viernes, 29 de abril de 2011

Lo mejor de la tierra

La Tribuna de Talavera, 29 abril 2011

Al final las tormentas se han ido; o mejor: no han sido. A mediodía se levantaban como estalagmitas inmensas detrás de la Sierra de San Vicente, y sobre los Montes y la Jara. Por la tarde las veía deshacerse sobre las laderas enrojecidas de amapolas de Santa Olalla, Alcabón y Torrijos, entre la siembra aún de color verde nuevo, y las águilas del viento navegando.

Quito la radio, de vez en cuando alguna canción repetida del cd. Nada de internet. Nadie en el campo, nadie en los pueblos. Cruzo desde Gredos, donde cazan las culebreras y las imperiales, hasta los territorios estepáricos de las avutardas, los sisones y las gangas. Paro en las cunetas para hacer alguna foto. Los conejos minan las carreteras, y pedazos de asfalto se derrumban entre la basura. A lo lejos, con los prismáticos, contemplo los destrozos de cualquier pueblo, los adosados a medio hacer donde hacen nidos las golondrinas y acampan escolopendras gigantes. Paro en el Guadyerbas, frío y limpio como la verdad; o en el Tiétar, justo donde baila la lavandera cascadeña. Dos o tres millones de encinas y enebros desde las cuerdas de la sierra de la Higuera, desde los perdederos de Pelahustán o Almendral sin que nada interrumpa la vista. Al fondo, muy lejos, dos columnas de humo se levantan como columnas transparentes. Verde nuevo, de seda y terciopelo, en los robles y castaños. Cruzo a la Jara, fotografío las olas de nieve de las barreras, jarales espesos de flor y abejas; olivos en flor, encinas amarillas. Arriba el águila real. En la raña sale el corzo.

Sólo mirar, contemplar, sentir. La luz de la primavera sobre la tierra de Talavera, sobre el último blanco atalayado en Gredos, sobre las besanas rojas y espesas de la vega. Esto es la verdad, lo demás es artificio, andamios superfluos. Un libro atrás, para sentarse un rato a la sombra de un alcornoque con el canto de pinzones, mitos, oropéndolas y abejarucos que pasan como una pincelada de felicidad. Esto es la verdad: la tierra huele, palpita, vibra, canta, enseña su luz y su libertad. Esta es la tierra de Talavera, mi tierra.

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lunes, 25 de abril de 2011

Tormentas de Abril

La Tribuna de Talavera, 22 abril 2011

El granizo cae pulido de vértigo y rebota en la hierba fresca bajo las encinas, pelotas de acero blanco, a cámara lenta. El granizo arranca las hojas nuevas de los árboles, las flores, los amentos, las bellotas que nunca serán. Las nubes pasan, hierven en lo alto. Una cigüeña negra cruza sobre el Guadyerbas, río arriba; un águila calzada va a su nido. Fase clara. El tiempo es de las nubes trampeadas en Gredos, apelotonándose sobre el granito y los robles renacidos.

Truena, las nubes de la tormenta cruzan el firmamento con un rugido seco, el roce con el viento y con el tiempo. Un cuco cercano, una oropéndola hembra que dice que me marche, una culebra enroscada. Sobre Gredos cae la tempestad. Sobre la sierra de San Vicente se levantan las nubes casi con el color velazqueño. Un poco de máscara de color en el photoshop y ya está. Cruzan cormoranes urgentes empujados por la cortina de bruma y humo, que es brillo de hielo como diamantes. Los galápagos se tiran al agua tibia del Guadyerbas. La casa de la Solana se desmorona definitivamente. Espera y caza un alcaudón común sobre el esqueleto de una encina. Una tórtola escapa silenciosa de su nido. La electricidad camina sobre las nubes negras, blancas, que crecen y sueñan.

Todo se ha parado, todo está quieto. Los silencios viajan, la tormenta viene, la luz cambia, el sol se esconde entre la tempestad que trepa sobre Gredos y deja columnas inmensas de humo gris, vapor que no espera más para definirse en agua. Pero todo está quieto, petrificado, como en esos tiempos antiguos -demasiado antiguos ya- cuando las tormentas de primavera llenaban el paisaje.

