viernes, 25 de febrero de 2011

El circo de las Cortes de Castilla-La Mancha

No valen las lecturas simplistas con el agua en Castilla-La Mancha. No hablo de ríos, ahora de momento hablo de agua. El esperpento de ayer en las Cortes de Toledo refleja la utilización del agua, en ningún caso el reconocimiento de su complejo engranaje en la sociedad de Castilla-La Mancha. Castilla-La Mancha es la tercera región de España por superficie –80.00 km2–, la novena en cuanto a población –2.100.000 habitantes–, y la última en densidad, con 26,4 habitantes por kilómetro cuadrado. La complejidad regional se complementa con el análisis de la propia configuración provincial de la Autonomía: es Castilla la Nueva, pero sin Madrid y con Albacete. Esta amputación del núcleo económico, social y demográfico, ha traído consigo más problemas de los aparentemente visibles, acrecentados por el basculamiento manchego de los dos presidentes socialistas que ha tenido la Comunidad en casi 30 años, José Bono y José María Barreda.



Y, como elemento clave, la parcelación de los 80.000 km2 en cinco grandes cuencas hidrográficas: Tajo, Guadiana, Guadalquivir, Júcar y Segura.

Aquí, Castilla-La Mancha, no se pelea por defender el agua. Sino por recuperarlo. En otros territorios, en otras batallas, como la del Ebro, por ejemplo, se peleó porque no se llevaran el río. Aquí, día a día se va agua como para abastecer a una ciudad como Barcelona. Los esquemas franquistas de «territorio algibe» perviven 35 años después, sin moverse un ápice, al contrario, fortalecidos por el troceamiento autonómico del café para todos. Y, sin olvidar, que aquí –Castilla-La Mancha– se han hecho las cosas muy mal durante muchos años, quizá porque se venía de más abajo que en otros sitios, que no existía –ni existe- una identidad común del territorio administrativo. Es más: en 30 años no se ha fomentado esa identidad, y como error inmenso, se ha privilegiado a la parte sobre el conjunto, ignorando las relaciones con Madrid, sin potenciar Guadalajara, Toledo; y dejando todos los huevos en la gallina de la Mancha, en la cesta que al final se ha roto levándose por delante mucho más que la Caja regional.

Ha faltado la visión de conjunto; yo diría que se ha despreciado la realidad de Castilla-La Mancha, porque al final siempre había un cromo que cambiar, vender un trozo para que los amigos, o uno mismo –Bono igual que Barreda– privilegiaran «sus» territorios o a sus amigos. Falta visión de región, quizá porque toda la Corte de Toledo vive en Madrid, sube y baja todos los días en AVE, y en el fondo Castilla-La Mancha no les importa. Es así.

Recorrer Castilla-La Mancha y compararla con la de 30 años atrás te muestra una región que ha avanzado, pero que no lo ha hecho con la contundencia que debería. Se ha perdido mucho el tiempo, con una política de aldea, no como la que dice el bocazas de Valcárcel, sino de privilegiar como digo a la parte sin ser consciente del conjunto. Recorrer hoy las periferias te muestra el desierto demográfico en que se ha convertido casi todo lo que no es la Mancha; y que ciudades como Talavera de la Reina, a menos de una hora de Madrid, hayan comenzado a perder población, define la inexistente de una visión política para aprovechar la cercanía a Madrid y los distintos corredores con las grandes ciudades costeras, tanto de España como de Portugal.

