viernes, 29 de enero de 2010

CAMINOS Y CARRETERAS

La Tribuna de Talavera, 29 enero 2010

Hay veces que piensas que las cosas deberían ser mejor sólo por el motivo de que somos más viejos, que el tiempo avanza y que no es posible que las cosas vayan para atrás, que lo alcanzado y superado ya quedó ahí, como mojón de líquenes en un camino que, siempre, va hacia delante. Esta tarde me he parado un rato en el Cordel de los Llanos, junto a los madroños supervivientes del camino de Poyales. He quitado la música del coche, he cogido los prismáticos y me he quedado un buen rato junto a la herrumbre de los carteles del Cordel. Antes, a mediodía, había recorrido un buen tramo de las obras de la nueva carretera, una autopista que corta a cuchillo el valle del Tiétar entre Ramacastañas y Candeleda. Esta carretera ya se paró a principios de los años 90, se la tachó de absurda y de innecesaria. Pero ahí está ahora, veinte años después, como un desafío a la inteligencia y a la belleza. He avanzado hasta donde he podido, con el barro, los camiones cargados de tierra roja, las enormes excavadoras rompiendo el granito y agrandando la cicatriz. Esta carretera ya aparece en algunos planos, en los navegadores, pero las águilas, las cigüeñas y los melojos no lo sabían, ni falta que hacía. He seguido hasta donde he dicho basta, y me he vuelto. En tardes como la de hoy comprendes, con la rotundidad de los hechos, que todo tiende a desaparecer, a romperse, a sobrevivir sólo en los recuerdos. Las máquinas trazaban su camino, todo será ya distinto. Arriba el buitre negro contemplaba la enorme veta de tierra roja en carne viva. Hasta que se marchó lejos. Como yo.

Después me he parado en el Cordel, he cogido los prismáticos y me he puesto a contemplar las distancias, las que caen al Tiétar, las que se pierden en Gredos. Las láminas de Rosarito y Navalcán, las charcas llenas de gaviotas, los punteos de robles y pinos. Y al fondo Gredos, con más pistas, con más casas, con más costurones. Pero siempre Gredos. Pasaban los milanos reales, y sobre el Almanzor crecían nubes lenticulares, finas, que se deshacían en un soplo del viento de las alturas. Allá abajo cruzará la carretera. Ya nada es como fue, ni lo será. Tampoco lo seré yo, ni Gredos, ni nada, ni nadie. No hay mojones en el camino, todo se ha vuelto de niebla, y ni siquiera quedan estelas para recordar, como el polvo de las nubes que ya no lo son. Nada.
Share/Bookmark Leer más...

martes, 26 de enero de 2010

GUADALAJARA: TRASVASES Y BASUREROS

Guadalajara es una provincia de España que ocupa una superficie de 12.190 km2, y sobre la que viven 237.787 habitantes. De ellos, 161.636 viven en diez localidades del Corredor del río Henares que suman un término municipal conjunto de 500,90 km2. El resto, 76.151 habitantes, se reparten en 11.713,10 km2. La densidad de población de España es de 91,22 hab./km2; la de Castilla-La Mancha de 25,71 hab./km2; la de Guadalajara provincia, de 19,47 hab./km2; pero la densidad del territorio de Guadalajara no periférico a Madrid y al eje de la A-2, es de sólo 6,50 hab./km2.

Lo dicho arriba en números queda claro en el mapa siguiente, donde los colores blancos acercan la verdadera dimensión del desierto demográfico de Guadalajara. Es cierto que hay otros territorios ultra periféricos de Castilla-La Mancha que visten los mismos colores, pero es quizá en Guadalajara y Cuenca donde el vacío es rotundo, sin compasión.


Más mapas. Éste de edades, es decir, la edad media de la población. El desierto se solapa con la población más envejecida, justo donde los verdes se hacen más oscuros. Creo que no extraña a nadie.

Alguno más se podría poner. No creo que sean necesarios.

