Éste es el lugar más alejado del mar. Tanto del Atlántico como del Mediterráneo. Y se nota. Nombela es un pequeño pueblo que descansa sobre la falda meridional de la Sierra de la Higuera. Tierra de encinares abiertos en lomas que caen hacia el Alberche, y de monte espeso en los berrocales que trepan hacia la divisoria con Madrid. Allí los enebros van asfixiando lentamente a las encinas, el bosque se recupera y se cierra. En Nombela se quiso ubicar hace 20 años el cementerio nuclear. Ayer el pueblo dormitaba tranquilo, y los viejos al sol miraban pasar a los pocos coches que se desvían ya desde Escalona. Es una tierra tranquila, despejada y cálida. Ayer los arroyos bajaban llenos de agua cantarina que rompía sobre el granito. las águilas estaban a lo suyo, y las perdices no se apartaban del camino. Este continuo de vida que son las sierras de San Vicente y la Higuera, al atardecer, se muestra en capas superpuestas donde, en las cimas, se adivinan los castros y fortalezas que atalayaban el Tajo en los tiempos antiguos. Ayer el monte olía a jara, y la siembra lo llenaba todo con el verde nuevo. El paisaje estaba detenido en su atardecer, en ese lugar donde, por un instante, reviven todos los tiempos.
La limosna de los días
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“Sólo hay un poeta, dice Rilke, / sólo uno es el Poema”, escribe Gregorio
Dávila de Tena en el texto inicial de *La limosna de los días*, con el que
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Hace 57 minutos
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