viernes, 16 de septiembre de 2011

El azul era nuestra fe

La Tribuna de Talavera, 2 septiembre 2011

«El azul era nuestra fe en la vida y el sepia era la verdad de la vida.» Umbral, Francisco Umbral, el mejor escritor español del XX, colgaba este cartel a la entrada de uno de sus libros primeros, o que primero leí yo, que para el caso es lo mismo. La vida es azul, y como el cielo de Austerlitz, te deja ver lo transparente, lo esencial, cuando una bala de cañón te ha tirado del caballo y la batalla del sepia se difumina, no se siente, que lo importante entonces sólo es el azul, alto, de sámaras y nubes finas como relámpagos. Antier, la presidenta de Castilla-La Mancha ganó una batalla al estilo Napoleón, mirando hacia abajo desde la portada de La Razón, saliendo desde la niebla de agosto y poniendo orden en esta Castilla-La Mancha que se nos ha vuelto sepia de otoño y desgana. Nada que objetar, quizá un par de asuntos menores, pedestres, como el de priorizar por encima de todo el presupuesto en los concursos. Poco más. En este convento hacía falta orden, y se ha puesto. Nos habíamos creído ricos, y somos pobres, como toda la vida lo ha sido esta Castilla del sur, una Comunidad autónoma a la que le urge saber a dónde va, qué hacer, saber qué es. Eso es mucho más difícil que meter la tijera, infinitamente más difícil de definir, porque no se hace con una hoja de Excel. Es otro cantar.  

La vida es azul, pero el sepia te sale por las paredes en los atardeceres de septiembre. La vida cambia con sus lentitudes, lo que antes era azul, al final se vuelve pajizo y real, sin que te enteres, como el andar de las novelas gordas del XIX, donde todo cabía con un ritmo hoy olvidado. La verdad de la vida ahora es este sepia que quizá se vuelva azul. O no, que quizá ya no. La vida puede que sea ese azul que quisimos, que queremos, que sabemos, que veo ahora entre las nubes rotas del atardecer; pero que en realidad ya no existe, porque la vida es sepia, es la verdad; y el azul superviviente, en extinción, sólo lo toman prestado de vez en cuando los poetas, a un interés cada vez más difícil de pagar. 

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