Si hay en España una provincia saqueada, ésta es Guadalajara. Las consecuencias son las expuestas. Que una provincia que hace raya con Madrid, sea un desierto como lo fue en tiempos del Cid, hay que achacárselo en gran medida a la explotación seguida desde los años 60, cuando el Estado decidió que su mayor recurso, el río Tajo, fuera trasvasado a regiones más ricas ubicadas en la costa mediterránea. El trasvase Tajo-Segura supuso destrozar las expectativas de desarrollo esbozadas en los años 60, después de construir los embales de Entrepeñas y Buendía, que se llevaron por delante 11.408 hectáreas de los mejores valles del Tajo y del Guadiela en Guadalajara y Cuenca, para almacenar 2.513 hm3. Es decir: primero anegamos los valles y acabamos con la agricultura, después vaciamos los embalses y acabamos con el negocio turístico vendido como contraprestación al saqueo anterior. Qué queda: emigración a Madrid, al Levante, a Cataluña, al Norte.

No contentos con lo anterior, Guadalajara estaba ahí para ubicar centrales nucleares. La primera de España en Almonacid de Zorita; y los dos reactores de Trillo, de los que de momento sólo se ha levantado uno, que apenas puede refrigerar el menguado caudal del alto Tajo. Y, por si fuera poco, más embalses en el Jarama, Sorbe, Tajuña, porque Madrid necesita agua, y ahí están los ríos que embalsar, los valles que anegar, y los pueblos que despoblar. Y, ahora, un basurero nuclear.

Las piedras del monasterio cisterciense de Santa María de Óvila fueron compradas por 3.500 pesetas al Estado por especuladores sin escrúpulos. Pero fue el Estado el que al fin vendió un pedazo de Historia. Hoy, troceados los sillares, adoquinan calles de Vigo o Cádiz, o adornan monasterios de nuevo cuño en California. Las aguas del Tajo riegan campos de golf y llenan piscinas en Murcia y Alicante. Los kilovatios de Trillo y, antes, los de Zorita, hicieron crecer a ciudades y regiones. Las tierras de Guadalajara se vaciaron.

Guadalajara es una provincia/cantera de donde extraer materias primas: hombres, piedras, agua, energía. En la Serranía se vacían los pueblos, y los pinos y las coscojas se meten en las calles. En el Señorío de Molina viven los silencios más profundos que te puedas encontrar. Algunas veces, al detenerte junto a un pairón, a la entrada de un pueblo diminuto, comido por el abandono y la ruina, intentas agarrar algún sonido humano, el repicar de una campana, una conversación, el sonido de una radio, el trajinar de un tractor, o la silueta de algún pastor. Nada. Al fondo los parques eólicos, como una peste del paisaje, marcando la distancia.

Cuando viajas por Guadalajara aprendes que las distancias y los vacíos son largos, sobre todo en invierno. Entonces no hay nadie. Las provincias/cantera son lo que tienen. Espacios para el pinar, para el sabinar, para que nadie se oponga a los parques eólicos de los altos de Barahona y se lleve por delante la enorme belleza de las tierras linderas con Soria; no hay nadie en el alto Tajo para exigir que cese el robo, para juntar un millón de almas en una manifestación, en la puerta de un ministerio, o asustar al político de turno con un millón de votos en contra. No hay nadie para exigir que se cierre la nuclear de Trillo, contraprestación por el trasvase a las hidroeléctricas, pero que en vez de levantarse en Murcia o Alicante, se hizo aquí, donde nunca pasa nada ni nadie protesta. Ya es demasiado tarde para exigir que se repueblen los desiertos, que el blanco de los mapas sea un poco más azul. Pero quizá así, sin nadie, con el vacío, sin el miedo a los votos perdidos, sea más fácil poner un cementerio nuclear.

Los obreros que desmontaron las piedras de Santa María de Óvila tenían que ganarse su jornal en una España espesa de preguerra civil. Qué objetar. Ahora el alcalde de Yebra dice que todo es por el beneficio del pueblo, que estamos en crisis, que hacen falta puestos de trabajo, y que el basurero nuclear los dará. Qué objetar.

Ochenta años para no aprender nada: un Estado que olvida, dilapida, usa y abandona una provincia a su suerte. Una comunidad autónoma, Castilla-La Mancha, que sólo piensa en la parte, en la Mancha, que el resto es periferia para unos políticos que están más a gusto durmiendo en Madrid que viviendo aquí, que ni conocen, ni valoran ni saben más allá de las frases y lugares al uso. Al final las cosas son como son, la realidad amolda las maneras que la han hecho posible; y contemplar hoy Guadalajara, la serranía de Cuenca, la Jara, la sierra de Alcaraz, te define a la perfección una forma de nogobierno, o mejor dicho, una forma de poner parte del país a los pies del otro, de crear canteras de interior, tierras de saqueo donde la ley ampara a unas regiones sobre otras.

