La Tribuna de Toledo, 30 diciembre 2016
El fascismo es violencia. Pero también es silencio. El fascismo es la coacción, el miedo, la pistola, el puñetazo, la amenaza, la provocación, el insulto, la prepotencia y la patada. Pero también lo es mirar a otro lado, la cobardía, amparar y justificar una agresión, disculpar. No condenar.
El silencio de los supuestos corderos demasiadas veces se convierte en la mano de los delatores que señalan, los cómplices y los colaboracionistas, por activa y por pasiva. He leído lo suficiente como para estar convencido de que cualquier violencia es la negación de la libertad, y que cuanto más grandes son los silencios, la amnesia individual o colectiva, más enferma se encuentra una sociedad.
Decidí trabajar desde la política para mi ciudad una mañana sentado en una piedra caballera, en un oteadero de Gredos, mientras los melojos goteaban la luvia y la niebla de la madrugada. Tenía a mi lado a mi amigo Miguel Méndez. Lo había meditado durante tiempo y lo tenía claro. Lo sigo teniendo claro. Voy a seguir trabajando por lo que creo y por lo que quiero. Amenazas, insultos, difamaciones, agresiones... No lo van a conseguir. Creo y veo otra ciudad, otra Talavera, otro futuro. Y aviso: voy a seguir abriendo expedientes. Voy a continuar pidiendo que se creen comisiones. Y voy a seguir trabajando junto con la gente que tengo al lado por toda la gente de Talavera y su tierra. Lo juré cuando tomé posesión de mi cargo. Y lo cumpliré.
Los tiempos de los caciques, de los niñatos hijos de papá, de los derechos de pernada se han acabado, aunque aún crean que campan a sus anchas por esta Talavera de nuestros desastres. El pozo que nos consume es en gran parte culpa nuestra por no saber tomar las riendas de nuestro porvenir, y dejar que intereses muy particulares hayan definido el rumbo de la ciudad. Toledo no es el problema más grave. El problema real es el espejo en el que nos miramos. Y hay que romperlo de una vez por todas.
No admito que se me veje, insulte y agreda por ser concejal de mi ciudad y trabajar por ella. Un pedazo importante de mi vida está en las páginas de este periódico, La Tribuna, donde vengo escribiendo cada semana desde hace cerca de veinte años. Y por ello quiero agradecer desde aquí de corazón a las miles de personas que me han dado su apoyo, su cariño y su mirada cómplice durante esta semana. Y también a la Prensa, con mayúsculas, porque sin ella sólo somos marionetas en manos de esos intereses particulares, bastardos la mayoría de las ocasiones, y muy particulares. Y a los veintidós compañeros de corporación que desde el primer momento me han transmitido con sinceridad su preocupación y aliento.
Repito: voy a seguir, pese a quien pese. Y voy a continuar trabajando por Talavera. Somos el surco que vamos dejando, como las estelas en la mar machadianas. Como el rastro perfecto de las águilas en el cielo de las rañas jareñas.
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