miércoles, 4 de marzo de 2015

La política en Oklahoma 3

Un diario de campaña.
Entrada 3-4/marzo/2015



Miércoles 4 de marzo. Leo en La Tribuna que el PP de Talavera quiere querellarse contra el concejal de Izquierda Unida José María Domínguez por algo que puso en mi muro de Facebook sobre el plan de riberas… Dos cosas me llaman la tención, bueno, unas cuantas. Por orden. Primero que en el PP están muy nerviosos, no les basta toda la maquinaria del poder omnímodo que aún poseen, o que puedan tirar con pólvora del rey –que un candidato a alcalde de Toledo venga a decir que se van a gastar 700.000 euros de todos en un proyecto que está ya realizado, no es otra cosa–, sino que incluso se hacen los ofendidos y desprecian el trabajo realizado desde al Ayuntamiento con el anterior proyecto, porque supongo que hubo una licitación, un concurso y una mesa de contratación. ¿Todo eso estaba amañado? Porque es lo que deja entrever el Partido Popular de Talavera con sus declaraciones. Política del nerviosismo. Por otro lado, entiendo que Talavera esté hecha unos zorros: si se pasan el día cotilleando y visilleando el Facebook de los demás, eso explica muchas cosas de la actual labor de gobierno municipal, sus prioridades, desvelos y ocupaciones intelectuales.

Pues nada, que se gasten 700.000 euros en más papeles, que la fiesta la pagamos entre todos, como la falsa playa de los Arenales. Es lo que tiene la política en Oklahoma.

El paro vuelve a subir en la comarca de 22.577 a 22.701 ciudadanos. En Talavera bajó en 48. Aunque con los contratos que hay ahora, lo que queda claro que lo que se crea es precariedad laboral. Tenemos 14.008 parados, una cifra intolerable para una ciudad que baja de población y ya rondaremos los 86.000. Las cifras ofrecen una realidad, pero no es completa. El tejido social de Talavera está a punto de colapsar, como una estructura desgastada y sin mantenimiento durante muchos años. No entro en el juego de que interanualmente hemos bajado más de 600 desempleados, cuando hemos perdido en el mismo periodo de tiempo más de dos mil vecinos. O ahí están las cifras dramáticas de afiliación a la Seguridad Social. No hay maquillaje que valga. El problema requiere de una vez soluciones profundas y desde los cimientos. Para conocer una ciudad hay que andarla.

Me gusta caminar por Talavera, tanto por la periferia como el centro. A todas horas. A veces escuchando música y otras a la propia ciudad. Ese sonido de fondo de pasos, conversaciones, música y ajetreo. Y comprobar cómo va subiendo y bajando el latido de la ciudad. Ayer en los caminos las cogujadas tomaban mando de las cunetas, y los verdecillos de los álamos cargados de amentos. La ciudad huele ya a primavera. Al anochecer la calle San Francisco se va apagando lentamente, late cada vez más despacio. El del acordeón toca la música de Nino Rota para El Padrino, y un tango cansado. La banda musical de Talavera. Los chavales intentan captar socios para sufragar los gastos de los campos de refugiados de Siria. Pedazos de conversaciones y silencios. Todo fluye.

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