Primavera de octubre en la dehesa. El tempero de la tarde es de los alacranes cebolleros. Brisa suave, nubes altas camino del sur. Pinzones y currucas. Vacas pastando. Trujillanos es la tierra de los gigantes que reposan en su lugar y su distancia. Alcornoques de cuatro o cinco siglos, encinas con alguno más, ya heridas irremediablemente por el tiempo y la seca. Los alcornoques se izan como gigantes en su paisaje equilibrado de distancias, colores y sonidos. Tierra de arena hozada por los jabalíes. Bajo la sombra de los alcornoques, entre la hierba nueva, boletos y macrolepiotas al hervor de un otoño cálido. Algunas grullas, muy altas, van lejos, silenciosas. Las bellotas aún aguantan. Hilos de araña navegando sobre la brisa de la tarde, verticales y brillantes. Sinfonía de la dehesa, sin chirridos ni ruidos. Equilibrio. Las pequeñas culebras de escalera toman el sol sobre la piel de novísimo rojo del alcornoque. Año de saca, rojo brillante de los troncos mondados al último sol de la tarde. Los gigantes avanzan en esta tarde de primavera en otoño. Tiempo lento, antiguo sobre un paisaje de siglos.
El libro de todos los libros
-
A lo largo de casi cuarenta años, desde que en 1983 apareció *La ruina de
Kasch*, hasta que en 2019, dos años antes de su muerte, publicó *El libro
de ...
Hace 12 horas
No hay comentarios:
Publicar un comentario