Cada territorio de España tiene su río, su gran río. Aquí tenemos cinco, cada uno con sus peculiaridades, pero con el denominador común de su gestión encaminada a satisfacer las demandas de otras Autonomías: el Tajo para Murcia y Valencia; el Júcar para Valencia; y el Segura para Murcia. El alto Guadiana, desaparecido gracias a los aspersores, se quiso trasvasar igualmente a Murcia; pero antes la bomba, el aspersor y la suicida política de regadíos acabaron con él. El Guadalquivir, «transferido» a Andalucía, drena más de 5.000 km2 de Ciudad Real y Albacete. Por tanto, somos un inmenso algibe, las reservas de agua de medio país, con los mayores embalses (Entrepeñas, Buendía, Alarcón, Contreras, La Fuensanta, El Cenajo, Rosarito…) sirviendo el desarrollo económico de Murcia, Valencia, Andalucía, Madrid, Extremadura. Esta es la situación. El agua y los ríos nacen aquí, se llenan de agua en las serranías; pero no se puede tocar, porque Franco decidió que se gastara en otro sitio; y claro, ahora que somos «autónomos», lo que se da no se quita.

La gestión que se hace de la cabecera del Tajo es el paradigma del franquismo hidrológico que ondea en el ministerio de Medio Ambiente. Da lo mismo quien gobierne, derecha, izquierda, centro: la línea marcada por los tecnócratas del franquismo, heredera de los regeneracionistas, sigue imperando. ¿Cómo un río que ha perdido casi el 50% de las aportaciones naturales, que de media han bajado de 1.400 hm3/año a 750 hm3/año, puede tener 650 hm3 de excedentes? ¿El 86% de la cabecera del Tajo son «excedentes»? Pues sí. Esto es el trasvase Tajo-Segura y el trasvase Tajo-Guadiana.

La situación del Júcar es similar: sus aportaciones de cabecera han disminuido en la misma cantidad que en el Tajo; pero se sigue gestionando para Valencia, al igual que el Cabriel. Y qué decir del Mundo, del Segura, del Taibilla. El Guadiana no existe. El mayor desastre ambiental de España sigue ahí, en el alto Guadiana, aunque en este ciclo seco el charco de las Tablas se haya vuelto a llenar –desde arriba–, y los patos pongan contentos a los políticos y a los ignorantes. Y nadie está dispuesto a meter mano en serio al asunto, más allá de comprar un puñado de hectáreas para hacerse la foto. ¿Qué es del Plan Especial del Alto Guadiana? ¿Alguien se cree algo?

Creo que es importante poner orden y trabajo en el agua –y en los ríos– en Castilla-La Mancha. Pero no con oportunismo. He visto cambiar muchos cromos en 20 años: vender una y otra vez al Tajo; cambiar el Alberche por diversos intereses en Ciudad Real; autorizar la conexión Talave-Cenajo; siempre, al final, el agua, los ríos, como cromo político. De facto somos una hidrocolonia, lo que nos rebaja varios escalones con respecto a los vecinos autonómicos. El Estado barre para casa, no pone orden, sino que beneficia a los que más votos ponen en las urnas, y eso está en Madrid y en el Mediterráneo. Los gobiernos socialistas de Castilla-La Mancha no han propuesto nunca una estrategia sensata. Y el Partido Popular quiere seguir manteniendo a toda costa el statu quo, sin molestarse en guardar las formas. Y menos ahora, que el agua importa poco con todos los embalses a rebosar. Y siempre apelando al Plan Hidrológico Nacional, que no dejaba nada en Castilla-La Mancha, y que aquí se votó a favor simplemente por las peleas políticas de principio de siglo por alzarse con el poder en el PSOE nacional. El panorama, como se ve, es «ilusionante».

El PP ahora, que ve que puede, esta vez sí, tocar pelo, no va a hacer nada que cambie la situación, y más como digo con unas elecciones autonómicas y generales que se van a celebrar con los embalses llenos, sin conflictos por el agua, y donde el naufragio de España en tantos capítulos, va a ser protagonista. Se aprovecha del discursos disperso, populista y ambiguo del Gobierno de Castilla-La Mancha, que impulsa un trasvase desde el Tajo al Guadiana, y para el que no es lo mismo una tubería que un trasvase, como si los ciudadanos fuésemos tontos, que una cosa es que se lo cran, y otra que lo vayan propagando con tanto entusiasmo.

