sábado, 12 de septiembre de 2009

OPERETA

La Tribuna de Talavera, 11 septiembre 2009

Escuché –que no vi-, el debate del estado de la región. La región, se supone, es la nuestra, esta Castilla-La Mancha tan indefinida como irreal, territorio/cortijo donde nunca pasa nada, a no ser el agua que se va para otros sitios. El debate –es un decir–, reflejó como un charco la situación política que nos ha tocado vivir, al menos desde los que de mi quinta llevaban pantalón corto. Desde hace varios años no sé quién está más cómodo: si el PSOE gobernando, o el PP en la oposición. Algunas veces he llegado a pensar que el propio PP era una sucursal/descansadero del propio PSOE, una especie de oposición fantasma, un telón o una réplica tan falsa como inconsistente, pero efectiva de cara a un sistema político y social que necesita creer –al menos– que además hay algo, enfrente.

No entiendo un debate sobre el estado de la región, sobre Castilla-La Mancha, donde no se diga una palabra sobre lo que es y lo que ocurre, sobre el “estado”, el porqué de lo que realmente pasa y hacia dónde se va. Que no se hable del agua que cada día se va para Murcia, que no se diga nada del incendio de este verano en la serranía de Cuenca, de la ruina económica de media región, de porqué se va a descatalogar el primer parque nacional de España, Daimiel, gracias a la incompetencia del Estado y de la Junta, a partes iguales: que no se hable de porqué en buena parte de Cuenca tienen que echar mano de los camiones cisterna, otra vez; y por qué en las tierras de Talavera 15.000 personas no tienen agua potable en sus casa. Por qué no se entra a fondo en la chapuza del aeropuerto de Ciudad Real, o por qué el Presidente dice, de pasada, que hay varios pretendientes para la otrora Caja regional; y, además, invita a la jefa de la oposición, a, discretamente, en escena de sofá y calcetines, a comentarle su plan para cerrar de una tacada el Estatuto y las necesidades eternas de agua de Castilla-La Mancha. Discurso global, precocinado, de lugares y fantasmas comunes.

Opereta, gestos y leyes para nada, para seguir en la cola, para dar una vuelta más en el microondas a la tortilla recalentada de lo que no funciona. Excepto para los que aplauden cansinos y se lo llevan crudo por estar de diputados, o los autodenominados agentes sociales que no sé a quién representarán, pero ahí están siempre para la foto y firmar lo que diga el patrón. Y un PP que está más a gusto donde está desde siempre. Nada nuevo bajo el sol.

A mí todo me sonó a falso. Opereta bufa, tomadura de pelo. Y todos tan contentos. Vergüenza debería dar que lo único que quede, después del debate, sea el vino servido en una boda. Qué nivel.


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