La Tribuna de Talavera, 25 mayo 2012
Buena y acertada la iniciativa de los empresarios de aglutinarse en torno a una plataforma que busque colocar a Talavera de la Reina donde le corresponde. Nadie nos va a sacar de ésta, salvo nosotros, y los tiempos de llorar por los golpes encajados ya pasaron. Y que nadie piense que las cosas vayan a cambiar de aquí en adelante por nuestra cara bonita, que le hemos caído en gracia a la presidenta de Castilla-La Mancha y que las industrias hacen ya cola como beatas a la puerta del convento. No. Aquí hay que pelear cada milímetro, cada concesión, y muchas veces el enemigo habita dentro.
Porque en Talavera está aún por ver si el Ayuntamiento es un apéndice más de la Junta, atento al ordeno y mando; o es de verdad el Ayuntamiento de Talavera, motor de la ciudad y de la comarca. Lo primero, lo vivido en los últimos y gloriosos años de la Junta, sabemos a qué nos conduce. Está bien eso de ir de la mano de un Ayuntamiento que tire de la ciudad, o mejor dicho, para qué engañarse: ir tirando de su brazo, para que desde el tejido social, empresarial, el que sea, se llegue con más argumentos y peso a los despachos donde, al final, se corta el bacalao. Y, claro está, es infinitamente más atrayente una ciudad beligerante, segura de sus posibilidades, que se ofrece; que otra a verlas venir, macilenta y mohosa.
Es el momento. Talavera de la Reina está en el mejor sitio, ni siquiera 30 años de olvidos por la Junta nos han quitado el carácter emprendedor y dinámico. Hay que aprovecharlo, crear, inventar y exigir lo que nos corresponde. La ciudad debe ir unida, así conseguiremos cosas. Pero claro, ése es el paisaje idílico. La realidad son las cuchilladas al que trabaja, la zancadilla, el insulto, el menosprecio y la lucha por asimilarle al tran-tran de la mediocridad, y en caso contrario, marginarle. Aquí la lealtad y el honor son conceptos desconocidos. Ir de frente, una quimera. No hay categoría.
Por cierto, y ya que estamos levantando el chozo: ya queda menos para que se empiece a bombear veneno del Tajo a los regadíos del Alberche. Veneno. Y lo digo después de dedicar muchas horas a analizar los parámetros químicos y biológicos del líquido que transporta el Tajo entre Castrejón y Talavera. Pese a que están a timbote los embalses de Madrid y del Alberche, aquí se ha decidido desde el Ayuntamiento agachar el lomo y tragar, perfil bajo y a mirar a otro lado. ¿Por qué? No lo sé, pero es la misma medicina que nos metió en el pozo, y a la que al parecer algunos no están dispuestos a renunciar.
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