viernes, 21 de noviembre de 2014

WildMed, el último bosque mediterráneo

La Tribuna de Toledo, 21 noviembre 2014



El próximo lunes a las nueve de la noche se estrenará la película WildMed, el último bosque mediterráneo. El estreno comercial nacional y mundial de esta película documental que no hace sino acaparar galardones en cada festival que se presenta, tendrá lugar en Talavera de la Reina, y de ahí pasará a recorrer prácticamente todo el mundo, pues la productora ha firmado un acuerdo de distribución en 180 países, y los ocho Goyas a los que está nominada –seguro que agarra unos cuantos– la convierten en una de las películas documentales sobre Naturaleza con mayúsculas, con más proyección y repercusión en la historia de este tipo de producciones en nuestro país.

Hay que agradecer a Arturo Menor y a todo su equipo el trabajo, el tiempo dedicado, y el empeño en sacar adelante esta película sobre Sierra Morena, sobre las especies más emblemáticas de la fauna ibérica, y sobre los problemas que ponen en jaque todo el equilibrio y que amenazan con dar al traste la riqueza biológica del ecosistema mediterráneo, en especial la seca, que acaba sin piedad con encinas y alcornoques. Un paisaje que, al menos el que escribe, lleva grabado en el ADN, y que le es tan básico e imprescindible para vivir como el respirar.

Es más que necesario dar a conocer nuestra mayor riqueza, que es nuestro entorno, y los trabajos del hombre ligados y respetuosos con la naturaleza. Cualquier niño español ha visto más documentales de leones en el Serenghetti que de atardeceres en Doñana, o de buitres negros cayendo en las colonias del Tajo. Tenemos casi todo por hacer en divulgación. Y tenemos los mejores profesionales. Sólo así, dando a conocer, con profesionalidad y entusiasmo, lograremos que se conozca la maravilla que tenemos ahí mismo, al otro lado de la carretera o en las sierras que azulean en la distancia.

Enhorabuena a Arturo. El lunes iremos a ver en la pantalla grande lobos, águilas imperiales, buitres negros, cigüeñas negras, linces ibéricos, topillos de Cabrera, alfombras interminables de encinas y jarales como un oleaje antiguo que rompe en crestas de cuarcitas gastadas de hielos, soles y siglos; y que aún sostienen castillos testigos de la frontera, guardianes de olivares cortados a escuadra como regimientos petrificados… La naturaleza y el hombre. La naturaleza ibérica, esa maravilla que tenemos aún al alcance de la mano, esquinada, dejada, convertida definitivamente en un desierto, pero de una belleza radical. El oxígeno imprescindible de los sentidos.

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