viernes, 17 de febrero de 2012

La ley del Far West

La Tribuna de Talavera, 20 enero 2012

El Tajo es como ese pueblo sin ley ni Dios de las novelas manoseadas y marcadas de Lafuente Estefanía, pueblo de mala muerte y peor vida donde sólo se mueve el polvo y, cuando les vaga, bajan los pistoleros del rancho a robar lo que les interesa. Entran en el saloon, acojonan al barman, el pianista se pone a tocar rápido, nervioso; y el sheriff se arranca la placa del chaleco, que hoy es día libre. Los malos hacen de malos, miran por debajo de las faldas a las chicas del cancan y pegan patadas a las escupideras. Ha llegado otro orden. En el cementerio o –los más afortunados– desencantados y trampeando en las Rocosas, quedaron los forasteros de seis pies que un día llegaron a cambiar el orden. Nadie ha podido con ellos. La ley está hecha a su medida.

Hoy, si no lo remedia nadie, los forajidos del rancho del Levante llegarán al saloon, perdón, Ministerio de Medio Ambiente –o como se llame ahora–, pondrán las botas sobre la mesa, escupirán para marcar el territorio, y dirán que hay de lo mío, es decir, el Tajo. Ya se sabe, 264 hectómetros cúbicos para seis meses, que es tanto como son capaces de llevarse, que no gastar. En el territorio de los ríos y las aguas hay una ley especial para estos forajidos, no aceptan un no. Y sabes: o me das o atente a las consecuencias, esto es así.


En todas las historias, al final, siempre llega un forastero que acaba con los malos, uno por uno, despacio, que la editorial paga al peso. Y a esta novela le quedan pocas páginas. No sé si los nuevos inquilinos del saloon/Ministerio le pararán los pies a Murcia y al tinglado de intereses políticos y urbanísticos ligados al trasvase. No sé si la presidenta de Castilla-La Mancha querrá ejercer como tal o dejará vendida a esta tierra; no sé si el alcalde de Toledo continuará levitando con su margarita cansina; y el de Talavera seguirá… haciendo lo que haga. Pero ya huelen el Trasvase, el Tajo sin caudal todo el invierno, el que en Talavera nos estemos bebiendo los vertidos de residuales desde Picadas hasta Cazalegas; mientras el agua prístina se bombea a Toledo y a Madrid.

Ya se sabe: como en las historias redondas de John Ford, al final los buenos siempre acaban ganando, marcando silueta frente al Monument Valley. Esto no va a ser una excepción, y ya queda poco. Vamos a ver quién sale retratado, o quien acaba entre el polvo de la infamia cuando salgan las letras del The End mientras cruza la caballería. 
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viernes, 13 de enero de 2012

Creo en Talavera de la Reina

La Tribuna de Talavera, 13 enero 2012

Creo en Talavera. Veo la ciudad que puede ser. Y me gusta. Trabajo en y por esta tierra. Vivo en ella y aquí educo a mis hijos. Yo apuesto por Talavera de la Reina. Si después de 30 años de sangría aún estamos vivos, es por la pasta de que estamos hechos. Creo que es posible cambiar el statu quo. Creo y sé que es factible dar la vuelta a la situación. Aquí mejor que en ningún otro lugar, y no porque estemos exhaustos, dando bocanadas como las carpas en el Tajo, en las últimas; sino porque sabemos trabajar, emprender y mirar a la cara al porvenir.

Estos días, dando vueltas en la cabeza al asunto y a los números del Mercado de Ganado, me venía una y otra vez a la cabeza un pasaje que leí hace mucho, no sé dónde. Unos carreteros transportan manuscritos e incunables de un monasterio, en los tiempos de la Desamortización. Joyas únicas. En el camino largo el frío aprieta; no hay leña, y en las noches poco a poco van quemando los libros que no entienden ni valoran: un códice miniado, los azules ultramar de un libro de signos extraños y mariposas de luz... La piel de becerro y los pergaminos arden bien. Con la «desamortización» del Mercado hacemos lo mismo: quemamos el tesoro de nuestra identidad por un fogonazo de calor. Y ya hemos echado a la hoguera demasiado: dejamos arrasar el patrimonio arquitectónico y monumental, miramos sin hacer nada mientras se nos vaciaba la comarca, permitimos que se llevaran el Tajo; y hace cuatro días, si no se monta la Plataforma del Tajo, ya no se regaría la vega con agua del Alberche. Hoy se amputa la universidad, mañana otra cosa, y pasado otra. No se puede permitir. Talavera no lo debe permitir.