No entiendo por qué el basurero nuclear no se instala junto a alguna ciudad guipuzcoana; o por qué no se coloca junto a un complejo turístico del Mar Menor en Murcia. Creo que el peso de la basura ha de ser sostenido por aquellos que se han beneficiado durante años del uso de unos territorios lejanos. Ahora parece que la decisión está entre Yebra en Guadalajara y Ascó en Tarragona. Parece claro quien tiene más papeletas. Ya saben: cuestión de votos, partidos nacionalistas y esas cosas que tanto pesan y valen en la España que vivimos.

Espero que el Gobierno de Castilla-La Mancha haya madurado de una vez y no cambie el cromo por algo para los amigos o por salvar el sillón cuatro años más; espero que la oposición mantenga altura de miras, y sepa estar en su sitio. La presión va a ser muy alta los próximos meses: basurero nuclear, trasvase del alto Tajo, trasvase novísimo del Tajo medio/Tiétar. El interés nacional pasa por saquear un poco más esta tierra, que en el fondo, aunque no se quiera nombrar, se llama Castilla. Algún día habrá que echar las cuentas de la deuda del Estado, de España, con Guadalajara. De momento el premio parece ser la basura que nadie quiere.

Share/Bookmark Leer más...

viernes, 22 de enero de 2010

59-61

La Tribuna de Talavera, 22 enero 2009

En Marrupe una mujer tiende la ropa junto a los olivos. Olivos de dos o tres siglos, blanco nuevo de la ropa al sol fugitivo de este invierno. Los tordos pasan. Se oyen las campanas de la iglesia. Son las doce. La niebla, las nubes bajas se agarran al Cerro Cruces sobre un verde aguado, reparador de cicatrices y heridas. El musgo llena todas las tapias, los regueros bajan por las callejuelas, escaleras de agua blanca y mansa sobre el granito. Ombligos de Venus como volcanes diminutos en las umbrías. Alcornoques en las lindes. Olor a humo trepando sobre las tejas,

En el cruce de la autovía la Guardia Civil multa a quien pasa de los 60 kilómetros por hora. Hay quien frena y hay a quien no le da tiempo. La vida es así. Una línea delgada. La diferencia entre un 59 y un 61. La ley de la frontera. Un Estado puede robar un río; y no pasa nada; un concejal puede pegarle una puñalada trapera a la ciudad que lo eligió; pero no pasa nada; una consejera de economía puede lanzar -otra- una emisión de deuda pública de mil y pico millones; y no pasa nada. Una ciudad se hunde; y no pasa nada. No hay rayas, todo es sutil, asumido, irremediable. Pero aquí no. 59-61. Justicia rápida

En Talavera es de noche. No hay casi luz, todo es muy oscuro, triste. O quizá sea yo. Lo más seguro. Las calles de la Puerta Cuartos, de San Andrés contemplan la ruina de los últimos solares, desdentados y llenos de hierba y fusca. Huele a húmedo, a invierno de los de antes. O quizá me lo parezca, porque tampoco sé muy bien cómo olerían lo inviernos de antes, de cuando llovía durante meses. La gente pasa, con las calles sin escaparates, con las aceras espesadas de mierdas de perro.

La luna apoyada en el horizonte. Es tarde. La niebla vuelve a entrar sobre la ciudad como hilachos de algodón de azúcar. Desde arriba los pilotos rojos de las grúas guardan el silencio de la ciudad. Orión en lo alto. En Marrupe el sol de la tarde habrá secado la ropa blanca a la vera de los olivos
Share/Bookmark Leer más...

miércoles, 20 de enero de 2010

LA RESURRECCIÓN DEL GUADIANA



Entre Alcázar de San Juan y Manzanares el Guadiana se ha salido de su cauce artificial y ha inundado su vega y la del Záncara. Bajo un cielo de plomo caen las gaviotas y vuelan avefrías sobre el agua zarca del Guadiana. Los coches pasan despacio, las hormigoneras deprisa sobre la carretera inundada y levantan una cortina fina de agua. Las máquinas han roto la carretera del antiguo puente, para que el agua pueda salir. Da lo mismo. El Guadiana reclama su territorio de tablas y espacios, descansaderos limpios y perfectamente horizontales donde duplicar nubes y cielos. La gente para, hace una o dos fotografías, y se va. Hace mucho que esto no se veía. Quizá no se vuelva a ver más. Antes esto siempre era así. Ahora ya nunca. Sobre la junta del Záncara y del Guadiana los ríos se abren y toman las siembras. En los viejos mapas topográficos de finales del XIX pone La Puente Chica (Río Viejo del Guadiana) y La Puente Grande (Río Záncara). Entre ellos rayas verdes de aguazal. El Guadiana pasa con fuerza bajo el puente, con tierra removida de las orillas. Cuando se para aún brillan los esmeraldas de Ruidera.