Cruzan los vencejos delante de mi ventana, y los aviones y las golondrinas. Pero en la ciudad no se escucha el andar como un rozar metálico y profundo de las nubes de tormenta. Los relámpagos trazan su distancia en la tarde. El granizo, blanco y espeso como un sueño, cae infinitamente sobre la dehesa, en los paisajes inmensamente brillantes de las tormentas de abril.
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El mitin

La Tribuna de Talavera, 15 abril 2011

Lo confieso: una vez fui a un mitin, sí a esa cosa de campaña electoral donde el ídolo/líder da lo mejor de sí mismo, con la cohorte de palmeros/candidatos de inferior pelaje teloneando la espera. Ahora que el tiempo ha pasado puedo confesarlo. No fue un mitin cualquiera. Fue cuando maduraba la década de los ochenta del siglo pasado, y uno era joven y un poco más inocente que ahora. En Sevilla, en un polideportivo grande y lejano, de noche. Fuimos A. -disculpa A., uno no pone en evidencia a los amigos- y un servidor, una noche de otoño. A la vuelta, con la marabunta, no había autobuses, y fueron unos cuantos kilómetros a pie. Pero no importaba.

En aquel mitin el starring era el Felipe González de los ochenta, aún sin patillas grises, aunque ya tralleado por el «OTAN de entrada no», y esas cosas que se iba dejando el primer socialismo, el utópico ochentero, en la gatera; y con Alfonso Guerra de telonero mayor calentando al personal con esa gracia que tenía, antes de la época del hermanísimo, dando con fuerza a la deressha de entonces -¡¡que viene la deressha!! una y otra vez-, deressha que es la misma de ahora, pero que aún no había aprendido que sólo podría ganar cuando perdiera el PSOE. Alegría, alegría, que toreamos en casa. Recuerdo el paroxismo absoluto de la afición con Felipe González, cierre de campaña y tal.


Qué tiempos aquellos, recordándolo se me eriza la piel, como el asfalto de la general en el puente del Alberche. Nada de mitin de pueblo, con cinco autobuses del Imserso, abducidos a punta de bocadillo y banderita en cualquier pueblo de la raya manchega, para un mitin en plaza de tercera donde las orejas son gratis, con el mismo público de esos programas que dicen echan de noche en la tele de Candau. Aquello sí que era un mitin de verdad, con la gente pegándose por las banderas y las gorras, por las chapas y todo lo que daban, con las gitanas vendiendo romero en la puerta, pancartas, banderas, niños llorando, avalanchas, empujones... Oír al líder, como en esos mítines bolcheviques que los clásicos describen en las novelas rusas, tenía algo de místico. Ya no hay mítines como aquellos, ahora los líderes se abrazan como con asco o repulsión, como si se dieran puñaladas en la espalda, con la plebe abajo, a los que hay que aguantar, oler y saludar enseñando dientes. Sacrificio por otros cuatro años. Luego hay que subir el tono cuando conectan las teles. No, no es lo mismo. Aquella noche reveladora del mitin de Sevilla, consumiéndose los ochenta, fue la última. Qué tiempos.


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jueves, 14 de abril de 2011

Suspendidas las jornadas de caudales, o el Tajo en su Guantánamo

El ministerio de Medio Ambiente ha suspendido las jornadas sobre caudales ecológicos que había programado la Confederación Hidrográfica del Tajo para los días 4 y 5 de mayo en Madrid. Después de las presiones ejercidas desde Murcia, el Ministerio las ha liquidado definitivamente, cosa que no ha hecho en ninguna otra parte del territorio español. Esta actuación viene a confirmar que el Plan de cuenca del Tajo, la participación pública, son una mera máscara para cumplir el trámite de certificar la muerte del Tajo. El ministerio de Medio Ambiente ha tomado al asalto la propia CHT. Los técnicos han puesto sobre la mesa datos, números, que no son sino la constatación negro sobre blanco de porqué está muerto el Tajo. Pero el ministerio de Medio Ambiente quiere dejar atado y bien atado el trasvase del Tajo y la gestión que el mismo obliga al resto de la cuenca; además de forzar un nuevo trasvase del Jarama a la cabecera del Tajo con el que sustituir los usos que ahora consumen agua de Entrepeñas y Buendía; y proyecta nuevas obras de fontanería en el Tiétar y en Vadecañas. Casi ocho años de gobierno socialista dejan delineada la política de la desigualdad más absoluta en lo que al agua se refiere. El Ebro de Puexeu/Morén no se toca, no sea que se enfaden en Aragón/Cataluña; mientras el Tajo, ése sí, que es otra cosa, a saco con él, que allí son castellanos de segunda. La pinza Murcia-MIMAN quiere condenar a muerte por segunda vez al Tajo. Principiaron los tecnócratas del tardofranquismo. Estos lo rematan, con los mismos argumentos, pero emponzoñados porque saben técnicamente de la iniquidad que supone el Trasvase, y asumen con desprecio que en el "Estado" hay ciudadanos de primera y de segunda; al igual que hay ríos de primera y de segunda. Y, mientras, Esperanza Aguirre tan cotenta con todo el Alberche; y, mientras José María Barreda tan feliz con su tubo/trasvase a su Ciudad Real. Y, mientras, el Tajo, los ciudadanos del Tajo, nos quedamos en nuestro Guantánamo, ideado y trazado allá a mediados de los años 60 del pasado siglo; apuntalado en la "democracia". Una vergüenza, silenciada, admitida, y que en los estertores del zapaterismo desvela la verdadera cara de la política de aguas seguida por este "socialismo" de fachada.
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miércoles, 13 de abril de 2011