Creo en esta ciudad. La veo en su futuro. Pero no podemos crecer replicando las mismas estructuras y sumisiones que nos hundieron en el pasado. Corremos el peligro de acabar como aquellos guarros a los que, recién capados, les echan los testículos a la pocilga. Se dan la vuelta y se los comen. El camino está ahí. La visión de la Talavera de la Reina de 2020, de 2030, es real. Yo lo creo. Creo en la ciudad. En mi ciudad.  
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martes, 10 de enero de 2012

La dignidad perdida de esta ciudad

La Tribuna de Talavera, 6 enero 2012


El 27 de diciembre del año 1332 de la era hispánica, Sancho IV otorgó a Talavera privilegio de feria. Por aquellos tiempos remotos una pequeña encina crecía a la vera del Camino Real, en lo que hoy es la rotonda de Cazalegas en la antigua Nacional V. Ayer, 5 de enero de 2012, el Diario Oficial de Castilla-La Mancha publicaba, por orden del Ayuntamiento de Talavera de la Reina, el acta de defunción del Mercado Nacional de Ganado de Talavera de la Reina, es decir, su reconversión de suelo dotacional a industrial, donde se levantarán 70.000 m2 de naves. Unos días antes las motosierras acababan con la encina de la general. El círculo se cerraba.

¿Qué son siete siglos? ¿Qué es una vida de setecientos años que ha contemplado el paso de reyes, pestes, cuarenta generaciones de hombres? ¿Qué es la dignidad de una ciudad? ¿Qué significa para ella su historia, su pasado, su hoy, su porvenir? El Ayuntamiento de Talavera ha decidido liquidar definitivamente el Mercado Nacional de Ganado, convertir el suelo dotacional público en industrial, y parcelar 100.000 m2 para naves. ¿Que Torrehierro está al lado? No importa. Seguro que las condiciones para son más «ventajosas». Para el negocio, digo.

Acaban definitivamente con el Mercado. Y que no me vengan con la milonga de los paupérrimos puestos de trabajo que dejará el asunto el «negocio»-, si cae alguno. Hablo de la incapacidad de este Ayuntamiento -estos de ahora y los de antes, que para el caso son lo mismo- para dar vida al Mercado, a semejanza de otros no tan lejanos. La desidia es la responsable del desaguisado, pero lo que no es de recibo es que se eche el cierre por incompetencia flagrante. El Mercado es una seña de identidad de esta ciudad, no del pasado, sino del futuro, y si no se ve es que nadie se ha dado una vuelta por el entorno de esta ciudad, tierra ganadera, ahora como hace siete siglos.

Hace unos días, junto al hueco inmensurable de la encina de la general, pensaba en qué tendrá esta tierra para que la tratemos así, que tengamos tan poca sangre, nulo amor propio, falta de orgullo, de dignidad, de cojones. De cariño y respeto a lo nuestro: al presente y al porvenir. 

Tienen un mes: pasen por el Ayuntamiento y pregunten por el PERIM del «antiguo (sic) Mercado Nacional de Ganado» Allí, en un legajo de poco más de medio centenar de folios, plásticos y planos, está grabada la lápida a 717 años de historia. El epitafio a la dignidad perdida de esta ciudad.
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lunes, 26 de diciembre de 2011

El lobo de la Plaza del Reloj

Escrito antiguo, pero actual. Se nota que ha pasado el tiempo, aunque hay algunas cosas que nunca cambian. Escrito en la primera época de La Tribuna de Talavera, uno de mis primeras 198 colaboraciones realizadas entre 1998 y 2002.

La Tribuna de Talavera, 16 noviembre 1998

Ocurrió hace muchos años. Mediaba la década de los años veinte y Talavera ofrecía una fisonomía muy distinta a la de nuestros días; todavía conservaba el aspecto y los atributos heredados de su pasado histórico y el aire de pueblo grande con el que las más variadas gentes llegadas de todas las comarcas impregnaban sus calles.

