La Tribuna de Talavera, 8 octubre 2010
No conocí a Guillermo Urtiaga. Nunca hablé con él. Pero sí escuché su programa de radio, -a él y a su música- allá a mediados de los ochenta, en Radio Juventud. Hay personas a las que nunca conoces, con las que nunca creas una conversación o te tomas un café, pero sabes que lo que han dejado en ti quedará para siempre, en una impronta de imágenes, palabras, sensaciones… vida. Personas importantes; y Guillermo Urtiaga lo es. Gente que desde la distancia lees, escuchas, sientes… No sabes muy bien porqué, al menos yo no lo sé. Quizá sea que con los años comprendes que sólo van quedando las personas que dicen las cosas de verdad, que tenemos un tamiz fino e inteligente que va limpiando la escoria, lo superfluo, lo modelado para la conveniencia. Recuerdo ahora cuando se rebelaba, entre canción y canción, por la molicie de esta ciudad, esta Talavera de la Reina que hace ya cuarto de siglo lucía con descaro la misma indolencia que nos corroe hoy y siempre.
Esta tarde he buscado las cintas grabadas que guardo en mi casa en cajas donde intento apilar las cosas que sé que ya nunca serán. Pedazos de programas de Guillermo grabados a golpe de REC en casetes de 90, de a cien duros tres, una y mil veces volteadas y pegadas con celo. Son relámpagos de recuerdos condensados en su voz y en las canciones. Un tiempo lejano, donde siempre los paisajes de la memoria serán en verde y tecnicolor. Ahora, escribiendo esto, escucho en Spotify el Seventh Son of a Seventh Son de los Maiden, el Crazy Train de Ozzy Osbourne, el Keeper of the Seven Keys de Halloween, el Siempre estás allí de Barón Rojo… La música, esta tarde de plomo, suena distinta, porque se ha vuelto plana y estática, como un cuadro en un museo donde los personajes te miran petrificados en un tiempo pleno ya imposible, y sientes que quieren escaparse de su marco /prisión, palpitar, salir, respirar, vivir; y no pueden. Antes la música era vida. Por eso, ahora, que la vida es esto, ya nada suena igual, que todo es áspero, lineal, vacío. No somos los mismos, ya nunca seremos los que fuimos entonces, en aquellos paisajes verdes y relucientes de los ochenta, donde todo era más de verdad, donde había un futuro por delante, y la vida era lo que estaba por venir. Gracias, Guillermo.
El libro de todos los libros
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A lo largo de casi cuarenta años, desde que en 1983 apareció *La ruina de
Kasch*, hasta que en 2019, dos años antes de su muerte, publicó *El libro
de ...
Hace 18 horas
2 comentarios:
Yo sí fuí amigo de Guillermo. Compartimos muchas cosas juntos, pese a que me sacaba unos años, y desde que le pasó lo que le pasó, una parte de mi corazón se quedó con él, con toda esa música que me enseñó a amar, y que sigue siendo parte fundamental de mi vida.
Ayer fue un día muy triste. Pero por fin ha descansado.
Sólo quería agradecerte este post, que he encontrado de casualidad. Define muy bien cómo era Guillermo, y cómo consiguió influir en mucha gente para valorar esa música que tanto amaba.
Un abrazo.
En este día de echar la mirada atrás he tenido la curiosidad de mirar páginas en las que se dice algo de él y me alegro de ser curiosa porque es sorprendente lo que causó en tanta gente.
Gracias por lo escrito, toda su familia te lo agradecemos.
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