martes, 31 de enero de 2017

Las madres del Pablo Iglesias

La Tribuna de Toledo, 27 enero 2017

La plaza más importante de Talavera de la Reina, la más grande, heredera del foro romano, y a la que aún se abalconan los edificios del poder local y el proconsulado toledano de la Junta, la plaza digo lleva nombre de mujer. Su nombre exacto debería ser Plaza de las mujeres del motín del Pan. Así. Pero por eso de lo políticamente correcto, la cosa quedó amputada, porque no era (ni es) asunto pregonar y certificar que fueron mujeres, las mujeres de Talavera, las que un dos de mayo pero de 1898, se levantaron y arrasaron media ciudad buscando pan con que alimentar a sus hijos y maridos. La historia es conocida, pero no lo suficiente: años de malas cosechas, de acaparar grano por los oligarcas, peonadas y jornales de miseria, paro agrícola desbocado... y al consistorio municipal no se le ocurre mejor cosa que en patriótico y grandilocuente gesto, donar las últimas 500 pesetas de la caja de socorro a la Armada que se las veía con los yanquis en las Filipinas y Cuba. Total, desde el Ayuntamiento antes -y ahora- lo de la calle, el hambre, el frío y la necesidad y lo que la gente quiere y siente... queda lejos, mucho, y amortiguado por los muros de piedra.

Cerca de siglo y cuarto después otras mujeres, en este caso las madres del colegio Pablo Iglesias están luchando para que no les coloquen una gasolinera pegada al patio y a las clases donde sus hijos van a aprender. Sí, lo que escuchan. Porque Talavera es la ciudad de los imposibles, y más que berlanguiano, el asunto destila el aroma típico de quienes han ejercido el derecho de pernada urbanístico -consentido desde el consistorio que aún se reúne en la referida Plaza de las mujeres del motín del Pan-; derecho de pernada que ha perpetrado la ciudad del último medio siglo y que quiere seguir dictando su ley. Ahora el ayuntamiento/gobierno local no ha dado las últimas 500 pesetas para la guerra de Cuba, pero sí licencia para el negocio gasolineril. Y, claro, el asunto ya pasa de castaño oscuro.

Machado dejó dicho casi todo, también eso de que en España lo mejor siempre es el pueblo; que cuando las cosas se ponen complicadas los señoritos invocan a la patria y la venden, y que el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre. Aquí no habrá sangre, pero tampoco gasolina. Y será por esas mujeres, otra vez mujeres. Porque aunque en el ayuntamiento vayamos confundiendo eso tan antiguo de la legalidad con la justicia, ellas lo tienen claro, como aquellas talaveranas que dijeron hasta aquí hemos llegado con la tontería en aquel 98. Más nos valdría aprender un poco del pasado. La gasolinera no se construirá. Y será por las madres. Las madres del Pablo Iglesias. Otras mujeres. Siempre ellas.
Share/Bookmark Leer más...

sábado, 21 de enero de 2017

Talavera, fuera de C-LM también en FITUR

La Tribuna de Toledo, 20 enero 2017

El "puesto" de Talavera en FITUR, donde los extintores y la salida de emergencia. En el patio de atrás de casi todo.

Pues eso. Si usted se da un paseo por el pabellón 7 de FITUR, se encontrará con un resplandeciente pabellón de Castilla-La Mancha. Entre expositores, pantallas, ovejas esquemáticas y mucho cartón piedra, se venden los más reconocibles tópicos de este territorio tan inexacto como centrípeto. Pero si busca a Talavera no la encontrará. Estamos fuera. Justo detrás, entre los puestos de revistas y asuntos menores, junto a los extintores y a la puerta de salida de emergencia, en un pasillo secundario. O terciario. 

Talavera de la Reina queda en FITUR más allá del patio de atrás de Castilla-La Mancha. Como una metáfora de la realidad que nos lleva, el brillo, resplandor, moqueta y demás artificios del poder de Junta y Diputación dejan fuera a Talavera que se las apaña esquinada y trasconejada, como aborrecida y apartada. No nos amparan en este caso las consabidas y geográficas cercanías a Extremadura o Castilla y León, que sólo nos consuelan las traseras del pabellón de las Baleares.

Talavera de la Reina y sus tierras llevan demasiado tiempo en el callejón de atrás de Castilla-La Mancha. Ninguna tierra es mejor o peor que otra, toda tiene su belleza y créame cuando le digo que conozco Castilla-La Mancha, y que tenemos algunos de los lugares más salvajes, perfectos y sorprendentes que conozco. No comparo, sólo digo que la Tierra de Talavera, con mayúsculas, mi tierra, no desmerece al resto de la región. Que tenemos en la ciudad patrimonio para aburrir, eso sí, penosamente gestionado. Que tenemos espacios naturales para contar a estas alturas con al menos un par de parques nacionales y tres regionales. No exagero. Que tenemos aquí al lado al mejor humedal de Castilla-La Mancha, que no es poco: el embalse de Azután. Y que contamos entre el Tajo y el Guadiana, entre el Horcajo y los perdederos de Guadalupe, con toda la riqueza que pueda tener cualquier renombrado, visitado y reconocido territorio patrio o extranjero. ¿Cómo nos vamos a vender? ¿Cómo vamos a mostrar lo que tenemos? ¿Cómo vamos a aprovechar nuestros recursos para salir del agujero? Pues eso.

