La Tribuna de Talavera 10 octubre 2008
Esta mañana el horizonte estaba limpio y despejado. Amanecía claro sobre la sierra de San Vicente, sobre Gredos. Distancia infinita, clara, amplia. Pronto aparecieron las nubes, creándose desde el sur, trepando por las faldas de robles y verdes. Al oriente de Gredos las nubes crecían empujadas por el foëhn, como presagio de una cascada de vientos cayendo sin piedad sobre el norte de granitos y encinas gastadas. El viento empujaba y las nubes cubrían con rapidez el mediodía del oriente de Gredos y del Guadarrama, el límite de los montes carpetanos. Hacia media mañana llegaron las nubes del sureste. Venían lentas, digiriendo las distancias y entrando en un territorio tan lejano como inhóspito. Después las brumas se apoderaron del cielo. Al norte quedaban las líneas limpias de las sierras. Al sureste las nubes empezaban a ocultar los Montes, las lejanías. Y arriba, justo encima del Tajo, empezaba la batalla. Los buitres negros volaban sobre los baldíos de Méntrida, entre los tractores y los cernícalos de la vendimia, y los aviones de guerra. Los ríos bajaban escuálidos bajo las alamedas aún verdes y plenas, con algo de amarillo escaso en las umbrías. El otoño no llega. Una raya perfecta separaba la distancia y la luz transparente del noroeste, de las brumas espesas del sureste.
Quizá nadie lo haya visto, pero durante media tarde la línea estuvo allí, perfecta, enfrentando a la luz con las tiniebla, a lo abierto con lo espeso, la distancia con lo cerrado. El foëhn desapareció sobre el Guadarrama y algunas nubes espesas se quedaron sobre las cumbres. También sobre Gredos, mientras la batalla continuaba cruzando el cielo de esta Castilla del sur, partida en dos por el Tajo, seca y ansiosa.
Al final, en la tarde Gredos quedó limpio, lejano de nubes y barruntos. La raya de las brumas avanzaba sobre el Tajo, allá en lo lejos, sobre Toledo. Los pueblos perfectos en su atardecer limpio sobre el poniente claro y nítido.
La raya sigue ahí. La he visto. Avanza lenta en la noche de luna creciente, llenando todo de brumas, con la luz sucia y espesa, avanzando desde el sureste. Quizá mañana esté aquí. No sé si vencerá. Aunque sé que siempre volverá Gredos.
sábado, 11 de octubre de 2008
NUBES
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