La Tribuna de Talavera, 27 agosto 2010
Cuando las culebras mudan la piel dejan una camisa limpia, reluciente, enganchada en un zarzal o a los bajos de un majuelo. A veces la piel muerta de la cabeza te mira con unos ojos blancos, transparentes, imposibles. La liquidación del Talavera CF quedará como hito definitivo de una ciudad y de una década, primera de siglo, que tuvo que ser la de verdad, pero que fue la del arrinconamiento definitivo. El simbolismo de la desaparición del equipo de fútbol de la ciudad –del primero–, se une a la del Mercado de Ganado, a la certificación de la universidad bonsay con que nos han contentado, o a la catalogación como apeadero de la estación de ferrocarril, a la espera infinita de un AVE que será el último de los últimos, como el POM de los cien años. La sumisión como estrategia, el no molestar como signo diferenciador, el abatimiento de una ciudad al destino impuesto, trae este paisaje de vista atrás, de luces nuevas, amarillas y excesivas, alumbrando los desarrollos vacíos de Palomarejos, ocultando el derrumbe –en todo los sentidos– del centro histórico, económico, social, y hasta sentimental de la ciudad.
La Talavera que andamos es un paisaje de rastrojos, aparcamientos subterráneos, y un mástil de puente que crece y crece en las lejanías, faro de un lugar desnortado. Se ha perdido la década, no hemos subido los 20 escalones o los dos o tres pisos que han subido otras ciudades de similar o inferior pelaje. Y eso, en la época de las vacas flacas, ya no tiene arreglo. Se nos ha caído la piel vieja, agarrada a un desarraigo cualquiera, y nos hemos dejado enganchado el Mercado, las Marys, el propio Tajo, el Talavera Club de Fútbol, y hasta las ganas de ser ciudad, de ser ciudadano. Y no hemos sabido crear otra piel debajo, que no sea la del vacío.
A veces la piel de la cabeza mudada de las culebras te mira con unos ojos blancos, transparentes, imposibles. No dicen nada, pero te miran.
jueves, 26 de agosto de 2010
La piel de la serpiente
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Talavera de la Reina
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