Intervención de ayer sábado en el plenario del VII Congreso Ibérico en Talavera de la Reina.
Buenos días. Agradezco a Fundación para la Nueva Cultura del Agua la oportunidad que me ofrece de compartir con ustedes las “enseñazas” que me han proporcionado 30 años de trasvase Tajo-Segura.
Dejen de respirar, por favor, 2 segundos. Ahora 15 segundos. Ahora 30 años. Este es el tiempo que lleva el Tajo sin respirar. 30 años que han traído consigo la propia desaparición del río como tal. Ahora el Tajo es un cadáver, un despojo, que pasa a nuestro lado y nos mira, y nos pregunta, ¿por qué?
Mi primera imagen del Tajo es de hace más de 30 años. Entonces, aquí mismo, bajaba con mi abuelo hasta los Molinos de Abajo, a un paraje que se llama La Morana. Desde muy lejos el rumor del Tajo precipitándose con violencia por las azudas medievales te abría las puertas de otra dimensión.
El Tajo, entonces, bajaba muy ancho y muy rápido, blanco, con una capa de un metro de espuma que lo cubría todo, como icebergs inmensos, espejismos imposibles forzados por los detergentes y vertidos de Madrid.
Entonces, en aquellos recorridos por el Tajo, mi abuelo me enseñó lo que es un bosque de ribera, los veneros de agua transparente que brotaban como un fulgor en la orilla de arena limpia y fina, junto a los molinos; aquellos paseos junto al Tajo me mostraron la fuerza del río, que volteaba las orillas y dejaba al descubierto lienzos de azulejos de cerámica del XVI, o las teselas de los mosaicos romanos de las villas que puntearon en los tiempos antiguos las vegas del Tajo.
Mi abuelo me decía entonces que qué me enseñaban en la escuela que no sabía distinguir un álamo negro de un fresno, el canto de la oropéndola y el del ruiseñor. Y cuanto más pasan los años más me doy cuenta de la razón que tenía. Hay que escuchar a los ríos, al Tajo, al viento sobre los álamos, al vuelo de la garza, aprender a descifrar con los sentidos. Porque los números la mayoría de las veces son un engaño; y cuando –como en el caso del Tajo– los números son meros mercenarios al servicio de intereses bastardos, me doy cuenta que nos podemos mentir una y otra vez, perder el tiempo con más y más papeles y documentos; pero que el Tajo nos mira a los ojos y nos pide explicaciones.
Me gustaría, por tanto, hablar del Tajo de los hombres, de los poetas, de Garcilaso, de Fernando de Rojas, de Joaquín Benito de Lucas, de Pessoa, de Saramago, del capitán Boyton, que lo recorrió en el siglo XIX metido en una cámara neumática, desde Toledo a Lisboa. O del Tajo de Jesús Garzón, que lo vio libre en Las Corchuelas, lo que hoy es el parque nacional de Monfragüe. O el Tajo de los ganaderos que bajaban desde muy lejos a reunir sus rebaños en el teso de Talavera. Pero hay que hablar de números, explicar qué ha hecho y qué hace el Trasvase con el Tajo.
Talavera de la Reina es una ciudad por la que pasa el ferrocarril, camino de Portugal; por la que pasa la carretera general, camino de Portugal; y por la que discurre el Tajo, camino de Portugal. De alguna manera somos testigos del ir y venir. Es una tierra donde todo fluye; nada se estanca. Y en esta tierra tenemos una responsabilidad inmensa con el Tajo.
En los próximos meses vamos a necesitar de su ayuda, de la de todos ustedes. El Tajo, como saben, se quiere dejar hasta el infinito en su Guantánamo. Los interese políticos mandan. Pero nuestra dignidad lo tiene que impedir. El Tajo es un cadáver exquisito que rinde sus frutos en el Mediterráneo. A cambio, delante de nosotros pasa un espectro. ¿Vamos a tolerarlo por más tiempo? ¿Vamos a seguir mirando a otro lado?
Yo me he bañado solamente una vez en el Tajo, en esta playa que ven aquí arriba, en la pantalla. Pero voy a volver a hacerlo. Estoy seguro. Quiero mandar un mensaje claro a la Confederación del Tajo, a los planificadores, al Ministerio, a la Secretaría de Estado: vamos a recuperar el Tajo, vamos a volver a bañarnos en nuestra playa de los Arenales. Nuestros argumentos son la razón y la voluntad. Sepan, señores burócratas, que enfrente van a tener una ciudad, Talavera de la Reina. Hagan bien su trabajo; o apártense de nuestro camino. Porque la primavera ha llegado y el Tajo vuelve rugir sobre las azudas de La Morana.
Muchas gracias.
4 comentarios:
Estupendo trabajo de divulgación y reivindicación.
Gracias y adelante!.
Muchas gracias. Seguiremos.
Hola Miguel. Fue magistral tu intervención del último día del Congreso, siempre con fuerte matiz reivindicativo. era como un escenario donde varios actores foráneos explicaban lo que no se debía hacer con el agua mientras un talaverano levantaba los aplausos más cálidos de la ponencia. lo dicho, magistral. Mereció la pena estar allí.
F. Cámara
Gracias, Fernando. Hay mucho desconocimiento sobre el Tajo. Es el tiempo de las ideas, y de decir las cosas claras. Me alegro de que te gustara.
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