No andan lejos de la ciudad las puntas de moruchas exhibidas por los ganaderos de ambas Castillas en el Teso durante la Feria de Mayo, cuando en la falda de El Berrocal, donde el llano deja paso al granito, las hojas de cebada y avena comienzan a segarse. Entre los términos de Mejorada y Talavera, el arroyo del Cortijo separa las tierras de Santa Apolonia de las de Valdelacruz. Es precisamente dentro de las lindes de esta última labranza donde una loba decidió meses antes afincarse para parir y criar a la camada.

Desde abril, la loba ha cambiado muchas veces de lugar a las crías. El cubil actual, simplemente una pequeña depresión excavada entre la cebada, contiene cinco lobeznos que rayan el mes de edad y presentan el pelaje negro y corto, además del aspecto rechoncho y rollizo que en nada recuerda al estilizado perfil de sus progenitores.

Es tiempo de trasiego en el campo. Los segadores, con las hoces bien aguzadas, están dando buena cuenta de la cosecha cuando dos zagales descubren una estrecha senda que comienza entre los primeros chaparros del monte y penetra por el interior de la siembra. Poco tardan, picados por la curiosidad, en adentrarse por la trocha. Al cabo, encuentran a los lobeznos. Todo un trofeo.

Efectivamente, la Ley de Caza de 16 de mayo de 1902 establecía en su artículo 69 las siguientes recompensas por la captura de lobos: 15 pesetas por el macho, 20 pesetas por la hembra y 7,50 pesetas por lobezno. La verdad era que hasta aquel momento nadie en varias leguas a la redonda había tenido noticias o señal de la presencia de los lobos. Bien es cierto que en invierno, cuando la nieve los obligaba a desalojar los portillos de Gredos, se desparramaban por las dehesas y montes que separan al Tiétar del Tajo y raro era el pastor al que no le cataban el ganado. Por entonces aún existía la figura del limosnero que recorría los pueblos exhibiendo a lomos de caballería algún lobo cazado a cepo o a lazo, y que pedía gratitud a los pastores por la beneficiosa labor que realizaba al eliminar alimañas.

Pero la familia de nuestros lobos no había pregonado su presencia; hasta aquella noche, precisamente, cuando la loba, al percatarse del hurto de las crías, se vengó y mató a veintidós ovejas, una cabra y el burro del pastor.

Mientras tanto, los mozos ya habían bajado a Talavera. Saben que los aguarda la recompensa. Con los lobillos apretados en los serones del burro se dirigen al ayuntamiento donde se les paga lo convenido. Allí les cortan las puntas de las orejas y del rabo, como es preceptivo para que no puedan ser presentados para cobrar en otro lugar. A todos menos a uno que han conseguido vender por cinco duros. Los otros cuatro hermanos mueren degollados mientras que el quinto afortunado, un macho, pasa a formar parte del paisaje de la ciudad, ya que sus compradores lo instalan en un balcón desde el que vigila la Plaza del Reloj.

Al acercarse al año de edad, el lobato presenta un aspecto magnífico. Bien alimentado, posee la estampa del lobo ibérico. Pero la historia cuenta que empezó a ser molesto para sus dueños y los viandantes y, por tanto, hubo que llamar a la Guardia Civil para que lo pegara un tiro y dejara de atemorizar y ensuciar.

Ha pasado mucho tiempo. Hoy la vida de un lobo vale, legalmente, cerca de un millón de pesetas en Castilla y León. En Castilla-La Mancha no se tiene noticia de los últimos grupos familiares que aún vagabundeaban por las estribaciones septentrionales de Sierra Morena a principios de la década de los noventa.

En cuanto a nuestra tierra, el lobo dejó de ser frecuente por las comarcas próximas a Talavera hace ya bastantes años. Se nos escapó entre los dedos al igual que la fisonomía de la ciudad y el aire a pueblo grande que se respiraba en sus calles. Llegaron otros tiempos en los que mucho sobraba y el lobo era pieza a exterminar.

