viernes, 27 de abril de 2012

La factoría

La Tribuna de Talavera, 28 abril 2012



Viento. La chapa arrancada de la cercha golpea y golpea. Chapa doblada, negra, gastada. Vencida. Arriba, más allá de los desguaces, las nubes corren y corren. Pedazos de blanco, de gris. Luego manchones de azul. A veces sol que entra y saca brillos de oro al polvo sucio y gris que tiene tomado todo como un mal amor. Las máquinas quietas, oxidadas, cansadas. Observo la arquitectura antigua, metálica y cálida. Los vidrios altos tomados por cataratas y aguamarinas. Recuerdo antiguo del arte de las estructuras Warren, Pratt, Howen, Polenceau…, los cálculos en Maestría sobre papel finlandés, los vectores, las descargas, el equilibrio, la elegante anulación de las fuerzas.

Algunos obreros aún esperan. Sólo esperan. Nada se mueve. Sólo el viento, la chapa que golpea, los mirlos emboscados que trepan su aire fino y metálico y huyen por los tragaluces y por las chimeneas de ventilación. Un gato pasa. No queda mucho, sólo el silencio que va llenando el espacio. A veces, con los rayos de sol, entre el polvo fino de oro que sube, pasan sombras de otros tiempos, del bullicio, del andar, de la prisa, del sin fin de la factoría. Toco las máquinas. Frías. Ya no hay sirenas, ni horarios, ni el frío se cuela por las puertas en las madrugadas de invierno, ni el sol de verano derrite la fundición, ni los camiones cargan y descargan. Las chimeneas inmensas no respiran ya. Todo es de ayer, de ese ayer lejano que se lee en la cara de los últimos obreros. Los últimos.

Los gigantes esperan, atalayan la distancia en su paisaje artificial, inmensos, guardianes del tiempo. Esperan. Vencejos altos, viento que avanza y seca hasta el alma, que se cuela por cada resquicio de la mente. Observo por última vez los perfiles, las cañas de U, los IPN, toco las soldaduras de las pletinas. Perfectos los últimos destellos de minio refulgiendo a la luz.

Salgo. Polvo en los ojos. Luz. Y respiro. Y me quedo un rato contemplando a los abejarucos, posados sobre su viento, irreales de brillo y resplandor.  
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viernes, 20 de abril de 2012

Avisando, que es gerundio

La Tribuna de Talavera, 20 abril 2012

Ya expresé aquí lo que me parecía la liquidación física del Mercado de Ganado, que la intelectual no es de ahora No voy a entrar en más profundidades, que no tengo ganas. Para qué. Entiendo que el desesperado tenga que arrancarse el colmillo de oro que le queda para pagarse un bocadillo de chóped. Este es el tiempo que nos toca vivir ahora. Poco más.

El miércoles, a la misma hora del besamanos de la firma de la cesión/alquiler de los terrenos del Mercado a la empresa adjudicataria, lejos, en Madrid, el director general del Agua del Ministerio convocaba de urgencia y ponía firmes a todos los jefes de las oficinas de planificación de las confederaciones hidrográficas: hay que sacar los planes de cuenca ya, y cuando digo ya, es ya. Pasado mañana, es decir, a final de año o principios del que viene. En nuestro caso, en el Tajo, el plan de cuenca está terminado, niquelado. Y con él, también la orden de liquidación del trasvase Tajo-Segura. Desconozco cuáles serán los parámetros políticos con los que se intentará dinamitar o mantener el trabajo realizado por la anterior oficina de planificación de la CHT; y si se mantendrán las cifras, o se maquillarán para que crear, de nuevo como en 1997, de la nada excedentes que trasvasar.

Pero de ello depende que tengamos Tajo de nuevo, y sobre todo Alberche. Que nadie se haga ilusión con agua en garantía del Alberche, y con más regadíos. Mantener los actuales es una tarea titánica. Si no hay voluntad política y social será muy difícil entrar en el reparto de caudales y dotaciones para regadío. Quiero decir que al final puede que no tengamos agua para regar los pastos de las vacas, y que haya que importar los forrajes de Murcia, por ejemplo, regados con agua limpia y abundante del Tajo.

Si no nos ponemos las pilas en estos seis meses, nos podemos echar la siesta 15 años. El bacalao se va a partir ya, y si no se aprieta, ya sabemos a dónde van a ir a parar las tajadas; y a dónde las raspas. Aviso: o todos a una ahora, o 15 años para llorar, deporte tan talaverano como malvender por cuatro duros nuestro patrimonio. Pobre y mohoso, pero nuestro.
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jueves, 19 de abril de 2012

La columna bis

Para mañana me salía esta columna para La Tribuna de Talavera, pero tocaba hacer otra sobre el Tajo y el Alberche. Hay veces en que debes escribir una cosa, pero también tienes que escribir otra. Esta vez he elegido lo que tengo que publicar, que quizá no sea lo que debo. (Qué más dará). Pero las columnas han de salir, aunque no sea en papel, porque no deben quedarse dentro, y madurar hasta pudrirse y desvanecerse en lo que pudieron haber sido. Ésta es la columna oficiosa de mañana viernes. La que saldrá es la que tiene que salir. Cada vez los caminos se separan más. Entre medias quedan ríos y cordilleras. Distancias.

