lunes, 21 de febrero de 2011

Bandera sobre la playa de Bengasi

Una bandera ajada sobre el horizonte inclinado, la playa de Bengasi con miles, decenas de miles de personas. Nubes bajas, azul lavado en el cielo; leve esmeralda en el Mediterráneo. En los libros de García Márquez los dictadores morían de viejos entre los fantasmas de los palacios de acero y muerte. Ya no. Algo está cambiando en el mundo. El norte de África ha despertado como los huracanes del Caribe, como las borrascas de Terranova que bajan por el Atlántico hasta chocarse con la Europa dormida. Ahora, al sur, en la franja que separa el desierto inmenso del Mediterráneo, se dice basta. El tiempo avanza muy deprisa, nos ha tomado la delantera, y no se va a parar. En Facebook alguien cuelga la fotografía de una bandera antigua, de antes de los tiempos infinitos de Gadafi, ondeando sobre la playa de Bengasi. Es la fotografía de un tiempo nuevo, tiene la fuerza inmensa del cambio, de la ruptura. En el norte de África ha comenzado un capítulo de la Historia, porque la última frontera que le queda al hombre del siglo XXI es la libertad. Y por la libertad, la vida.

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