La Tribuna de Talavera, 14 septiembre 2012
Aunque ya inmediatamente olvidado el devaluado debate del estado de la Región de la pasada semana, nuestra presidenta publicó una carta creo recordar el pasado lunes, donde reafirmaba lo que intentó explicar en ese monólogo a dos, prescindible y vano. Y es que entre el corta y pega de las consejerías, y el protagonismo injustificable y un tanto temerario que arranca la de Agricultura, unido a la incapacidad de su equipo de asesores de hilar un discurso coherente donde lo importante destaque sobre la planicie de lo descartable, al final todo se desdibuja, como esos perfiles de ésta nuestra tierra, tan limpios y –aparentemente– asibles, como complejos.
Cospedal es la tercera vía. ¿Hacia dónde? Hacia algo nuevo que no es ni PP ni PSOE, y que viene a marcar un antes y un después, donde sólo es un aldabonazo eso de liquidar la mitad de los diputados a la vez que poner a trabajar a los supervivientes. Estamos ante un nuevo modelo, tecnócrata, que busca ser más efectivo que efectivista, y que viene a intentar dar salida, a modernizar los esquemas de esta España que tira por el váter a generaciones enteras, donde la mayoría sobramos desde hace tiempo. Esto, faltaría más, tiene una lectura sólo nacional. Cospedal habla y planifica para España, las miras son ésas. Mientras, lo de aquí, en esta Castilla abierta, de paso y acogida, de mesón y viento limpio, queda embutido en ese corta y pega de las consejerías, se siente en el nepotismo que le cabalga las behetrías del partido, y que le afean más de lo que le dicen la corta distancia con el elector, ése que está hasta los mismísimos de los partidos, los mismos que a pachas se han llevado por delante la hacienda pública, han pagado aeropuertos a colegas, o se han ido en comandita y con la parienta a viajes de la caja regional, después de dar bien avenidos y unánimes la pasta al visionario de turno. Falta orden, atención y conocimiento. Ha pasado un año y hay quienes siguen sin enterarse de nada.
Sin duda Cospedal es esa tercera vía, la que entre los resquicios del sistema anquilosado post-transición se reinventa para no desaparecer en esta España que se asoma al precipicio una vez más. Aquí no hay medidas populistas; es otra cosa, quizá lampedusiana en la canónica tradición hispana, pero que puede dar sorpresas. Y ha puesto en alerta a los aparatos de los partidos, el suyo el primero, que saben que como a las culebras va tocando cambiar de piel, más que anda por sanidad. Veremos a dónde conduce, pero lo que está claro es que se fragua el molde de la próxima España, o lo que vaya quedando de ella. Atentos a la jugada.
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