Por tanto, 30 años después perdidos, con los planes de cuencas «políticos» -Júcar, Segura y Tajo– pospuestos sine die; y con los esquemas de la situación encarando un escenario continuista a más no poder, lo de ayer en las Cortes de Castilla-La Mancha demuestra el profundo desconocimiento que los diputados tienen de la Región, el desprecio que sienten por ella, la falta de luces de unas docenas de vividores que no las pasan putas mes a mes para llegar, no a fin de mes, sino al 10 ó al 15; y el profundo cáncer que corroe a las instituciones de esta Región. Por muchos circos que monten, por más payasadas que escenifiquen, los ciudadanos ya no nos reímos. Una cosa tengo clara: gane quien gane el 22 de mayo, quienes perderán serán los ríos de Castilla-La Mancha.

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El espejo transparente



La Tribuna de Talavera, 25 febrero 2011

Al final de la película Lawrence de Arabia hay una escena en la que, una vez tomada Damasco, el príncipe Feisal, el general inglés Allenby y el intrigante diplomático Dryden –Claude Rains, capitán Renault en Casablanca–, acondicionan el escenario resultante de la revolución árabe; cada uno a su conveniencia, faltaría más. El general y el príncipe pelean por quién se queda con la planta de bombeo del agua potable; entonces Dryden, tan cínico como pragmático, les dice: «al parecer tenemos un servicio de agua británico, con la bandera árabe». Durante un siglo esta ha sido la filosofía: fontaneros de Occidente manejando las tuberías del resto del mundo, comprando y manejando países, aunque de vez en cuando alguno de los dictadorzuelos le diera por reventar aviones sobre Escocia. Daños colaterales, simplemente. Probablemente nada cambie, pero la Historia está pasando otra de sus hojas.

A Occidente le interesa el petróleo, le interesa el dinero; no las personas. De ahí el silencio ante las dictaduras del norte de África, de Arabia, de Mesopotamia. El miedo al fundamentalismo islámico es un arma de destrucción masiva, empleada como antídoto por una sociedad que adora el becerro de oro del consumismo, la cultura del más madera. La cultura económica como suma sacerdotisa de la civilización, con unas democracias del primer mundo eternamente anestesiadas con los perros de paja que mantenían amordazados a los ciudadanos, pero abiertos generosamente los pozos de petróleo para las multinacionales. Los dictadores se enriquecen, se ha limpiado el patio de atrás de Estados Unidos –América para los americanos, pero del norte –, pero Europa dormita no se sabe qué sueño. Ahora que nosotros empezamos a ser el patio de atrás de China, los argumentos que habría que poner sobre la mesa son los de la civilización, las humanidades, la libertad, la justicia, la igualdad. Pero no. Ponemos sobre la mesa el petróleo, el gas, como los romanos ponían el oro; nunca las personas. Poco hemos avanzado. El espejo se nos disuelve delante de los ojos, se hace transparente, y ellos ya somos nosotros.
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jueves, 24 de febrero de 2011

DIA Sorbe-Bornova: los árboles y el bosque

Una buena noticia la DIA que rechaza esta chapuza de fontanería, pero no tenemos que olvidar que el Canal de Isabel II ya ha conseguido 100 nuevos hm3 al año, "gratis"del Alberche en el ETI aprobado en noviembre. En la pág. 155, en el tema importante 2.02 "Satisfación de las demandas futuras de abastecimiento de Madrid", se dice que el Alberche pasará de proporcional 119,8 hm3 al año, a 219,8 hm3, "independientemente de la situación en que se encuentre el sistema de Abastecimiento a Madrid". Hasta ahora sólo se llegaba a esa cifra si la situación estaba muy ajustada en el sistema, aunque realmente el Canal hacía lo que le daba la gana, con el silencio cómplice de la CHT. Ahora ya será ley. Y el Alberche se queda seco de Picadas para abajo, no ya solo para los regadíos de Talavera, sino para el propio caudal ecológico del Alberche (60 kms, que son proporcionado por los propios regadíos), y en el Tajo a su paso por Talavera de la Reina.