El regreso de los primillas

Hace tres o cuatro años conté en el pueblo abandonado dos o tres parejas. Ayer unas doce, repartidas entre el castillo derrumbado, la iglesia abandonada y dos o tres casas de teja vana. El caserío sobrevive sus últimos días, caen las tejas, las ventanas se mecen con el viento y las amapolas explotan en el paisaje. Pasan los aguiluchos pálidos, las perdices toman el sol sobre las cubiertas vencidas; y los milanos reales vuelan altos. Los cernícalos pelean con las palomas y las grajillas. Hay sitio para todos. Los machos entran en el nido con escolopendras en las garras. Y se van otra vez, vuelan un rato, altos. Y regresan en oleadas. Cogujadas y trigueros en el camino y las lindes. Una oropéndola en la morera. La tierra seca al sol fuerte de este abril. Pedazos de cerámica y ladrillo, piedras calizas, mil veces arados y troceados. Los primillas entran una y otra vez, vuelan con el viento, con la alegría de la siembra verde y eterna, de los castillos que puntean la distancia, ruinas de un tiempo lejano del que no quedan caminos ni ecos. Han vuelto los primillas. Volveré a verlos esta primavera, a ver cómo los va. A ellos y al aguilucho pálido que vuela sobre los cipreses del cementerio. Han vuelto los primillas a su territorio de equilibrios y derrumbes, donde lo único sólido es el viento, lo único inmutable. Una buena noticia en esta primavera verde profunda, viva como pocas.



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lunes, 11 de abril de 2011

Un pedazo de primavera

Junto a las ruinas de la iglesia de Caudilla, con la luz de abril.

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En los tiempos sublimes

La Tribuna de Talavera, 8 abril 2011

Hay quien opina que en los tiempos sublimes como los que atravesamos, las cosas cambian, se produce una catarsis, y arrancan eras nuevas. Hay quien piensa que es el tiempo de sentarse con un gintónic en la terraza de la canícula de abril, y esperar que todo pase, que la vida es una sucesión de toboganes donde los incautos creen que después de cada subida el paisaje será distinto; pero no, que al final todo sigue igual, en un circuito infinito donde el de arriba mea al de abajo, donde el de abajo llora su impotencia, y donde los presidentes autonómicos casan por los siglos de los siglos a sus hijos en los palacios varados en las murallas de Toledo, o los colocan de comisionistas en la llana Andalucía, que el caso es hacer carrera, sea el régimen que sea. El sábado subí con un amigo de los de verdad a encontrar el águila de las barrancas; y allí estaba, como un espejismo, 25 años después; ayer pasé algunas de las mejores horas de los últimos tiempos en los santos desiertos de la raña de Villarejo de Montalbán, contemplando el volar de las águilas sobre las nieblas saharianas que cubrían como un velo los ladrillos y sillares del castillo atalayado sobre el Torcón. Como cuarto de siglo atrás.


Sí existen atajos en el tiempo, artilugios que te llevan al tiempo que fue, y quizá te enseñan el que puede ser. Hay quien opina que las cosas pueden avanzar, que es posible cambiar la realidad, y que las cosas merecen la pena, porque la luz nunca es la misma, el paisaje nunca es el mismo, la mirada siempre es distinta. Son los que valen. Hoy me decía otro amigo que Talavera está triste. No sé si tristeza, resignación, pasotismo o melancolía. Talavera es una casa de putas, destartalada, en una carretera secundaria arrinconada por una nueva y reluciente autovía, con los neones de colores fundidos y cagados por los tordos, en la que nadie para ya. Así la han dejado los que han venido a sacar, se han llevado, y de ti no me acuerdo, lo sa jodío, que lo que se da no se quita. Malos tiempos para la libertad, Dylan carta a la carta en China, la izquierda agoniza en el rubalcabismo sin acertar a reinventarse, y la derecha hace caja en el rajoysmo pusilánime y sin sangre. Malos tiempos para la luz cuando el viento y la muerte vienen de África, los eurodiputados -¿qué cojones hace esa gente en Bruselas?– no quieren viajar en turista, y un ministro encantado con su flequillo dice que nos jodamos lustros con sueldos de mierda, mientras sube la luz, el gas, el euríbor, el gasoil, los garbanzos, y todo lo que pueda subir. Votáis, pagáis; tenéis TDT, ¿qué más queréis?, «gente». Votad, votad, benditos inocentes, que nosotros ya nos apañamos después. Es lo que os queda, porque, entended de una vez: esto es España, ¿no os habéis enterado todavía?