Hoy el Guadiana es posible. El alto Guadiana, el territorio saqueado de ríos y de vida, paisaje de ríos muertos, de alamedas secas y olmedas descuajadas, vuelve a ser un pasiaje de agua y espacios. Quizá sea un espejismo, resplandor de un tiempo que fue y que puede no volver a ser jamás.




Este invierno ha traído un mes de agua y de nieves que han hecho posible que vuelva el Guadiana. Nos está marcando el camino, los espacios, las hechuras de río grande que disfruta en los paisajes robados por canalizaciones, avaricias y despropósitos. Da gusto ver el agua, el río rompiendo los esquemas impuestos y reclamando lo suyo. La libertad de la tierra, la renuncia a la línea recta, al canal, a la opresión de lo impuesto. Nos dice que no hay nada imposible, irreversible; la rotunda lucidez de lo real.

Es un privilegio observar y sentir, cuando sabes que es casi un milagro, y conoces demasiado bien todo lo que la mediocridad y vileza interponen para derrotar lo que contemplas. El Guadiana resucitado, quizá para quedarse este invierno, quizá para marcar otro mojón de 15 ó 20 años. Qué triste lo que no sabemos mirar, lo que nos perdemos. Una familia baja del coche, con los niños. El Guadiana baja con decisión por La Puente Chica. Un rumor de algo muy antiguo y profundo vuela por el paisaje.



Share/Bookmark Leer más...

domingo, 17 de enero de 2010

GUADALUPE

No me extraña lo más mínimo la intención de un grupo de ciudadanos extremeños de «recuperar» Guadalupe, según leo hoy en La Tribuna. «Es inconcebible que nuestra Patrona no esté bajo la legislación de su diócesis», sostiene en La Tribuna el portavoz de la asociación que promueve el asunto. No me extraña lo más mínimo en este país de luces cortas y miras más bajas aún que nos hemos inventado de un cuarto de siglo para acá, que es el que conozco y he vivido, ejemplo y seña de identidad de una España cortijera y simple que se repite siglo tras siglo, que se olvida de lo que es y ha sido; o que simplemente no tiene ni puñetera idea. Y ni falta que hace.

No entro en la dependencia histórica de Guadalupe de Talavera de la Reina. Ahora no es el momento, aunque lo podría ser. Tampoco entro en el peso específico de Guadalupe en eso que se viene a denominar Hispanidad, incluso en la propia conciencia de lo hispano, y de la Historia de España. Ya sé que hablar de estas cosas no está de moda, y que vivimos en una España tan ignorante como irresponsable con su pasado, que nos hemos ido convirtiendo en país de complejos y desmemorias; y así nos va.

Vamos a la cultura del cortijo, de esta es mi raya y esto es mío. Claro, menos el Tajo, que es de todos, y que incluso el propio presidente de Extremadura se permite vender. Pero sorprende y asusta que no se quiera saber el por qué de las cosas, de dónde venimos, por qué somos. Y que eso no se respete, se ponga en valor, y sea símbolo de admiración y profundidad cultural. Guadalupe está hoy en Extremadura, está en los mapas, nada que objetar, aunque las Villuercas y los Ibores queden en esa esquina incierta, tierra de nadie, y la Junta de Extremadura no haya pensado en ellas durante cuarto de siglo nada más que para ahora, que se ha acabado el chollo del dinero de Europa, poner aerogeneradores –que dan mucha tela, a unos pocos eso sí; y algo cae si se adjudica a los amigos adecuados.

Quizá todo esto sea por la
pasta, que se diga y punto. Pero las lecturas simples no sirven. Al menos a mí no me valen. La Historia en este país hace tiempo que es un estorbo, y que nos da vergüenza. Somos como somos. Pero lo que más insulta es la falta de perspectiva. Quizá sea la dispersión de ser ciudadano de Talavera de la Reina y su tierra, hecho a estar hoy en lo que administrativamente es Toledo, mañana en lo que administrativamente es Badajoz, por la tarde en lo que administrativamente es Ávila, por la noche en lo que administrativamente es Cáceres y pasado mañana en lo que administrativamente es Madrid. Que las fronteras son lo de menos porque lo que importan son las personas.