Está claro que el trasvase Alberche-Valmayor ya está ejecutado, no lo controla ni Dios, y encima recibe parabienes de determinados grupos ecologistas. El Ministerio ha solucionado la papeleta del Sorbe, metiendo mano por el oeste, por el Alberche. Lo que deja claro que en cuanto se abre el grifo de un trasvase (ya sea del Tajo al Segura -600 hm3-, del Tajo al Guadiana -50 hm3- o del Alberche al Aulencia-Guadarrama -219,5 hm3-, es muy difícil cerrarlo.

Así que está muy bien la DIA, pero que los árboles no nos tapen el bosque.

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Se van las grullas


Esta tarde las grullas se reunían por cientos sobre las faldas de la Sierra de San Vicente. Giraban en círculos y avanzaban unos kilómetros. Volvían a parar. Al llegar sobre el Alberche se reagruparon y enfilaron hacia el noreste. Tarde de primavera, con las golondrinas dáuricas cruzando el encinar. Al fondo, Gredos aún retiene la nieve. Sabe que el invierno no ha terminado.
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miércoles, 23 de febrero de 2011

El Trasvase empieza a vaciar Entrepeñas y Buendía

El pasado 17 de febrero, jueves, el trasvase Tajo-Segura comenzó a vaciar Entrepeñas y Buendía. Pese a que los embalses de la cuenca del río Segura se encuentran prácticamente llenos, en el histórico nivel del 69%, frente al 46% del año anterior; pese a que La Fuensanta y El Cenajo se encuentra a más del 75% de capacidad, frente a Entrepeñas y Buendía que rozan 47%; y pese a cualquier sentido común, atisbo de responsabilidad en los gestones del Trasvase, sabedores de la hiperanualidad de la cabecera del Tajo y la sensatez de aquilatar las reservas, a mediados de febero se comienzan a vaciar los embalses de regulación del Tajo, de todo el Tajo, no sólo de Murcia y Alicante. Una vergüenza y un despropósito de gestión, una vez más política frente a la sensatez técnica.


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lunes, 21 de febrero de 2011

Bandera sobre la playa de Bengasi

Una bandera ajada sobre el horizonte inclinado, la playa de Bengasi con miles, decenas de miles de personas. Nubes bajas, azul lavado en el cielo; leve esmeralda en el Mediterráneo. En los libros de García Márquez los dictadores morían de viejos entre los fantasmas de los palacios de acero y muerte. Ya no. Algo está cambiando en el mundo. El norte de África ha despertado como los huracanes del Caribe, como las borrascas de Terranova que bajan por el Atlántico hasta chocarse con la Europa dormida. Ahora, al sur, en la franja que separa el desierto inmenso del Mediterráneo, se dice basta. El tiempo avanza muy deprisa, nos ha tomado la delantera, y no se va a parar. En Facebook alguien cuelga la fotografía de una bandera antigua, de antes de los tiempos infinitos de Gadafi, ondeando sobre la playa de Bengasi. Es la fotografía de un tiempo nuevo, tiene la fuerza inmensa del cambio, de la ruptura. En el norte de África ha comenzado un capítulo de la Historia, porque la última frontera que le queda al hombre del siglo XXI es la libertad. Y por la libertad, la vida.
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domingo, 20 de febrero de 2011

Enseñanzas de 3 décadas de Trasvase

Intervención de ayer sábado en el plenario del VII Congreso Ibérico en Talavera de la Reina.

Buenos días. Agradezco a Fundación para la Nueva Cultura del Agua la oportunidad que me ofrece de compartir con ustedes las “enseñazas” que me han proporcionado 30 años de trasvase Tajo-Segura.

Dejen de respirar, por favor, 2 segundos. Ahora 15 segundos. Ahora 30 años. Este es el tiempo que lleva el Tajo sin respirar. 30 años que han traído consigo la propia desaparición del río como tal. Ahora el Tajo es un cadáver, un despojo, que pasa a nuestro lado y nos mira, y nos pregunta, ¿por qué?

