viernes, 3 de agosto de 2012

Chatarra

La Tribuna de Talavera, 3 agosto 2012


Javi García plasmó el otro día con fulgor de arte grande la realidad de esta ciudad. En su viñeta, el alcalde –con planta y saberes de gitano maqueao para el culto del Paseo de la Estación–, le lleva los hierros y los 700 años de historia del Mercado de Ganado a un chatarrero, y le empieza a regatear. Porque eso es esta ciudad. Eso es Talavera de la Reina. No sé los tropecientos nuevos parados que dará hoy en portada este diario, pero nos lo tenemos merecido. Y más. A mí los hierros retorcidos del Mercao me producen la misma impresión que los sillares de los palacios del XVI que amojonaban hace pocos años todos los vertederos de esta gloriosa ciudad. Me traen la imagen del artesonado mudéjar de la cárcel de la Santa Hermanda Real y Vieja de Talavera de la Reina, volando hecho virutas en los tiempos de Tello, tanta veces contado y lamentado por Miguel Méndez; me traen la imagen de cuando de chico veía las retros de Resty llevarse por delante casas que algún día pisó Cervantes cuando dijo que ésta era la mejor tierra de Castilla. O, sin ir más lejos, cuando hace unos meses el ácido de las baterías y las motosierras, junto con el analfabetismo y acojonamiento congénito de esta tierra, acabaron con los seis siglos de la encina del cruce de Cazalegas en la Nacional. Es lo mismo. En esta puta ciudad no hemos aprendido nada, seguimos manejándonos con los mismos mimbres, sin tener ni la mínima idea, y lo que es peor, ni las ganas de plantear un futuro más allá de lo que dé la maroma con que nos ata en corto Toledo, llámese Bono, Barreda o Cospedal. Qué más da. Tenemos nuestro rincón, nuestra cuota. Y a callar. Ni rechistar. Y con este silencio Talavera arrastra al naufragio a su tierra, deja que le vengan hostias de Madrid, que hoy riegas con la mierda del Tajo, que si ya no te voy a dar caudal ecológico porque no pintas nada, que te hago un nuevo trasvase desde el Tiétar… y así seguimos, en la rueda. Eso sí: sacamos pecho con los 156.762 euros por los que subastamos los hierros del Mercado. Así se vendían los palacios y claustros de media Castilla en los tiempos del estraperlo: por cuatro perras. Me da vergüenza que mi Ayuntamiento ponga precio a los despojos del Mercado. Dignidad, por favor: a la Historia no se le puede poner precio.

Hagamos negocio con la ruina, dejemos que todo sean cuatro putos euros, migajas. Y no miremos más allá, a la ciudad de dentro de diez, de veinte años, para que entonces –si alguno aún andamos por aquí–, esto, Talavera de la Reina y su comarca, no sea el desguazadero de vidas que es hoy. A ver si aprendemos de una vez, que ya está bien.


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