Tenemos lo que nos merecemos en este país de paletos que somos, donde la involución es absoluta y cada quisqui se monta su república independiente, pone en su Estatuto que suyos son sus ríos y los de sus vecinos, impone una Educación a la medida donde lo que queda más allá de la frontera es terra ignota; y, donde al final, no tenemos ni puta idea de quiénes somos, porque nos han hecho carne de cercanías, vamos, ciudadanos –es un decir–, que no aciertan a mirar más allá de donde terminan sus narices. Y a los de más allá que los den.


Allá cada uno cómo pierde el tiempo. Con la que está cayendo en este país –y en Extremadura/Lusitania/Vettonia–, estamos para eso. Pero, faltaría más: cada uno perdemos el tiempo con nuestra muy respetable gilipollez.
Share/Bookmark Leer más...

viernes, 15 de enero de 2010

HAITÍ

La Tribuna de Talavera, 15 enero 2010

Es muy fácil observar desde la pantalla de un ordenador o desde la televisión. La pesadilla de Haití es un fulgor de indecencia que pasará ante nuestros ojos como estos días pasan los nublados de las borrascas atlánticas, como han pasado tantas nubes y tantas catástrofes y desastres que poco a poco se van olvidando, ocupando menos tiempo en las «noticias», hasta que un día desaparecen o se los come otro muestrario de calamidades en cualquier rincón del mundo pobre y sin alma. La vergüenza más descarnada es que lo de Haití se podía haber evitado, que lo que tenemos delante es ejemplo de la miseria de este mundo que sólo se sostiene en su ciclo infinito de pobreza y riqueza, de explotados y explotadores, que precisa desesperadamente los agujeros negros de la miseria para que relumbren las luces de un sistema insostenible, que nos consume de hartazgo y sin sentido, mientras a los de siempre los exprime como basura, como espejo donde tallar nuestras alturas. La verdad y la oscuridad, el norte y el sur, las borrascas y los ciclones, todo en negro y oscuro, sin encontrar el exacto equilibrio en un mundo que no sabemos habitar sin la miseria y la violencia, que al final son lo mismo, aguas del mismo albañal.

La enfermedad de este mundo somos nosotros que aún no sabemos vivir en él, sino vivir de él. El enquistamiento artificial de la miseria como palanca para explotar económicamente los territorios/colonias, se afianza entrado el siglo XXI. Ahí está África; o China conquistando el mundo con una mano de obra barata, esclava políticamente, y sin capacidad de exigir derechos sociales. Queda la ayuda, las ONGs, lo bien que les resulta a los gobiernos escleróticos de Occidente llevar aviones y barcos con ayuda y soldados. Dinero que se irá en buena medida a los sumideros de los de siempre, los que mantienen la situación cómo es y será. Hay que revisar los esquemas del funcionamiento del mundo, de verdad, arrancar desde las quimeras para alcanzar realidades. Hay que crear, educar, enseñar, poner orden. No sólo detrás de terremotos, huracanes, maremotos y genocidios. Antes.

Pero somos lo que somos porque somos como somos. Desde Occidente, a miles de millones de kilómetros de distancia, observamos desde la pantalla de un ordenador o desde la televisión. Ya queda menos para la próxima: Sierra Leona, Bangladesh, República Democrática del Congo, Chad… Es cuestión de esperar, como a las borrascas y anticiclones.


Share/Bookmark Leer más...

martes, 12 de enero de 2010

EL AÑO DEL AGUA


La Tribuna de Talavera, 8 enero 2010

Estos días el Tajo baja marrón, enganchando troncos, plásticos y basuras de colores en los sauces acojonados de las orillas, que no recuerdan otra. Lo del Tajo estos días ha sido un simulacro, nada de lo que fue, pero sí un aviso de lo que puede llegar a ser. Me sorprendió lo alto que iba el río para el discreto caudal que llevaba (poco más de 400 metros cúbicos por segundo); y con la arena, árboles, fusca y cieno que ocupan su cauce, como siga lloviendo un par de semanas más podemos tener un susto. El cauce del Tajo a su paso por Talavera más que un río viene pareciendo por lo común un descampado por donde corre un albañal. Es una vergüenza cómo están los arenales, la desembocadura del Alberche. No creo que la canalización del río pueda con más de 2.000 metros cúbicos por segundo, y en un par de años, más que río vamos a tener un bosque cuasi tropical lleno de garzas y calamones, pero nada de río. La dejación del Ministerio con la obra/chapuza de la canalización es absoluta. Además de los grafitis, no han pasado ni diez años y el envejecimiento de la obra es más que lamentable, dudo que tenga algún tipo de mantenimiento, y no digamos nada de la función barrera con las aguas subterráneas –y fecales–, del muro pantalla de la margen derecha