Mi primera imagen del Tajo es de hace más de 30 años. Entonces, aquí mismo, bajaba con mi abuelo hasta los Molinos de Abajo, a un paraje que se llama La Morana. Desde muy lejos el rumor del Tajo precipitándose con violencia por las azudas medievales te abría las puertas de otra dimensión.

El Tajo, entonces, bajaba muy ancho y muy rápido, blanco, con una capa de un metro de espuma que lo cubría todo, como icebergs inmensos, espejismos imposibles forzados por los detergentes y vertidos de Madrid.

Entonces, en aquellos recorridos por el Tajo, mi abuelo me enseñó lo que es un bosque de ribera, los veneros de agua transparente que brotaban como un fulgor en la orilla de arena limpia y fina, junto a los molinos; aquellos paseos junto al Tajo me mostraron la fuerza del río, que volteaba las orillas y dejaba al descubierto lienzos de azulejos de cerámica del XVI, o las teselas de los mosaicos romanos de las villas que puntearon en los tiempos antiguos las vegas del Tajo.

Mi abuelo me decía entonces que qué me enseñaban en la escuela que no sabía distinguir un álamo negro de un fresno, el canto de la oropéndola y el del ruiseñor. Y cuanto más pasan los años más me doy cuenta de la razón que tenía. Hay que escuchar a los ríos, al Tajo, al viento sobre los álamos, al vuelo de la garza, aprender a descifrar con los sentidos. Porque los números la mayoría de las veces son un engaño; y cuando –como en el caso del Tajo– los números son meros mercenarios al servicio de intereses bastardos, me doy cuenta que nos podemos mentir una y otra vez, perder el tiempo con más y más papeles y documentos; pero que el Tajo nos mira a los ojos y nos pide explicaciones.

Me gustaría, por tanto, hablar del Tajo de los hombres, de los poetas, de Garcilaso, de Fernando de Rojas, de Joaquín Benito de Lucas, de Pessoa, de Saramago, del capitán Boyton, que lo recorrió en el siglo XIX metido en una cámara neumática, desde Toledo a Lisboa. O del Tajo de Jesús Garzón, que lo vio libre en Las Corchuelas, lo que hoy es el parque nacional de Monfragüe. O el Tajo de los ganaderos que bajaban desde muy lejos a reunir sus rebaños en el teso de Talavera. Pero hay que hablar de números, explicar qué ha hecho y qué hace el Trasvase con el Tajo.

Talavera de la Reina es una ciudad por la que pasa el ferrocarril, camino de Portugal; por la que pasa la carretera general, camino de Portugal; y por la que discurre el Tajo, camino de Portugal. De alguna manera somos testigos del ir y venir. Es una tierra donde todo fluye; nada se estanca. Y en esta tierra tenemos una responsabilidad inmensa con el Tajo.

Hace 30 años que no escuchaba el rumor del Tajo precipitándose fuerte por las azudas de los Molinos de Abajo. Esta semana lo he vuelto a escuchar. El Congreso Ibérico del Tajo viene a cerrar un círculo de ignominia con el propio río. Se ha de liquidar el episodio vergonzoso del Trasvase, y dejar que las aguas vuelvan a su cauce. Podemos continuar prostituyendo los números, engañándonos con las mentiras que todos conocemos. Un trasvase de la cabecera de un río es una aberración. Podemos continuar manteniendo la máquina de la mentira, podemos continuar riendo las gracias a un estado proxeneta con el Tajo, donde, como decía ayer, sin sonrojarse, la representante del Ministerio, para sacar el borrador de plan de cuenca, antes “hay que cerrar los temas políticos”. ¿A qué estamos jugando? ¿A qué juegan con nosotros? Esto es una vergüenza, una indignidad y una felonía con el Tajo.

