La Tribuna de Talavera, 8 enero 2010
Estos días el Tajo baja marrón, enganchando troncos, plásticos y basuras de colores en los sauces acojonados de las orillas, que no recuerdan otra. Lo del Tajo estos días ha sido un simulacro, nada de lo que fue, pero sí un aviso de lo que puede llegar a ser. Me sorprendió lo alto que iba el río para el discreto caudal que llevaba (poco más de 400 metros cúbicos por segundo); y con la arena, árboles, fusca y cieno que ocupan su cauce, como siga lloviendo un par de semanas más podemos tener un susto. El cauce del Tajo a su paso por Talavera más que un río viene pareciendo por lo común un descampado por donde corre un albañal. Es una vergüenza cómo están los arenales, la desembocadura del Alberche. No creo que la canalización del río pueda con más de 2.000 metros cúbicos por segundo, y en un par de años, más que río vamos a tener un bosque cuasi tropical lleno de garzas y calamones, pero nada de río. La dejación del Ministerio con la obra/chapuza de la canalización es absoluta. Además de los grafitis, no han pasado ni diez años y el envejecimiento de la obra es más que lamentable, dudo que tenga algún tipo de mantenimiento, y no digamos nada de la función barrera con las aguas subterráneas –y fecales–, del muro pantalla de la margen derecha
El Tajo baja marrón por toda la mierda que le echan, ahora que lleva agua y nadie lo siente. El Alberche baja entre espumarajos y recupera por unos días su cauce real. En Murcia ya pierden el culo, babosean por el agua que está entrando en Entrepeñas y Buendía, y tienen los ojos puestos en los hectómetros cúbicos que se aforan en el Rosarito. Me dan asco los términos que utiliza estos días la Prensa murciana con los indígenas manchegos, porque para los de allí ya todos somos manchegos, no sé si con ánimo de joder o porque no dan para más. El caso es que ya hastía, y espero que el compañero Jesús Morales tenga más estómago y siga día a día lo que allí se dice, porque hay que echarle ganas. En fin, año nuevo y agua nueva, todo igual y revuelto como las cortinas de nieve que esta tarde van y vienen, como oropéndolas de primavera, sobre la Sierra de San Vicente. Comienza el año del agua. Y, para quien sepa entender, el Tajo, como por ensalmo, ha regresado.
El Tajo baja marrón por toda la mierda que le echan, ahora que lleva agua y nadie lo siente. El Alberche baja entre espumarajos y recupera por unos días su cauce real. En Murcia ya pierden el culo, babosean por el agua que está entrando en Entrepeñas y Buendía, y tienen los ojos puestos en los hectómetros cúbicos que se aforan en el Rosarito. Me dan asco los términos que utiliza estos días la Prensa murciana con los indígenas manchegos, porque para los de allí ya todos somos manchegos, no sé si con ánimo de joder o porque no dan para más. El caso es que ya hastía, y espero que el compañero Jesús Morales tenga más estómago y siga día a día lo que allí se dice, porque hay que echarle ganas. En fin, año nuevo y agua nueva, todo igual y revuelto como las cortinas de nieve que esta tarde van y vienen, como oropéndolas de primavera, sobre la Sierra de San Vicente. Comienza el año del agua. Y, para quien sepa entender, el Tajo, como por ensalmo, ha regresado.
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