lunes, 16 de febrero de 2015

Todo vale

La Tribuna de Toledo, 13 febrero 2015

Todo se tuerce cuando todo vale. Cuando la policía, furgonetas, cascos y parafernalia al uso, está para desahuciar a una familia, a dos, a tres, a diez mil. Cuando la justicia es una máquina lenta y sumisa al poder, al económico, que es el único que existe, porque los demás son sus marionetas, sus sombras, sus ejecutores. Cuando los ciudadanos –la `gente´ en jerga barriobajera política– rebusca en los contendores a las puertas de los supermercados. Cuando se privatiza la luz, el viento, el agua, y se da orden para que una familia, dos, mil se queden sin agua, luz, calefacción. Cuando los oligopolios son el propio Estado, las puertas giratorias y los sillones en los consejos de administración y tal. Cuando la corrupción no sólo es eso de llevarse la pasta a Suiza, o a cualquier paraíso fiscal, sino gastarse el poco dinero de los ciudadanos arrancado con impuestos insoportables, en levantar calles, desarreglar plazas, izar puentes inmensos o gastar por gastar en eso que se llama eufemística y carcajeantemente, obra pública, y más a puerta gayola de las elecciones. Cuando el presidente de un gobierno con un porcentaje de población no en el umbral, sino en el pozo de la pobreza –algo que es a estas alturas de la novela inaceptable para un país europeo y del primer mundo–, dice que no ve “ese país”, que no sabe de su existencia. O el aún jefe de la oposición dice que ya “hemos salido”, así en plural de la crisis. Cuando quien manda es la maravilla de la alucinación, del coche oficial, del sueldo público casi de por vida, el cargo, la prebenda… es que todo empieza a valer 

Todo empieza a valer en un país donde el partido que gobierna dice que ha faltado piel, carcasa, envoltorio, para vender a los ciudadanos sus reformas de ajuste, disfraz chusco de carnaval o celofán rosa de san Valentín, que aquí sólo han ajustado el cinturón a los mismos, los de siempre, los que se las llevan en los dos carrillos cada crisis. Todo empieza a valer cuando confundimos igualdad con justicia, derechos con oportunidades, cuando ves que si te descuidas te quedas en la cuneta para lo que te resta de vida. Todo vale cuando los bancos ganan miles de millones y la `gente´ se muere porque el Estado (que ya no somos todos) no puede pagar unas pastillas, pero sí tiene y de sobra para gastarse miles de millones en armamento, o para autonomías que no sirven para nada, diputaciones que son colocaderos y gastaderos, o mantenemos no sé cuantas televisiones públicas del partido del gobierno de turno, con redacciones paralelas porque como `gente´ imbécil que somos, nos tenemos que tragar y pagar la propaganda de los diecisiete regímenes taifarios, más la nacional.

Todo empieza a valer cuando creemos que la crisis ha quedado atrás, con los cadáveres en la cuneta, olvidados, asunto al que es muy dado este país. Pero este desorden aún no ha terminado. La España de hoy son esos niños arrancados de su casa por los antidisturbios. Eso es la España que tenemos, la que se empieza a distorsionar, la del todo vale ya. Y no sé si es la que queremos.

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