viernes, 27 de marzo de 2015

La ciudad posible

La Tribuna de Toledo, 27 marzo 2015


Cada ciudad tiene una voz, una corriente subterránea que fluye como el agua bajo los molinos que jalonaron el Tajo bravo de otros siglos. Esa corriente mueve la ciudad, a sus gentes, como las piedras de un molino que muelen el día a día, el andar del tiempo. Y de vez en cuando vas echando la mirada atrás y ves la ciudad que fue. La que intentó ser posible y se quedó en el camino. Y la que al final cuajó. Bien o mal. Pero la real. 

Las ciudades, y Talavera de la Reina no es una excepción, arrastran una inercia de años. De muchos. Talavera de la Reina aún sufre del estirón de los años sesenta y setenta del pasado siglo. Toledo, en cambio, vive de la fortaleza de la capitalidad provincial y regional. No se trata de comparar, porque las cifras están ahí, y también la evolución de los datos económicos y demográficos de la última década. Las comparaciones si son odiosas, en este caso ni cuento.

Hoy Talavera de la Reina es una ciudad sin norte, desarbolada… y radicalmente posible. Una ciudad por hacer, a la que la falta, como la fuerza de la corriente del Tajo, el impulso vital económico moviendo las piedras de los molinos. Pero está ahí. Intacta bajo una capa de dejadez y mediocridad, que es lo que la ha conducido a esta situación.

Ahora no vale envolverse en banderas de talaveranismos y pedigrí. Talavera es una ciudad abierta, cruzada por cañadas y caminos, de norte a sur y de este a oeste. El talaveranismo es pelear por tu ciudad, cuando has podido y cuando has tenido la oportunidad. Aunque, entonces, quizá, mejor era acatar la orden de partido, que te ponía despacho y tal… mientras otras ciudades de Castilla-La Mancha iban engordando y sacando su tajada. Y aquí, en Talavera, al final siempre nos quedábamos a lamer el plato, a las sobras... 

Tengo muy claro lo que es la herencia recibida… Sí. El conjunto, la visión, como cuando te subes a la labranza del Alto y te quedas observando Talavera. La herencia recibida es el conjunto, son esas cifras que decía más arriba…; pero sobre todo la sensación de estar absolutamente dejados, y eso no se arregla ahora con improvisaciones de última hora o apelando a una experiencia que si para algo ha servido, no ha sido para esta Talavera de la Reina. A veces, más que a la herencia y a la experiencia, parece que a lo que se apela es a la desmemoria.

Hay una ciudad posible. Y una ciudad que puede continuar su rumbo. Hasta quedar definitivamente varada en un arrecife. Y quedarse allí. O remendar el velamen y tomar el timón de su destino. La ciudad posible y radicalmente ilusionante, frente a la ciudad bonsaizada que ya conocemos y padecemos.

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