viernes, 9 de marzo de 2012

Tormenta sobre Talavera

La Tribuna de Talavera, 2 marzo 2012


Hoy me ha anochecido en las lomas de La Torre de Esteban Hambrán. Al oeste –siempre hay que mirar hacia el oeste– el yunque de la tormenta subía sobre las tierras de Talavera. En los regatos tililaban las hojas de los quejigos, gastadas y despreciadas por un invierno sin lluvia, sin vientos, sin sangre, paralizado como este país asustado y escondido entre su propio miedo. Me he parado. Los milanos ya habían caído en los dormideros. Las cigüeñuelas aún no han llegado. Un elanio cazaba en la linde. Detrás, bajo el azul de Gredos, las sierras de La Higuera y San Vicente desembocaban rectas, más allá del valle del Alberche, entre los rayos y la manta de lluvia que caían sobre Talavera y buena parte de su tierra. Al otro lado la línea azul desvaída de La Jara alta y la Sierra de Guadalupe. Los vértices convergían en el llano donde yo sé que está Talavera, donde en ese momento caían rayos lentos y débiles, como si quisieran bajar despacio a recargar las pilas gastadas de la ciudad.


Llueve. A esta ciudad le hace falta mucha lluvia para limpiar tanta desidia y abandono, para llenar sus ríos que ya sólo le llegan cuando los demás están saciados. Mucha lluvia para aventar tanto tiempo perdido y el poso de la amargura que todo lo corroe. Leyendo estos días las nostalgias de los 20 años del Nosotros Talavera no hay otra que pensar lo poco que se ha hecho por esta ciudad. Hemos sido el hermano despreciado, olvidado, malnutrido y agredido por parte del gobierno regional, en un momento en el que eran vitales para Talavera los nutrientes y la protección, el apoyo y la dedicación de quienes decidían en Toledo.


Talavera saldrá de esta. Aunque sea sin la ayuda de la Junta. Talavera ya mira definitivamente a Madrid, y la Junta de Castilla-La Mancha perdió la oportunidad de ser referente para Talavera en la enésima mentira de Bono, o en el desprecio de Barreda y sus gobiernos. Saldremos de ésta, y habrá que salir a la calle otra vez, por Talavera, por el Tajo y el Alberche, por nuestra dignidad. Pero entonces ya nada volverá a ser lo mismo, porque sabremos que de Toledo no nos vendrá jamás lo que nos corresponde. Que sólo tendremos lo que peleemos.


Ya no llueve. Desde los alcores de La Torre esta tarde el cielo se espesaba sobre Talavera de la Reina y sus tierras. Cielo de mayo en este marzo novísimo, sin golondrinas, de almendros florecidos en las cunetas, simple belleza de la tierra que despierta.

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