viernes, 23 de enero de 2015

Tajo: silencio por decreto

La Tribuna de Toledo, 23 enero 2015

Plataforma en defensa del Tajo de Toledo

Hay lugares –Corea del Norte o así– donde sólo se puede hablar de lo que desea el líder supremo. Uno, al leer y levantar en la mente el tejido social de la época de Stalin que refleja Grossman en sus novelas, sólo puede hacerse una idea lejana de lo que pudo ser aquello, aunque viendo cómo se las gastan por aquí –ahora y antes– y sin llegar a los extremos del miedo y la sumisión cervales, se pueden entender muchas cosas. Por ejemplo, el Tajo, la corriente de aguas fecales putrefactas y agotadas que ocupan el espacio de lo que antes fuera el gran río de Toledo, Talavera y tantos pueblos en sus orillas, es algo que el alto mando ha decidido que es asunto del que no se debe hablar. Y ello pese a que la cabecera está al 20 %, y que la propia Confederación Hidrográfica del Tajo reconoce en su informe de la Comisión de desembalse de diciembre que no están garantizadas las demandas en el propio río, y “es probable que se alcance la situación de Emergencia durante el verano de 2.015”, es decir, que no hay agua para los usos del propio Tajo entre Bolarque y Talavera. Pero, mientras, se trasvasan ingentes cantidades de cabecera (en una semana lo que consumen Toledo o Talavera en un año); y ya se prepara bajo el chantaje de los regantes del Tajo-Segura el decreto de sequía, que permitirá a estos comprar hipersubvencionadas dotaciones de riego en la Comunidad de Madrid. Es decir: todo para el trasvase, y para el Tajo ya ni las migajas.

Pero usted no oirá hablar del Tajo. Hay órdenes de que sólo se loe por los palmeros el acuerdo del plan del Tajo, profundamente negativo para el río, tanto la cabecera y la provincia de Toledo. Ayer, escuchando a Antonio Pérez Henares hablando sobre el caso Bárcenas en Los desayunos de TVE, venía a decir que Cospedal al llegar a la secretaría general del Partido Popular había tapado y sellado la fosa séptica de la corrupción, pero no dio el manguerazo necesario para limpiar bien a fondo. Y, claro, aquello reventó. Pues con el Tajo se ha querido hacer lo mismo. Las aguas residuales que usted contempla a su paso por Toledo o Talavera, rezuman de la chapuza de los acuerdos que sólo benefician al trasvase, y que condenan al Tajo, y que nos consideran a los ciudadanos de sus riberas, de tercera o cuarta categoría frente a otros del Estado. El Tajo va a estallar. La Plataforma de Talavera va el lunes a Bruselas de nuevo, al Comité de peticiones del Parlamento Europeo con Izquierda Unida. Además, están interpuestas varias Quejas formuladas ante la Comisión Europea, y la denuncia admitida a trámite en el Tribunal Supremo por el plan actual del Tajo y la posterior ferretería legislativa. Han enterrado bajo hormigón la fosa séptica que es el Tajo, tirando de todo el aparataje legislativo a mano del Estado.

Pero va a reventar. De hecho, está reventando. Rezuma. Que cada uno sea responsable de sus actos, porque han tenido en los últimos tres años la oportunidad de pegar un manguerazo y poner orden en el Tajo. No lo han hecho, y han preferido ceder la plaza y ordenar la ley del silencio. Y aunque usted no oiga hablar del Tajo, la historia no se ha terminado de escribir. Estamos en ello. Y no vamos a dejarlo.

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