A las cuatro de la tarde las sierras de San Vicente y de la Higuera son un caparazón de encinas y enebros que sobrevive con tenacidad de siglos a los 40 grados centígrados a la sombra. Nada se mueve. Sólo la columna de humo que sale del puerto de Casillas. Al acercarme veo la extensión, el pinar que arde, y el llegar continuo de los helicópteros, libélulas que vacían su dedal de agua en la raya de la humareda.
La zona que ha ardido hoy entre Sotillo de la Adrada y Casillas, en las nacientes del Tiétar y de su valle, es la cuarta vez que se ha querido quemar en menos de un mes. Aún no se ha conseguido. El fuego, intencionado –sobra decirlo-, se ha iniciado a media ladera, y creo haber visto dos frentes al cruzar la sierra de San Vicente. Las maneras han sido las mismas que las del incendio de Arenas que se llevó por delante 4.000 hectáreas: prender y dejar que el fuego y la orografía hagan el trabajo. Cuatro incendios, intencionados, en un mes en Sotillo de la Adrada. Y no será el último. Quizá hasta que lo consigan.
Seguir la pista a fuego daría muchas respuestas, respuestas que quizá no se quieran escuchar. Es inquietante que la carretera de los pantanos, la misma que Esperanza Aguirre ha convertido por sus narices en autovía, ya esté prácticamente en la raya con Ávila, y, ya puestos, ¿por qué no la llevamos hasta Madrigal de la Vera también como autovía? Ya están las máquinas jodiendo el Cordel de los Llanos para crear una carretera tan innecesaria como nefasta, con todo el apoyo del Gobierno de Castilla y León. Y ya tenemos también (en proyecto, pero de ejecución inminente), la autovía Maqueda-Ávila, que va a montar un destrozo descomunal en ese territorio donde se junta Gredos con el Guadarrama, ese lugar donde los toros de Guisando aún reposan en silencio. Es decir: carreteras y “desarrollo” para Gredos; y, faltaría más, proyectos urbanísticos sin control, sin agua, sin sentido. Esto es lo que le espera a Gredos los próximos años.
El fuego nunca es casual, sino más bien un síntoma. Los porqués del incendio de Arenas, de Sotillo de la Adrada, de los que se han intentado en Candeleda, dicen que la presión es muy alta, y que la tierra empieza a ser sinónimo de suelo. La frontera, definitivamente, ya está aquí.
miércoles, 19 de agosto de 2009
LAS CLAVES DEL FUEGO
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