viernes, 17 de diciembre de 2010

Los tres pilares

La Tribuna de Talavera, 17 diciembre 2010

Decisión, independencia, y altura de miras. Es lo que hace falta para cambiar la situación de esta ciudad. Talavera de la Reina navega sus días de invierno como el despojo de un rico galeón arrasado por los piratas, robados sus tesoros, sin arboladura, dejado a su suerte en mitad del océano, sin aparejos, marinería mercenaria, y a punto de irse a pique. Y el temporal es recio. Cualquier proyecto que se forje apalancándose en el statu quo, es negativo para la ciudad. El statu quo, por otra parte, está agotado. Y no me refiero sólo a la desbandada del PSOE, donde a estas alturas de la película ya sólo alardean de trienios o de puestos en la universidad ganados vaya a saber en qué oposiciones. Es decir, después de haber jodido el asunto, a seguir cobrando del Estado. Y este alardeo, dicho sea de paso, para cualquiera que tenga que buscarse la vida cada día en la calle con la que está cayendo –de la que no tienen ni puta idea los que gobiernan o los de enfrente–, empieza a joder bastante. Porque la oposición del PP/buenismo es envés de la moneda del statu quo, depurándose en la técnica de esperar pacientemente el cadáver del rival, sin querer pronunciarse en casi nada, porque la victoria está ahí, sin esfuerzo. La decisión que le ha faltado a Talavera en la época de las vacas gordas se traduce ahora en lo que hay. Hace falta independencia, ideas claras para defender lo nuestro, lo que nos corresponde de verdad, convencimiento para potenciar lo nuestro, y para vender lo nuestro como lo mejor, buscando sinergias y entendiendo y asumiendo que el mundo es muy grande, y no acaba en la Mancha.


La historia de Talavera de la Reina de estos 30 últimos años guarda un enorme paralelismo con el Tajo. El agua/recursos/dineros/inversiones/equipamientos/industrias/universidades que deberían haber llegado, se han ido a otro sitio, y aquí nos hemos quedado con el cieno y el río vacío. El servilismo y el apesebramiento al poder toledano, ha traído con las décadas que seamos unos buenos segundones. Aniquilado con subvenciones y contratos el tejido social de la ciudad, no hay voces fuera de los cuatro «friquis» de turno, a los que ya nos encargamos de desacreditar desde las máximas goebbelianas, no sea que impidan que la política de los mediocres continúe marcando el rumbo; hasta el fondo.

Y la altura de miras. Sin ellas no se va a ningún lado. Y eso aquí falta mucho. La visión de la ciudad del siglo XXI desde los cimientos de la identidad, la historia, y la cultura; desde lo propio hacia el futuro. Pero, siempre, sabiendo qué se quiere, el calibre de la responsabilidad; y sobre todas las cosas, a quién se debe fidelidad, que no son otros que los ciudadanos, y no el organigrama y el sueldo del partido.

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