Hoy, sólo muy de tarde en tarde, algún lobo nómada nacido al norte del Duero se atreve a cruzar el Tiétar, aunque luego se le reciba con una bala en el lomo.

Mientras llegan otros tiempos mejores para nuestra fauna, cuando pasemos por la Plaza del reloj, recordemos que durante algún tiempo fue el único mundo que, desde su cárcel, vivieron los ojos de un lobo ibérico nacido en tierras de Talavera.
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lunes, 19 de diciembre de 2011

Señora presidenta

La Tribuna de Talavera, 16 diciembre 2011

No entiendo -ni creo que nadie en Castilla-La Mancha lo admita- que usted, Doña María Dolores de Cospedal, presidenta de esta tierra tan grande llamada Castilla-La Mancha, permita que se trasvase una sola gota de agua del Tajo mientras va consejería por consejería con la orden de limpiar a matarrasa. Creo acertar si afirmo que estará conmigo en que no es posible exigir sacrificios, recortes, despidos… mientras que nuestro activo más singular e infrautilizado, el Tajo, el gran río de Castilla-La Mancha, se va a otras regiones más ricas a crear todavía más riqueza. A comunidades que luego nos echan en cara lo paletos y pobres que somos. Y es que cómo no vamos a serlo, si somos tierra de saqueo. Entiendo que usted, señora presidenta, va a tirar de coherencia; porque no creo que con lo que nos está pidiendo, permita que el Tajo siga siendo cortijo de Murcia. Entiendo que usted comprenderá y sabrá mejor que nadie que Castilla-La Mancha no está para «excedentes».

Y es que, perdone el atrevimiento, uno, por deformación profesional, cuando enfoca una empresa, trabajo, lo que sea, lo hace con un proyecto. Quizá sea por la mente cuadriculada, muchos años en Maestría -instituto de categoría de Talavera de la Reina-, con diseños, mediciones, pliego de condiciones, escuadra y cartabón. Quizá por eso me siento cómodo analizando una pila de libros, planos, cotas. La anarquía hecha regla, ordenada, entendible y tangible. Y por ello, señora presidenta, me preocupa que en esta región no haya proyecto. Si se va en serio, no vale sólo con ponerlo todo patas arriba. Hay que explicar a dónde se va. Hay que bajar a la calle, salir del AVE a Atocha, gastar ruedas y explicar qué Castilla-La Mancha se quiere, por la que ahora nos estamos quedando en pelotas. Es decir, mostrar un plan director donde, a medio camino, se pinte el destino.

Porque si no se corre el riesgo de que el futuro se nos vaya, como el agua del Tajo; y se nos perpetúe la cara de perdedores, de que las oportunidades pasan, como los tiempos y las nubes. Y, señora presidenta, como navegamos tiempos de desguace, en el sentido amplio de la expresión, creo que entenderá que los ciudadanos necesitamos respuestas y acción. Porque yo no quiero que esta tierra tan grande que llamamos Castilla-La Mancha, siga siendo de segunda división. Supongo que usted tampoco, pero me lo tiene que demostrar. Y aún no ha comenzado, ni usted ni sus consejeros, aunque les llevemos pagando el sueldo ya cerca de seis meses.
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Quo Vadis Castilla-La Mancha?

La Tribuna de Talavera, 9 diciembre 2011



Parafraseando a Lee Marvin en La Leyenda de la ciudad sin nombre, sólo hay dos clases de regiones: las que van a alguna parte, y las que no van a ninguna. Castilla-La Mancha se ha ganado a pulso el territorio incierto donde divaga, tres décadas después de estrenar Autonomía. Ahora asistimos al desguace de una manera de hacer política, al cierre por derribo de unos esquemas que conformaron la Castilla-La Mancha que conocemos, la que sacó, mal o peor, a esta tierra del perdedero de las regiones condenadas al olvido desde el franquismo y más allá. Pero sólo a eso: al derribo. Y tirar abajo algo, un edificio, una ilusión, un sueño, es infinitamente más fácil que crear, que levantar, que construir.


