Hasta la fecha la gestión del Tajo se ha caracterizado por seguir a rajatabla el troceamiento a que se le sometió a finales de los años sesenta del pasado siglo, cuando se decidió ejecutar el trasvase Tajo-Segura. Entonces, la cabecera quedaba a disposición por completo del abastecimiento a poblaciones y regadíos de Alicante, Murcia y Almería; mientras que el Jarama y los afluentes del Guadarrama y Gredos tomaban la misión de abastecer a Madrid y su área metropolitana, el mayor núcleo de población de la Península, así como el mayor polo industrial y productivo.
Casi medio siglo después las consecuencias son trágicas para el Tajo, un río que además ha perdido el 40% de las aportaciones medias en la cabecera, y que se queda sin caudal en su tramo medio por las elevadas demandas a que se ve sometido. La aberrante ejecución de un trasvase de la cabecera de un río, que ha demostrado sus efectos letales con el propio Tajo, sólo se sostiene por el silencio que se cierne sobre el Tajo y su gestión, un silencio alentado a partes iguales desde los dos grandes partidos políticos españoles, porque lo que de verdad importa es mantener el statu quo; y ahí es donde entran los grandes medios de comunicación nacionales, que en ningún momento quieren entrar en el avispero del Tajo, porque aquí es mejor no molestar, y nunca el Tajo ha sido bandera de luchas PP-PSOE como sí lo fue el Ebro. El Tajo es la lucha de la dignidad, de enderezar un desatino; pero eso, remar contra corriente, es pedir mucho.
Por tanto, a estas alturas de la película decir que un trasvase que se lleva el 80% del agua de la cabecera de un río (todo lo que entra menos 270 hm3) es un insulto a la inteligencia, sigue siendo predicar en un desierto, pero a la vez te permite calibrar la hondura de los silencios, a veces más que expresivos. En éstas, Madrid se ha dado cuenta de que el Tajo pasa por la puerta de su casa, y va empezar a tomar 60 hm3, que no está mal. Madrid deberá darse cuenta que su reserva estratégica no está en el saqueo del Sorbe, del Jarama, del Alberche, sino contar con unas reservas de 1.500 hm3 en Entrepeñas y Buendía para los años más delicados de los ciclos secos. Madrid no puede contentarse con un abastecimiento en precario, mientras el Tajo se marcha a Murcia, a Alicante, a la Mancha.
Sólo la gestión conjunta de la cabecera y los afluentes del Sistema Central traerá cordura a la situación del Tajo. Eso sí: el Trasvase sobra. No se puede servir a medio país y encima querer que el Tajo tenga resuello para llevar un reguero de agua. Al menos, Madrid se ha dado cuenta de que el Tajo pasa por su casa, y que no puede seguir dejando que los vecinos del Mediterráneo, por muy colegas de partido que sean, se lo sigan llevando enterito.
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