sábado, 19 de junio de 2010

Junio de lluvia

La Tribuna de Talavera, 11 junio 2010

Niebla en Gredos. Las nieves aguantaron los cuarenta grados del llano, esperaron la lluvia de junio. Sabían que volvería. Arriba, donde siempre, neveros bajando por las gargantas hasta la raya del Berrocal. Junio de culebras bastardas enormes aplastadas en las cunetas, de siembras amarillas, eléctricas llenando el Amblés, bajo la nueva línea de alta tensión que parte en dos el valle, rompe el paisaje y la dignidad de la tierra. Las vacas miran los cables, los rulos rojos que han puesto para espantar a los pájaros. Alta tensión, peligro de muerte pone. El aguilucho cenizo vuela tras los langostos; el elanio azul también. Como cien años, mil años atrás. No entienden de modernidades. Arriba giran y giran los molinos de viento amenazando con salir volando y llevarse enganchada la sierra. Abajo, agazapada, la ermita de las Fuentes; arriba milanos reales y negros. Y, ya siempre, la raya negra de los ciento doce postes de alta tensión. Valle de Amblés como paisaje/detritus en este junio de lluvia. Vencejos sobre la ciudad, aviones bajo los aleros. Silencios en la calle, tristeza azul tan profunda como el cielo sobre Gredos cuando no hay nubes ni brumas. Sobre mi ventana crían vencejos; bajo la ventana ruiseñores, emboscados en los enebros y la madreselva. Más allá de la ventana caza el águila culebrera, despacio, blanca, casi transparente confundida con el reverbero del mediodía.

Junio de silencios y de lluvias, como una prorroga de invierno que podría durar todo el verano. Bajo las cortinas de lluvia rojean desahuciados sobre el paisaje, los últimos secaderos. Observo las distancias, los cambios de luz, la franja de sol que va descubriendo los colores con su velocidad y distancia. Primavera de extremos, tiempo de extremos, de espacios tan pequeños donde es difícil moverse y respirar. Alberche diminuto en Navalsauz. Con sus sauces, su corriente oscura y sus pájaros emboscados en la ribera. Arriba, el espacio, donde se respira. Granito limpio, gris, escala amplia, de verdad. Espacio para vivir, para no oír, ni escuchar. Y observar para siempre el bajar de la corriente de ovas y relámpagos.


Junio de lluvia, de culebras bastardas enormes aplastadas en las carreteras, de siembras altas y de árboles revividos. Junio de lluvias, como las primaveras antiguas.

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