MIS CASAS



A veces en mis casas encuentro telarañas gigantes donde duermen las penas y los olvidos. Telarañas antiguas, desgarros de salamanquesas y tiempos donde tropiezan las lagartijas y mi cabeza de vez en cuando.

A veces encuentro culebras pequeñas, de escalera, dormidas por el frío y por el hambre y por el abandono. Tristes, refugiadas en el vestidor. Entonces las cojo, con mucha delicadeza, y me las llevo a las lindes de los caminos poco transitados, hierba alta, hinojos inmensos como helechos arborescentes. Y allí las dejo, restregando su polvo y su frío, respirando libres el viento de la mañana. Y las veo partir, despacio.

Otras veces encuentro esqueletos de gorriones a los que alguien cerró la ventana. La libertad no se puede cazar, pero sí asfixiar. En las órbitas vacías, en lo que antes fueron ojos fulgurantes, se mueven hormigas negras y diminutas que entran y salen como queriendo llevarse el vuelo o la luz de la vida. Gorriones tristes, traicionados, junto a las ventanas de los baños de la planta superior, terreno incierto entre el bidé y el lavabo.

A veces, en mis casas, encuentro el fulgor de una golondrina dáurica, el nido perfecto de barro, el vuelo eléctrico a ras de piel. Entonces me quedo observando la arquitectura del barro, las formas, la belleza.

Y otras veces, entre el frío, en mis casas caminan los recuerdos, las pieles antiguas de lo vivido, las voces, las palabras, los silencios, las ausencias. En los papeles pintados juegan arañas, imperturbables al tiempo. Me entretengo en adivinar los territorios, las cordilleras y los acantilados. En las casas antiguas lees la vida, las ganas, la fuerza, la familia, el ímpetu, la noria del tiempo, el olvido, el espacio, el abandono, la distancia, la renovación. El fin.

Algunas veces, en mis casas, encuentro mariposas gigantes que duermen un sueño muy largo. Las despierto y las saco al sol, a los patios interiores llenos de amapolas y cardos. Allí las sostengo un rato en la mano, mientras se recargan de luz y fuerza; y cuando están preparadas  lanzan un vuelo que deja el espacio lleno de polvo de oro y resplandor. Me las quedo mirando un rato, bajo los vencejos, como se pierden más allá del frío de mis casas, de la trampa de humedad que todo lo atrapa.
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viernes, 13 de abril de 2012

La segunda pica en el Tajo

La Tribuna de Talavera, 13 abril 2012

Fue en el año increíble de 1979 la última vez que el agua de la cabecera del Tajo llegó hasta Talavera de la Reina. Aquel año, de grandes lluvias, el operador hidroeléctrico de Entrepeñas y Buendía vació a conciencia los embalses en plena crisis del petróleo, y con la amenaza ya materializada del trasvase Tajo-Segura recién terminado, y que Franco no pudo inaugurar porque había muerto cuatro años antes. Aquel invierno recuerdo al Tajo inmenso de agua y espumas como icebergs saltando la azuda de La Morana. El Tajo olía espeso, a río, a la mierda de los colectores, a detergente y a la química de las industrias que sin piedad vertían desde Madrid. A partir de aquel día hubo dos Tajos: el prístino reservado al Trasvase; y el de los colectores de Madrid, el Jarama/Tajo novísimo que nos llega a Toledo y a Talavera.

Por primera vez en 33 años, el 30 de marzo pasado, la Comisión de desembalse de la Confederación Hidrográfica del Tajo reservó parte de la cabecera del Tajo para los regantes del Canal Bajo del Alberche, con lo que rompía de facto la Regla de explotación del trasvase, así como el vigente Plan de cuenca del Tajo (que sólo contempla la cabecera del Tajo para los usos del tramo Bolarque-Aranjuez). Esta segunda pica en el Tajo se une a la primera, al borrador fantasma que la propia CHT hizo público en su web durante 48 horas, y donde –literalmente– se cimentaba, con los argumentos técnicos de las alegaciones que envió la Plataforma al infumable Esquema de Temas Importantes, la necesidad de más caudal de la cabecera para Talavera. No quiero decir con esto que sea bueno que haya agua del Tajo para regar este verano en Talavera. No. Hay que exigir que sea agua del Alberche, y no veo voluntad política en pelearlo (tanto en el PP como en el PSOE). Pero sí destaco que por primera vez se pone orden, y sobre todo que ya la realidad rompe las costuras y se va imponiendo a las leyes inconstitucionales en que se cimenta la gestión del Tajo. Y que el trabajo va dando sus resultados.

Por primera vez en 33 años se unifica la gestión de la cabecera del Tajo con su tramo medio. Estamos en un momento crítico, histórico. Con mayúsculas. Se ha hecho mucho desde la Plataforma del Tajo y del Alberche. Se empiezan a ver los resultados. Pero queda mucho, sobre todo por la falta de convicción política. Ahora hay que pelear por el Alberche, a una. Y el que se esconda, allá él.

Estoy seguro que dentro de poco tendremos una gran crecida del Tajo y del Alberche en Talavera, una crecida como la de los 70, que se llevará definitivamente por delante toda la mierda acumulada en décadas de saqueo, olvido y silencio. Llegará. Que no quepa duda.
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