Al final los hechos van configurando una realidad, amasando el barro del cántaro que cualquier día se acabará rompiendo de tanto llevarlo a la fuente. Porque uno no está donde no le quieren, y no le quieren -ni le conocen- donde no está. Pues eso: si va a pasar el rato a FITUR no busque a Talavera de la Reina donde la Junta de Castilla-La Mancha. Váyase detrás, al inframundo de los minipuestos de la feria, y allí, tras la frontera de moqueta y abandono, en su destierro le esperan Talavera y su Tierra. Lo mismo que si va a Castilla-La Mancha, la política: no la busque dentro, sino en ese territorio fronterizo incierto donde navega desde hace décadas, al pairo y dejada de la mano de todos.
Share/Bookmark Leer más...

viernes, 13 de enero de 2017

Des-nudos logísticos

La Tribuna de Toledo, 13 enero 2017

A veces, cuando me embosco -un decir- para observar las avutardas, gangas, ortegas y demás avechuchos que campean por los secarrales del mediodía de la provincia toledana, observo cómo llega renqueante, cansado, lento como un lunes, el tren que discurre por la línea férrea Madrid-Cáceres-Lisboa. Un trazado antiguo, comido por los olivos y almendros, taladrado por vivares de conejos inmisericordes, que hacen que en muchos tramos la velocidad no vaya más allá de los treinta o cuarenta kilómetros por hora.

Es el tren que llega a Talavera, y que luego sigue a hasta los confines de la Lusitania (Oropesa, Navalmoral, Cáceres, Mérida, Badajoz, Lisboa...). Un tren internacional, un ferrocarril en absoluta decandecia, más que decadente. Algunas veces busco el azul metálico de las últimas carracas -pájaro de soledades- en los palos de la luz de las estaciones/apeaderos derrumbados, o el vuelo de algún cernícalo primilla bajo las tejas aún sobrevivientes en alguna caseta. Son estaciones desvencijadas y desahuciadas, como las que aparecen en las películas de Sergio Leone, en las que siempre se baja algún forastero para ajustar la última cuenta pendiente.

Talavera de la Reina, con “vía convencional no electrificada de ancho ibérico”, se encuentra a la cola del sistema ferroviario español. Pretender con estos mimbres que en tres años vamos a tener un nodo logístico con trenes descargando mercancías y tal, es poco menos que ser unos ilusos. El pasotismo del Ministerio de Fomento, para el que sólo hay ojos para invertir -lentamente- en esta línea en Extremadura, para un AVE-Alta prestaciones o lo que sea, ya aburre; que desde hace mucho tiempo el abandono de los diferentes gobiernos centrales es algo más que un agravio para esta línea, simplemente la constatación del olvido y la marginación a la que se somete a esas extremaduras que quedan más allá de Móstoles.

A los portugueses del puerto de Sines les interesa Talavera como puerta de entrada a Madrid. Pero tanto el Estado como la propia Junta de Castilla-La Mancha hace años que apostaron por otros ejes. El problema es que los ojos -y las cuentas- de quienes no se mueven por el desprecio y el abandono a nuestra tierra, están con el profesor Jiménez de Gregorio, con eso de que la geografía manda y la historia obedece. Hasta ahora, porque el camino de Lisboa a Madrid y viceversa va por el Tajo, por su valle. Pero, igual que el Lusitania Express ya se desvía por Ávila y Salamanca, puede que el olvido y ninguneo, el mirar hacia otro lado y el planificar olvidando a Talavera, hagan que el camino desde el Atlántico a la capital de España ahora deba desviarse por el Duero o por el Guadiana, tal como tozudamente establecen los mapas de transporte europeos, diseñados y propuestos no lo olvidemos conjuntamente por los gobiernos autonómico y nacional.

Que Talavera tenga o no nodo logístico, o simplemente un tren que haya salido del siglo XIX, es una mera decisión política. De Madrid, pero también de Toledo. Tiene delito que vengan de Portugal a colocar a Talavera en un mapa, mientras aquí seguimos con excusas y lamentos, tanto de un Ministerio de Fomento que sólo se hace fotos firmando protocolos, pero incapaz de poner ni un euro en presupuestos; como de un gobierno regional -ahora de Page antes de Cospedal, Barreda, Bono...), que sigue considerando a Talavera de la Reina una extraña, incapaz de encajarla con su peso y realidad en el entramado regional y nacional.

La prueba del algodón de la serpiente del nodo logístico serán los próximos presupuestos del Estado, donde debe aparecer una cifra seria para el tramo Pantoja-Navalmoral de la Mata. Electrificación y doble vía. El resto cuentos, y de esos ya llevamos unos cuantos. Si seguimos en las mismas, nos podemos olvidar. Los de Portugal tienen muchas novias, no van a esperar. Aquí nos toman el pelo una y otra vez con firmas de protocolos de estudios previos informativos, y esas milongas que tanto nos sabemos en Talavera. Otros no se explican cómo seguimos en el inframundo. Y quieren hechos. Queremos hechos, de una vez por todas.
Share/Bookmark Leer más...