La Tribuna de Talavera, 1 octubre 2010
Es difícil encontrar un país donde el propio gobierno se haga una huelga general. No sé si en Corea del Norte o alguna novísima república transcaucásica es asunto de andar por casa, pero en un país serio como intenta ser España, es una cosa difícil de entender. Al burro muerto la cebada al rabo ya es conseja antigua y sabida por estas tierras, quizá por eso ayer el ciudadano, que ya tiene bastante con aguantar el panorama, vio la cosa muy clara. La huelga de ayer fue como lo que hacen las cuadrillas de bomberos en el bosque cuando los vine de frente el fuego recio y sin control: queman controladamente una parte del monte, perfectamente delimitada, para que el fuego, al encontrarse sin combustible, tienda a sofocarse, que no hay pinos que quemar; y ya está.
Los sindicatos de clase, como avanzadilla del gobierno, han hecho lo suyo, y ambos han escenificado un minué acotado, medido y de andar por casa, incluso demasiado minimalista, tanto que al final ha salido una huelga de nouvelle couisine, de esa que te echa tres garbanzos atomizados al plato y te dicen que es un cocido con su tocino y todo. Y, claro, que aquí lo que iba haciendo falta era y es un buen guiso de puchero, con su sobremesa, porque el ciudadano/contribuyente está hasta los mismísimos de la situación, y van pasando los años. Porque aquí, en España, en esta región denominada aún Castilla-La Mancha, en Talavera de la Reina, ¿qué cojones paramos más? Que aquí, en el entorno donde se lee este periódico, por si alguien aún no se ha enterado, andamos en las últimas: sin nodo intermodal o como se diga, sin AVE, sin Mercado, sin comercio, que somos la ciudad donde una restauración de una iglesia se lleva siete u ocho años y nos ponemos tan contentos, donde el trabajo es eso que había antes, como el agua del Tajo que se han llevado a Murcia, como la Caja que han enterrado en Ciudad Real, como los fábricas que se han llevado a hacer helicópteros a Albacete o paneles solares a Puertollano; donde más que el culo del mundo somos el contrapunto a todo lo que signifique desarrollo; la ciudad de los protocolos firmados, sólo protocolos, que las naves y las inversiones son para otros; y donde darte una vuelta, compararla con otras ciudades que eran pueblos hace cuatro días, y ahora nos dan veinte vueltas, hace que te respondas muchas cosas. Y ahora querían que montáramos una huelga/cortafuegos. Para descojonarse.
El libro de todos los libros
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Hace 13 horas
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