La Tribuna de Toledo, 10 junio 2016
A veces los ciudadanos, los que somos contingente, pagamos impuestos, votamos e intentamos cada uno desde nuestra parcela que las cosas mejoren, a veces digo, olvidamos que el urbanismo -el hacer ciudad- es algo enfocado al interés general, al interés de todos, y no a los que obtienen en los despachos plusvalías de recalificaciones de una tarde para otra, trazan la raya del suelo urbano/urbanizable/rústico por el lindero de su propiedad... y esas cosas sabidas. La historia del urbanismo de Castilla-La Mancha, y en particular el de la provincia de Toledo en lo que llevamos de siglo XXI da y dará para muchas tesis y análisis. Los esqueletos de promociones a medio hacer, planes de ordenaciones municipales megalómanos y trazados por el especulador de turno, con la connivencia del equipo de gobierno del pueblo (o ciudad) de cada momento, una ley de urbanismo fotocopiada de las levantinas (Lotau y afines), unas comisiones provinciales politizadas y teledirigidas... todo ello dio y da lugar a una aberrante panorama, donde el urbanismo era una máquina de hacer dinero e influencias para los de siempre, nunca de hacer ciudad, nunca de diseñar con raciocinio y pensando en la ciudad, en el ciudadano, en el futuro.
Los ejemplos de urbanismo a la carta y trazados a la fiebre de la burbuja inmobiliaria, los tenemos en los Planes de ordenación de Toledo y de Talavera de la Reina. En ésta última casi todo el término municipal disponible se convirtió en suelo urbanizable, En Talavera tenemos un POM inservible, que nos costó más de una década y mucho dinero, y donde la propiedad del suelo dictó a escuadra por dónde iba la tierra que se debería convertir en suelo/solar. Cuando se aprobó el POM, en 2011, en plena resaca post ladrillera, ya nacía muerto, inservible, foto fija de otra época. Ahí está, sólo como monumento a la borrachera del urbanismo de garrafón, un estorbo que hay que modificar gastándonos (eso sí, otra vez, entre todos) un montón de dinero.
Y por si fuera poco, nos sacamos de la manga la figura del Plan de Singular Interés, instrumento urbanístico para saltarse a la torera requerimientos a la hora de arrojar sobre el territorio aparatos ladrillísticos o eufemísticamente denominados desarrollísticos, siempre a la carta, de más que dudoso encaje en el manoseado “interés general”. Ahí están el aeropuerto de Ciudad Real, los pasos previos del ya metamorfoseado Reino de Don Quijote también en Ciudad Real, el Fuerte de San Francisco en Guadalajara, el Barrio Avanzado de Toledo, negocios de parques eólicos en Albacete... y en nuestra Talavera, el campo de golf y área comercial aledaña, que como ustedes supondrán son de un evidente interés general para la ciudadanía...
Nada que objetar al desarrollo empresarial. Sí a el urbanismo a sus pies, como instrumento de negocio de unos pocos en detrimento del interés de la mayoría, y con los aparatos de las Administraciones a disposición de unos pocos. Y no de todos. El urbanismo como arcano de POM. PSI, LOTAU, y copia y engendro de palabras donde sólo navegan unos pocos, y donde pagamos los demás. Que la próxima semana declaren en calidad de investigados dos alcaldes de esta ciudad, de Talavera de la Reina, no es casualidad o error. Que falten unas cuantas hectáreas de las cesiones del Plan de Singular Interés del campo de golf en el patrimonio público de suelo, tampoco. Veremos en qué acaba este capítulo de la historia del urbanismo a la carta que eclipsó a tantos (y aún a algunos) en los tiempos de la vorágine, y que, de momento, nos va dejando estos lodos.
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