viernes, 2 de agosto de 2013

Cigüeñas y esvásticas

La Tribuna de Talavera, 2 agosto 2013


Hay ciudades, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como Cáceres, que hacen de las cigüeñas su símbolo. Y hay otras ciudades, como Talavera de la Reina, que haciendo gala de su paletismo rampante, sin ningún complejo prefieren tirar abajo los nidos. En mis cuadernos de campo de mediados de los ochenta está apuntado cuando alguien decidió tirar abajo los nidos del campanario de la Colegial. Sólo quedó el más alto e inaccesible, que fue junto con el de la ermita del Prado y –algunos años – el de El Carmen, el trío superviviente durante cerca de una década en el casco urbano, además del de Patrocinio, cuando dejaban a la pareja en paz. Después, poco a poco, y con la aclimatación al todo incluido de los vertederos, la población comenzó a subir en los noventa, hasta el ligero declive actual.

La decisión del excelentísimo Ayuntamiento de esta ciudad de quitar los nidos del frontón del frontispicio de la Colegial me devuelve a los ochenta. Otra vez lo mismo. En esta santa ciudad ya liquidamos a los últimos cernícalos primillas tapiando los huecos de la ermita, encementamos el intradós de los ojos del puente Romano para joder a los aviones comunes, y los vencejos sobreviven porque son duros y han aprendido a criar en los tambores de las ventanas de la espartana arquitectura vernácula talaverana de los sesenta y setenta. Desahuciar a las cigüeñas de la colegial, sin plantearse soluciones de nidales artificiales, refuerzo de la estructura y limpieza periódica del material de los aleros, ejemplifica el nivel cultural de esta ciudad.

Si el Ayuntamiento quiere limpiar mierda, lo tiene más fácil. Con una brocha y un bote de pintura tapa en diez minutos la esvástica que decora desde hace años la puerta del 1º de Mayo. Lo primero que ven los equipos que llegan al pabellón nada más bajarse del autobús, es la magnífica esvástica bajo los escudos de Talavera y Castilla-La Mancha. Cualquier día alguno se vuelve a montar y se da la vuelta. Estas –las cigüeñas como estorbo y las esvásticas rampantes– son las cosas que marcan la diferencia y la categoría de las ciudades. La nuestra, pues eso, a tirar nidos de cigüeña, como los cura preconciliares de los setenta. Ésa es la filosofía que nos guía y nos lleva a un futuro perfectamente huero.
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