En los próximos meses vamos a necesitar de su ayuda, de la de todos ustedes. El Tajo, como saben, se quiere dejar hasta el infinito en su Guantánamo. Los interese políticos mandan. Pero nuestra dignidad lo tiene que impedir. El Tajo es un cadáver exquisito que rinde sus frutos en el Mediterráneo. A cambio, delante de nosotros pasa un espectro. ¿Vamos a tolerarlo por más tiempo? ¿Vamos a seguir mirando a otro lado?

Termino. Pido su ayuda. En los próximos meses verán sobre la mesa documentos del Plan de cuenca del Tajo que apuntalan el trasvase Tajo-Segura; que quieren derivar las aguas del Jarama a la cabecera del Tajo; y, finalmente, un trasvase que quiere llevarse las aguas limpias del Tiétar y Gredos. Les pido ayuda para que, entre todos pongamos cordura en la gestión del Tajo. Sólo eso. Cordura.
Yo me he bañado solamente una vez en el Tajo, en esta playa que ven aquí arriba, en la pantalla. Pero voy a volver a hacerlo. Estoy seguro. Quiero mandar un mensaje claro a la Confederación del Tajo, a los planificadores, al Ministerio, a la Secretaría de Estado: vamos a recuperar el Tajo, vamos a volver a bañarnos en nuestra playa de los Arenales. Nuestros argumentos son la razón y la voluntad. Sepan, señores burócratas, que enfrente van a tener una ciudad, Talavera de la Reina. Hagan bien su trabajo; o apártense de nuestro camino. Porque la primavera ha llegado y el Tajo vuelve rugir sobre las azudas de La Morana.

Muchas gracias.

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jueves, 17 de febrero de 2011

Las águilas del camino

Ha sido un buen día. A media tarde las águilas han salido al camino. Las he visto sobre los pinos, faldeando la sierra. Las he esperado; y han bajado. Esta tarde el viento cruzaba con fuerza desde Gredos. Los primeros ánsares subían hacia el norte, pasaban altos, muy altos. Las nubes bajas, rápidas cruzando desde el oeste. Las águilas marcaban su territorio sobre la dehesa, ladraban altas; y, de repente, bajaron a mi lado, junto a un eucalipto. Pasaban los coches, camiones que bajaban al Alberche a cargar arena. Las águilas imperiales no se inmutaban, peleaban contra una pareja de ratoneros y con las urracas. Jugaban con el viento, sobre el viento. El Alberche bajaba espeso, llovía sobre la sierra, el viento arreciaba sobre la tarde perfecta. Las águilas han salido al camino. Un buen día.


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martes, 15 de febrero de 2011

Almendros de febrero

Los almendros comienzan a brillar en las cunetas del invierno. Entre la luz de plomo puntean los blancos, los rosáceos leves de la primera primavera. Vuela alguna golondrina, aviones comunes, perdices confiadas, milanos negros desde los cables de la luz a los charcos de la siembra quemada por las heladas. En las cunetas resplandecen los almendros como un destello de humildad. Abajo los cartones, las bolsas de plástico, la basura y los deshechos que acumula la vida, el ir y venir, el pasar rápido de un tiempo que no aprende a mirarse en el espejo. Allí, lejos, bajo la bruma, la línea del Tajo, las barrancas donde despierta la Jara, Valdepusa, las filas de los olivos, carcasas de castillos como pegamento con otros siglos y otras vidas. Los almendros salpican de altivez un paisaje raudo. Nadie se fija en ellos, sólo la lluvia que cae como un soplo; quizá el viento húmedo que viaja con las nubes del Océano y sacude los pétalos blancos. Pasan las nubes muy rápidas en este invierno anclado en el alma. Solo los almendros, blancos, inmutables, perfectos testigos de los vacíos.

