viernes, 5 de diciembre de 2014

El lince y los Montes

La Tribuna de Toledo, 27 noviembre 2014



Hacerse fotos soltando linces es una cosa, muy fotogénica, que queda bien para dar un barniz conservador –ambientalmente hablando, claro– a una más que gris gestión política en lo que llevamos de legislatura; y aplicar las medidas de manejo del medio natural que hagan posible su pervivencia a medio y largo plazo, otra cosa muy distinta. Porque los linces no se han extinguido o rarificado al extremo en su medio natural, como los Montes, por capricho, sino por una gestión del territorio incompatible con el superpredador. Estamos ante una política de imagen, más que de profundidad, que denota sólo querer agarrar esa imagen, sacarla rendimiento, y si te he visto no me acuerdo.

La extinción del lince a partir de los años cincuenta del pasado siglo, donde era fácil encontrarlo en los berrocales de Talavera o casi a las puertas de Toledo, se agudiza por la modificación de su hábitat, y la disminución del conejo por la mixomatosis y le neumonía hemorrágico-vírica. A partir de los años sesenta la población rural comienza su éxodo hacia las periferias de las grandes ciudades del interior y la costa, quedando abandonadas grandes extensiones de monte rozado, cultivos que pronto son tomados por jarales y espesuras, desplazando a conejos y presas de caza menor, y siendo sustituidas por ciervos y jabalíes. Este desequilibrio se remata con la casi desaparición del conejo, parte fundamental de la dieta del lince, a partir de los setenta. El resto de la historia es conocida: el lince al borde de la extinción.

Soltar linces en un ecosistema hostil, con una capacidad de carga muy limitada, y donde al caza determina la gestión del territorio, es un error. No pueden esperar a los linces de Mazarambroz 3.000 lazos como denunció ayer Ecologistas en Acción, y una ley de caza autonómica, parida por este gobierno, de las más permisivas y complacientes con el uso del medio natral casi en exclusiva por el colectivo cazador. Ahora las fotos con los linces, pero antes el DOCM para vender montes públicos y para complacer al lobby de la caza. Aquí ya no se engaña a nadie.

Corremos el riesgo de soltar linces como se sueltan perdices de granja antes del ojeo. Perdices/linces que sabemos que van al matadero sin demasiada pelea, pero que dan en cámara o ante el cazador italiano que se ha dejado los cuartos. Y más, en el caso del lince, donde hay Lifes e historias con mucho dinero para mantener la cría en cautividad y las sueltas tan fotogénicas.

Pero repito: si no se modifica la gestión del territorio a gran escala en los Montes, el lince tiene muy difícil porvenir. Es precisa una política de altura y visión que entienda y que anteponga el interés general al particular. Crear un gran parque nacional en los Montes de Toledo, Talavera y Ciudad Real, y reintroducir ya el lobo ibérico para limitar la carga de ungulados, sería el primer paso. Y una gestión agrícola acorde con una PAC más ambientalista. Así sí volvería el lince. Pero para eso hace falta lo que no hay.

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