La Tribuna de Talavera, 2 diciembre 2011
Cuando vienes de lejos, qué sé yo, de Toledo, Madrid, o de las profundidades de la Jara, lo único que se ve de Talavera de la Reina es el faro/puente emergiendo de la niebla de este invierno espeso. No hay más. Una luz arriba y una sopa de niebla debajo, donde debería estar el río -los ríos-, la ciudad, la gente, la vida. Ya está contado y sentido en esta columna todo lo que nos ha llevado a la ruina: el abandono de las instituciones, la indolencia y molicie propias, el pesebrismo, la mansedumbre y el acostumbramiento, que como ovejas hemos ido/vamos al matadero sin rechistar. No aburro más. A esta ciudad, con la nocturnidad de la hijoputez más vernácula, le han matado estos últimos tiempos dos de sus árboles más singulares. Hay quien dirá que con la que está cayendo, que qué son dos árboles. Bien. Para mí simbolizan el tiempo/territorio que atraviesa Talavera de la Reina, incierto y oscuro, donde todo vale porque nada importa. Esta dejadez, el dejar hacer, el que todo vaya dando lo mismo, simboliza el fondo abisal al que ha llegado la ciudad, donde no importa lo bajo que se haya caído, porque el próximo dato lo superará, porque todo siempre es susceptible de ser increíblemente peor.
Ahora que nos cortan y envenenan las encinas y los fresnos, que se muere lo más sagrado de una tierra, sus árboles, sus monumentos naturales, es el momento de que Talavera de la Reina se plantee hacia dónde va. Es el momento de salir del agujero, pero sin hacer ni una concesión a Toledo, porque con esa medicina hemos tragado 30 años y sabemos cómo nos ha ido. Hacen falta ideas, fuerza, decisión y convencimiento en defender lo nuestro. Pagamos a los cargos electos democráticamente para que lo hagan. Pero no es suficiente. Hay que presionarlos y vigilarlos para que no se vendan a la orden de partido, al escalafón. Y, además, cada uno debe defender su parcela y plantear soluciones.
Porque si no lo hacemos, algún anochecer, al llegar bajo la niebla, veremos que definitivamente ya no queda nada. Y no estamos tan lejos de ese día.
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