El Tajo baja marrón por toda la mierda que le echan, ahora que lleva agua y nadie lo siente. El Alberche baja entre espumarajos y recupera por unos días su cauce real. En Murcia ya pierden el culo, babosean por el agua que está entrando en Entrepeñas y Buendía, y tienen los ojos puestos en los hectómetros cúbicos que se aforan en el Rosarito. Me dan asco los términos que utiliza estos días la Prensa murciana con los indígenas manchegos, porque para los de allí ya todos somos manchegos, no sé si con ánimo de joder o porque no dan para más. El caso es que ya hastía, y espero que el compañero Jesús Morales tenga más estómago y siga día a día lo que allí se dice, porque hay que echarle ganas. En fin, año nuevo y agua nueva, todo igual y revuelto como las cortinas de nieve que esta tarde van y vienen, como oropéndolas de primavera, sobre la Sierra de San Vicente. Comienza el año del agua. Y, para quien sepa entender, el Tajo, como por ensalmo, ha regresado.
Share/Bookmark Leer más...

domingo, 10 de enero de 2010

EL ENGAÑO DE LAS TABLAS

Antes de que lloviera y nevara, a principios de noviembre del año pasado, las Tablas de Daimiel se podían haber encharcado con el agua del propio Guadiana almacenada en el embalse de Peñarroya. Ahora, gastado un pedazo de enero, después de que haya llovido y nevado en la Mancha, y que los ríos bajen con tanta agua que incluso muchos de ellos se hayan desbordado, por mucho que se repita la mentira, hay que decir una y otra vez que el agua del Tajo sea el que esté inundando las Tablas. El agua del Tajo aún no ha llegado a las Tablas, lo hace el del Gigüela bombeado en Villanueva de Alcardete, provincia de Toledo, agua que es la misma que si se dejase correr por su cauce, llegaría tarde o temprano a las Tablas. El embalse de Peñarroya ahora mismo está soltando algo más de 23 metros cúbicos por segundo, y las Tablas se están llenando con lo que entra del Gigüela, del Azuer, y no tardando mucho -si ya no lo ha hecho-, el Záncara llevará el agua de Peñarroya hasta el Gigüela, conectando superficialmente por primera vez en muchos años toda la red del alto Guadiana.

En noviembre era posible encharcar las Tablas con agua del propio Guadiana. Ahora sobra para inundarlas. Mientras, se ha destruido el tramo medio del Gigüela con una presa, se está mintiendo a la opinión pública diciendo que el agua que está llegando es del Tajo, aunque en el video que dejo emitido ayer domingo por la televisión pública, el presidente de Castilla-La Mancha reconoció que cuando llegue el agua del Tajo a las Tablas, éstas ya estarán completamente encharcadas.




El ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino se ha gastado 19,195 millones de euros en hormigón, presas, tubos y otras historias que al final no servirán para nada. De hecho no servían para nada cuando el Consejo de ministros del 6 de noviembre de 2009 aprobó la inversión. Se ha destruido el Gigüela, se ha artificializado un poco más el Alto Guadiana, se resta importancia al propio funcionamiento del ecosistema, y se quiere vender como una hazaña lo que es a todas luces un despropósito ambiental y económico. Pero no pasa nada, porque los 19,195 millones de euros los pagamos entre todos. Ahora fotos y medallas, que es lo que se les da bien. Mienten cuando dicen que se recupera el ecosistema. Recuperar el ecosistema de las Tablas no es llenar un barreño con agua, sino elevar los niveles del acuífero de una vez por todas. Pero la propaganda al uso vende que "las Tablas se han salvado" gracias a la ministra de eso de los medios rural, ambiental y marino, al impresentable secretario de Estado de agua, el tal Puxeu; y toda la corte de palafreneros, estómagos agradecidos y mercenarios de la política que se venden con la misma facilidad que traicionan a su tierra. Ahora, la mentira de que el Tajo ha salvado a las Tablas, actúa como un alfil en la estrategia del Ministerio respecto al jaque mate del Tajo, materializado en el nuevo trasvase del Tajo medio, o sea, de los ríos de las tierras de Talavera. Toda esta mentira, toda esta negación de la realidad, de manipular la información, de engañar, de que los medios se hagan eco sin molestarse a contrastar dos datos, refleja la realidad que vivimos, donde la inercia de la mentira es más fuerte que la contundencia de la realidad, aunque ésta se muestre obscena en ríos desbordados y lluvia a cántaros. ¿A quién pedir responsabilidades? ¿A quién digo que yo no pago mi parte de los 19,195 millones de euros? ¿Quién quitará toda la mierda que le han puesto en su cauce al Gigüela? La mentira repetida mil veces se convertirá en realidad, es la filosofía al uso en este tiempo que cruzamos. Dejo un correo que escribí a la Red del Tajo el 22 de diciembre pasado. Lo que falta aquí por decir, lo digo en él: el fracaso de la defensa del medio ambiente, el escaparate en que se ha convertido su gestión, y las maneras, probablemente las peores desde la Constitución del 78. Aunque, al final, casi todo viene a ser lo mismo, y la mentira, la ineptitud es lo que prolifera como los charcos en este invierno de lluvias.

Estimados compañeros,

el embalse de Peñarroya, ubicado sobre el Guadiana a la salida de las Lagunas de Ruidera, y cuyas aguas anegan los venerables batanes de El Quijote, se encuentra a día de hoy al 100% de su capacidad, y almacena 48 hm3. Es cuestión de horas que abra las compuertas (http://www.embalses.net/pantano-559-penarroya.html). De esta manera las aguas del Guadiana fluirán por Argamasilla de Alba camino del Záncara. Si el invierno sigue siendo propicio en nieves y lluvias, puede que veamos cómo de forma natural las aguas del Guadiana llegan al Guadiana en las Tablas después de llenar por primera vez en muchos años el cauce del alto Guadiana, del Záncara y del Gigüela. Si se hubiera previsto un desembalse de urgencia desde Peñarroya para que el agua hubiese llegado a las Tablas, lo hubiera hecho. Es como si la Naturaleza quisiera enderezar las industrias torcidas del hombre, y nos quisiera demostrar que es el propio Guadiana el que tiene que llegar a las Tablas. Mientras, se destruye uno de los pocos ríos bien conservados de la provincia de Toledo, el Gigüela. Este despropósito nos trae una foto fija de en lo que se ha convertido la gestión del medio ambiente en España cuando rayamos el año 2010; una política de conveniencias, donde tenemos un Ministerio orquesta, donde el medio ambiente, en manos de analfabetos ambientales y desaprensivos como Puxeu, es un estorbo que enderezar con hormigón y hechos consumados. Que nos estén destrozando el Gigüela delante de nuestras narices, que nos vendan la misma moto que a mediados de los ochenta, cuando íbamos en pantalón corto y con pegatinas de Naranjito en los cuadernos del colegio, nos debe hacer reflexionar y analizar dónde estamos, y si todo no será una mentira, donde mandan las conveniencias de siempre, y donde los demás, todos, estamos para hacer el juego y lavar administrativamente lo que no es sino algo absolutamente inaceptable. Ver cientos de kilómetros de tuberías negras llenando la Mancha para trasvasar agua del Tajo; contemplar cómo se aniquila el tramo medio y bajo del Gigüela para que el Gobierno gane dos años, es una aberración de tal calibre que bien pudiera catalogarse con las cometidas en pleno franquismo. El Gigüela hoy, los tubos que han sustituido a su cauce, las máquinas amarillas que excavan y hurgan en la herida, las piedras, la tierra removida, los álamos partidos por la mitad, sin hojas para sentir o para huir, el barro de la tierra saqueada sin piedad... todos representan hoy la impronta de una forma de hacer política ambiental, a la vez que dejan a la luz las vergüenzas de todos los que no somos capaces de hacer más, de detener esto. Nos han calibrado y saben que no somos capaces, que nos faltan fuerzas, o que no nos importa demasiado. Vendrán a por más. Y no tardarán. Que no se nos olvide: el Gigüela es la puerta abierta.

Share/Bookmark Leer más...