Seis meses después aún no tenemos ni idea del proyecto de ejecución de la novísima Castilla-La Mancha, las máquinas revuelven una y otra vez la basura, los escombros. Pero nada de planos, de la filosofía de estadista que reclaman los tiempos. Sólo más de lo mismo, la vieja música tocada con instrumentos desafinados y toscos, como los de la Consejera de Agricultura, que no se ha enterado aún de la situación del Alto Guadiana, y de que también son suyas, al menos sobre el papel, las competencias de medio ambiente. Y esto, el apalancamiento que nos consume, es muy peligroso, pues si la planificación regional de las tres últimas décadas ha desembocado en un rotundo fracaso, ya deberían estar sobre la mesa el «plan director», aparte de la demagogia que ya cansa.

La presidenta de Castilla-La Mancha debería darse cuenta que lo que se la pide es la definición de región, lo que quiere, lo que va a hacer. Es muy preocupante el mercenarismo de diputados regionales que se van echando leches a Madrid, el 25%, incluido el jefe de la oposición, lo que sumado a que la presidenta está más en Génova que en Toledo, da el tono de la seriedad con la que nos tomamos Castilla-La Mancha. Y eso es muy preocupante. Como lo es el abandono a que se vuelve a condenar a Talavera de la Reina, porque en seis meses ya debería haber «algo». La marginación a que la Junta sometió a Talavera de la Reina durante 30 años simboliza el fracaso de la región. Ahora podríamos ser uno de los motores que levantara al resto de Castilla-La Mancha. Pero Bono y Barreda barrieron para casa, y ahora estamos en la cuneta, sin gasolina, sin que un banco nos preste un puto duro, sin calderilla para encender las luces de Navidad en este diciembre de niebla, oscuro y triste como él solo. Y, mientras, en Toledo tienen hasta para pistas de hielo, o en Ciudad Real su alcaldesa se asusta porque el paro supera el 11%. Las cosas, en el fondo, son como parecen.

Más gobierno, más apego a la tierra, más defender lo nuestro, y sobre todo definir el modelo de región. Porque ahora o nunca. Castilla-La Mancha no va a tener más oportunidades.
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La ciudad de la niebla

La Tribuna de Talavera, 2 diciembre 2011

Cuando vienes de lejos, qué sé yo, de Toledo, Madrid, o de las profundidades de la Jara, lo único que se ve de Talavera de la Reina es el faro/puente emergiendo de la niebla de este invierno espeso. No hay más. Una luz arriba y una sopa de niebla debajo, donde debería estar el río -los ríos-, la ciudad, la gente, la vida. Ya está contado y sentido en esta columna todo lo que nos ha llevado a la ruina: el abandono de las instituciones, la indolencia y molicie propias, el pesebrismo, la mansedumbre y el acostumbramiento, que como ovejas hemos ido/vamos al matadero sin rechistar. No aburro más. A esta ciudad, con la nocturnidad de la hijoputez más vernácula, le han matado estos últimos tiempos dos de sus árboles más singulares. Hay quien dirá que con la que está cayendo, que qué son dos árboles. Bien. Para mí simbolizan el tiempo/territorio que atraviesa Talavera de la Reina, incierto y oscuro, donde todo vale porque nada importa. Esta dejadez, el dejar hacer, el que todo vaya dando lo mismo, simboliza el fondo abisal al que ha llegado la ciudad, donde no importa lo bajo que se haya caído, porque el próximo dato lo superará, porque todo siempre es susceptible de ser increíblemente peor.

Ahora que nos cortan y envenenan las encinas y los fresnos, que se muere lo más sagrado de una tierra, sus árboles, sus monumentos naturales, es el momento de que Talavera de la Reina se plantee hacia dónde va. Es el momento de salir del agujero, pero sin hacer ni una concesión a Toledo, porque con esa medicina hemos tragado 30 años y sabemos cómo nos ha ido. Hacen falta ideas, fuerza, decisión y convencimiento en defender lo nuestro. Pagamos a los cargos electos democráticamente para que lo hagan. Pero no es suficiente. Hay que presionarlos y vigilarlos para que no se vendan a la orden de partido, al escalafón. Y, además, cada uno debe defender su parcela y plantear soluciones. 

Porque si no lo hacemos, algún anochecer, al llegar bajo la niebla, veremos que definitivamente ya no queda nada. Y no estamos tan lejos de ese día.  
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