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domingo, 13 de febrero de 2011

Las grullas de los Golines

Cuando se hace definitivamente de noche miro a Gredos, a los doscientos o trescientos kilómetros que abarca la vista. La silueta de las cumbres dibuja en el cielo una línea quebrada, perfectamente definida bajo el resplandor de poniente. Gredos es una mole perfecta, sobre la que aparece y desaparece alguna luz, uno o dos coches que van subiendo por los puertos. No hay más, un pequeño brillo sobre la dehesa allí donde reposan Parrillas y Navalcán. La masa espesa de sierras y encinas que caen al Tiétar cierran este espacio donde Gredos, las estrellas, la luna creciente fina como una guadaña lo hacen todo, lo cierran todo, lo abren todo. El espacio es de las grullas, las dos o tres mil grullas que siguen bajando sobre los Golines. Vienen de todas direcciones, subiendo el Guadyerbas desde las dehesas de Extremadura, y desde el Este, del Tiétar, del Berrocal. Bajan en líneas sobre Mayuguiza, y pasan someras sobre el agua del embalse. Esta tarde la calma era absoluta sobre el embalse del Guadyerbas. Una espátula descansaba sobre un tocón., simétrica con su reflejo. Los ánades apiñados en la entrada de la Cañada. Silencio. Las nubes pasando lentas hacia poniente, el reflejo de Gredos sobre el embalse del Guadyerbas. El invierno sigue. Las aguanieves han venido para quedarse en los charcos de la dehesa. El silencio del invierno. Los ciervos cruzan el camino. Las carpas saltan en el embalse y las ondas se transportan muy lejos. Las primeras grullas vinieron volando bajas sobre el Dehesón del Encinar, giraron hacia el Este y se quedaron en la dehesa. Luego empezaron a entrar por encima de la cuerda de Calabazas, bajo el brillo de los neveros del Almanzor. Ahora los esqueletos de las encinas muertas exudan el rojo sangre del atardecer. Pasan dos cuervos, me ve el primero y tuercen el rumbo. Las grullas ya entran muy bajas, se escuchan perfectamente los siseos. Los volúmenes se pierden y las distancias desaparecen. La oscuridad es de los Golines, y sobre el tiempo vuelve a reposar el griterío antiguo de las grullas sobre la noche de febrero.
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Por el Tajo. Y por Talavera

La Tribuna de Talavera, 11 febrero 2011

La próxima semana Talavera de la Reina será la capital europea del agua. Decir esto quizá suene a titular rápido, hasta sencillo. Pero ha costado mucho. Mucho trabajo, ilusión y tiempo, de gente de aquí, pero también de fuera. Y también trabas, impedimentos y zancadillas; pero eso, cuando se llega a la meta y se gana, no importa. Hace cinco años poca gente sabía cómo estaba el Tajo, que según la literatura oficial era un remanso de belleza y excedentes. Hubo que trabajar desde abajo, porque a diferencia de otros ríos, no había información, números, balances; y lo que había estaba tan contaminado como sus aguas. Hubo que filtrar, limpiar y mostrar los números desnudos a quienes supieron ver que el Tajo era un rio traicionado, prisionero de una mentira. Hace cinco años se dejaba secar al Tajo en Talavera, y no pasaba nada; se decía a los regantes del Alberche que echaran mano al lodo del Tajo mientras quemaban una y otra vez los motores; y no importaba a nadie. Quince años atrás el gobierno de Castilla-La Mancha nos cambió un plan de cuenca del Tajo justo, por un par de paradas del AVE en el otro extremo de la Comunidad. Hace seis años, el gobierno de Castilla-La Mancha nos cambió el Alberche por la Declaración de Impacto Ambiental del aeropuerto de Ciudad Real y por el trasvase del Tajo al Reino de Don Quijote. Mientras, el gobierno de Madrid nos alicataba el río. Ya teníamos bastante. Pero, en cinco años, las cosas han cambiado.

