, como ese pueblo de Rayo McQueen donde dormitan hasta las señales de tráfico. Talavera de la Reina es el Radiador Spring del medio oeste peninsular. Y desde la misma manera que a esta situación no se ha llegado por casualidad, tampoco se va a salir por ensalmo; o, lo que es lo peor, mendigando ayudas, a la Junta o al Estado. Las soluciones, las exigencias, las presiones y el trabajo tienen que venir de Talavera, con visión, amplitud de miras y una planificación acorde con una estrategia diáfana. El resto llorar y lamerse las heridas.
Talavera está en vía muerta. O nos lamentamos o actuamos. El tiempo pasa.
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