Hay quien opina que en los tiempos sublimes como el que atravesamos, las cosas cambian, se produce una catarsis, y arrancan eras nuevas. Yo también.
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miércoles, 6 de abril de 2011

Mariposas de muerte

Algunas veces las noches se hacen eternas. Y los búhos no vuelven. Esta mañana, en un recorrido de pocos kilómetros, me he encontrado con tres cárabos reventados, tumbados y aplastados como mariposas de muerte. Águilas calzadas, cárabos, búhos reales, ratoneros, mochuelos… todo cae bajo las ruedas en esta carretera. Cada pocos kilómetros se levanta un remolino de plumas, una mancha deforme en la carretera. La carretera es un sumidero de vida, y nadie se preocupa de bajar la velocidad, de esquivar, de dejar vivir. En los cables observan los cernícalos. Los coches pasan, la muerte es un peaje más, nadie sabe de la belleza de un cárabo, de la belleza de la vida intacta. Nadie entiende del valor de la vida, en un mundo donde la vida es una mera chispa de ciencia. Lo natural, lo real, lo que queda más allá de la pantalla de televisión, de la luna del coche, ya es superfluo, prescindible como los sueños de la niñez. En la carretera de la muerte esta noche otra vez las luces de los faros segarán vidas. Y nadie se parará por un búho herido, por un mochuelo, por un cárabo, por unas alas rotas, náufragas en una noche que, de repente, se ha hecho muy grande. Quizá porque ya nadie va sabiendo lo que es un mochuelo, un cárabo, un búho real. En un mundo plano, zarco como la luz sahariana de hoy, las cosas serias, entre ellas la vida, hace tiempo que importan muy poco. Algunas noches se hacen eternas. Y los búhos no vuelven jamás.

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martes, 5 de abril de 2011

La que nos viene

La Tribuna de Talavera, 1 abril 2011

Paro un rato en la redacción de unas alegaciones al trasvase del Jarama al Tajo, que hay que hacer la columna. Lo del trasvase del Jarama es eso de llevarse las aguas residuales del Jarama a la cabecera, para que desde Almoguera todo lo que baje Tajo abajo sean sólo las aguas residuales del Jarama. Ya ni siquiera los 275 hectómetros cúbicos al año del alto Tajo (frente a los 500 que se quedan para el Trasvase), que se sumarían a los excedentes trasvasables a Murcia o la Mancha. Si esta canallada llega a materializarse, el caudal del Tajo entre Toledo y Talavera será negativo, técnicamente hablando. Sí, entre menos dos y menos diez metros cúbicos por segundo, lo que viene a decir que no habrá ni agua para caudales (¡qué tontería¡) ni para los regadíos actuales. Pero no es solo eso: el borrador de plan de cuenca –que saldrá después de las Autonómicas–, bombea todo el Alberche para Madrid, con lo que los regadíos del Canal Bajo quedan liquidados –se diga lo que se diga y por quien lo diga-; y el agua de boca para Talavera sería durante muchos meses al año la que proviene de las tuberías de residuales de los pueblos y urbanizaciones que vierten generosamente al Alberche entre Aldea del Fresno y Cazalegas. Pero hay más: el trasvase Tajo medio/Tiétar, a la espera igualmente en los despachos de Madrid a que se aclare el asunto electoral en Castilla-La Mancha; las megabalsas del Rosarito, los nuevos embalses deseados en el Tiétar, etc.


A esta tierra, a «sus» ríos, nos da lo mismo quien gobierne, PSOE ó PP. Aquí sí da igual. Somos tierra de saqueo. El mayor «triunfo» en materia hidráulica (que no riparia) de Castilla-La Mancha, ha sido pinchar el Trasvase Tajo-Segura para hacerse un trasvasillo a Ciudad Real, para dar agua a unos desarrollos urbanísticos que no podían «servirse» legalmente/urbanísticamente de un acuífero sobreexplotado. Los portazgos pagados para este trasvase al negocio en Ciudad Real, dejan el Alberche rendido a Madrid y el colofón final del trasvase Tajo-Segura: la conexión Talave-Cenajo. Nos han cambiado tesoros por ilusiones en la tierra de Don Quijote.

El futuro se presenta muy negro. El mismo desfallecimiento económico y social de Talavera de la Reina, es extrapolable a los ríos, Es como si se nos hubiera querido quitar la vida, para que no nos hiciera falta la sangre, que rinde mejor en otros sitios. No me creo la cantinela del Plan Hidrológico Nacional, que es más agua para los mismos. El agua como negocio es lo que tiene: que no entiende de ríos ni de justicias. Las cosas están muy mal. Pero estoy seguro que se van a poner peor.

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