En cinco años hemos tomado conciencia de que el Tajo es el elemento cultural más valioso de nuestra tierra. Con el Tajo muerto, esta tierra está muerta, estoy convencido de ello. En cinco años hemos ganado el respeto para el Tajo y para Talavera de la Reina, sólo con la verdad, con la palabra y haciendo muchos kilómetros –¿verdad, Miguel?– y relatando a todo el que quiera escuchar la historia de penas y de olvidos del Tajo. Porque la historia del Tajo es un catálogo de agravios y puñaladas que están ahí, en el río, para quien tenga arrestos de acercarse a contemplar los costurones en la orilla. Ayer, desde el puente Viejo veía bajar al Tajo, ligeramente transparente sobre la grava fina de las islas. No es un presentimiento: estoy convencido de que el Tajo volverá, y volverán sus alamedas y sus oropéndolas a tejer nidos de pelusa. Queda mucho por hacer, pero es difícil torcer la voluntad de una ciudad. El Congreso Ibérico del Tajo es una oportunidad única para conocer, unir, multiplicar el espíritu del Tajo. Hace cinco años el Tajo no importaba ni preocupaba a nadie. Ahora sí, y mucho.
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domingo, 6 de febrero de 2011

422 - 12.902 - 20.043

La Tribuna de Talavera, 4 febrero 2011

Cuenta Cesáreo Fernández Duro –historiador, hombre del XIX, ilustrado, zamorano cegado de Océano, como buen castellano– que probablemente el primer pirata del Caribe fue un tal Bernardino de Talavera. El tal Bernardino, cuando las cosas se pusieron feas en La Isabela, tomó prestado un navío y con unos cuantos desarrapados se lanzó a probar fortuna en ese mar caliente como caldo y transparente como los recuerdos, que queda entre Jamaica y las Antillas. Es probable que el primer pirata del Caribe sea compatriota nuestro, y que mientras le ajusticiaban en La Española, se acordara de cuando de niño bajaba desde al arrabal a La Portiña, a pescar los barbos y las anguilas que subían desde el Tajo rotundo, desesperados con la urgencia de la primavera.

No sé si al Caribe, a la Alemania que nos viene a pasar revista, o a dónde. Quizá la mayor tristeza que se puede tener en la vida es comprobar que tu tierra se hunde, que la gente se desespera, que lo que hay que hacer no se hace. Y no pasa nada. Le decía hace unos días a un buen amigo que lo mejor es irse. Pero en Alemania, en Arabia, no está el Tiétar, no te levantas por la mañana, miras por la ventana y ves la maravilla de Gredos nevado empezando a iluminarse de violeta desde el Almanzor. Y allí, seguro, que no hay dehesas, no hay rañas donde cazan águilas imperiales, igual que veinte, treinta siglos atrás. Cuesta creer que con el potencial que tiene esta tierra, su ubicación, su fuerza, su juventud, tengamos las cifras de paro que tenemos, que hayamos dejado que nos gobiernen como a cabestros los años más prósperos de la historia de España, que por aquí han pasado altos, sin hacer ruido, como los ánsares que de aquí a quince días subirán camino de las islas del Báltico. Y ahora nos encontramos en el barrizal, de no ser/estar en ninguna parte: ni de Madrid, ni de Castilla-La Mancha, ni de Extremadura. Somos de Talavera, y así nos va.

Los números del paro son veinte mil cuarenta y tres catástrofes. Una a una. Cada vez que viniera un cargo público a tocarnos los cojones con una rueda de prensa pachanguera de esas de antes de las elecciones, de inauguraciones y tal, habría que ponerle delante una pancarta con los 20.043 parados de Talavera y su tierra. ¿Y de lo mío, qué? ¿Y de lo de mi tierra, qué? Que ya está bien de reírse del personal.

Tiempos de cambio, donde quizá el mejor camino sea largarse a marear ese Caribe transparente de Bernardino de Talavera, tan perfecto y esmeralda que, dicen, hay días que sobre las encalmadas flota la silueta encalada, blanca de nieve, de una sierra muy lejana que cae hacia un río de dehesas y águilas.


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