viernes, 28 de mayo de 2010

Gracias, David

La Tribuna de Talavera, 28 mayo 2009

Primavera de plomo, radiante de rojos en los campos, siembras verdes mecidas por el viento y escuadrones de vencejos. Primavera de plomo, mayo herido en un país que asiste al drama del paso de época, espejo roto, modernidades transmutadas en la España herrumbrosa de siempre, España de poetas cansados y filósofos desencantados. España real de un mayo que siempre será el del Giro de David Arroyo, del corredor calculador que llegó a L`Aquila, que supo tomar su recompensa a muchos años de trabajo en Asolo; el ciclista frío y templado que atravesó los Dolomitas y pudo con Zoncolan y se ganó el respeto en la pared de Plan de Corones. Difícil saber qué pasará hoy en Aprica, después del Mortirolo y la trampa anterior de Trivigno. Y menos mañana, media etapa por encima de los 2.000 metros, con el Gavia marcando alturas y distancias.

Creo que David arroyo va a ganar la mejor carrera por equipos (Giro, Tour y Vuelta juntos) de los últimos años. Aparte de merecerlo ha demostrado que es capaz, porque sabe que los tiempos, en ciclismo como en la vida, son lo más importante. Da gusto ver el Giro, el color verde de los paisajes, los pueblos cuidados, la gente en las calles, haciendo sin pudor bandera de lo suyo. Italia y Francia venden lo mejor de su patrimonio: su paisaje, sus pueblos, sus tradiciones. En España la Vuelta es un páramo de polígonos industriales a pie de carretera, paisajes anodinos y etapas aburridas. El Giro siempre es otra cosa, más auténtica, al menos desde que se intenta volver al ciclismo de verdad. El Tour es más frío, como de laboratorio. Y la Vuelta aún está a la espera de encontrar su sitio desde que la arrancaron de la primavera.

Al anochecer las webcam de los Alpes muestran paisajes verdes al sol de la tarde. Van haciéndose las sombras con los valles. Nubes gordas y blancas avanzan sobre las cumbres. Pueblos pequeños, telesillas y brochazos de nieve sobre las umbrías, teselas de un invierno que se aferra. Gracias, David, por darnos este mayo rosa en el paisaje de plomo de una primavera que nos asfixia, primavera que ya para siempre será la del Giro de David Arroyo.

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